¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

sábado, 29 de noviembre de 2014

¿Álguien?



¿Álguien a quién no le importe saltar en los charcos? Que se baje sin paraguas aunque el cielo esté más negro que gris, porque por ese instante y todo lo que dure su paseo confía con los ojos cerrados en que no lloverá... y si se quebrantase esa expectativa, no se altera, pues es agua lo que cae del cielo y no ácido y quizás ese agua sea más esperada que un segundo sin ella.

¿Álguien que escuche? Que sepa conversar y eso supone también cuando callar, que abrace si las palabras del emisor a quién presta atención empiezan a desbordarse entre suspiros y pausas prolongadas, porque sabrá perfectamente que eso solo ocurre cuando las heridas sangran y las heridas pueden sangrar muchas veces solo por hablar sincero.

¿Álguien que busque un momento? Que sepa que hay segundos que pueden ser eternos, pues se alojan en la memoria de aquellos que los vivieron... que busque un momento para enmarcarlo en el corazón, para sentirlo dentro para hacerlo verdadero pues nada es verdadero hasta que lo hemos palpado desde lo más profundo.

¿Álguien que comprenda? Que no haga falta ser meticuloso con la explicación, que coja al vuelo los conceptos abstractos, que entienda el motivo de las turbulencias, que apoye los pies en el suelo y abra sus alas por si es necesario alzar el vuelo.

¿Álguien al otro lado? Porque en éste ya sé que hay, lo conozco de primera mano, me pregunto, simplemente, si hay alguien para descolgar el teléfono incluso en una llamada ausente.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

La magia de la aceptación.




Si hablas con normalidad de lo que forma parte de tu dia a día será mucho más fácil para los demás aceptarlo.

La normalidad es el ejemplo de la aceptación más importante: la tuya propia. Vivimos temerosos a que nuestras ideas, filosofías y modos de movernos en el mundo desde el corazón sean criticados y desprestigiados, que en muchísimas ocasiones preferimos ocultarnos y ocultarselo a los demás... ocultar una parte que forma nuestro día a día es también ocultar algo de nosotros, y eso es no aceptarnos en nuestra plenitud. No hay que confundir ésto con vivir de viva voz compartiendo hechándole perlas a los cerdos, pero deberíamos evitar negar lo que realmente somos y lo que, a día de hoy, forma parte de nuestra vida.

Puede formar parte de nuestra vida una filosofía que de más valor al poder de la magia personal a la hora de creer que nos merecemos algo mejor, que a diferencia de otras personas prefieren creer en el sistema como algo que nos toca tragar porque sí incluyendo lo que no nos gusta... puede formar parte de nuestra filosofía de vida o de nuestra vida una actitud más altruista y creer ciegamente en las cadenas de favores sin esperar recompensa, por compartir el mismo altruísmo que estoy segura de que en algún momento de tu vida tu mismo has disfrutado. Puede formar parte de nuestra filosofía de vida aceptar que hay momentos de parones, de recapacitación antes de seguir caminando para evitar palos de ciego y que nos merecemos esos momentos porque son enriquecedores y una meditación profunda con nuestro ser y nuestros deseos, puede formar parte de nuestra vida una continua comunicación con el entorno, incluyendo además, la naturaleza y los animales ¡y podemos hablar de ello de una forma completamente normal! porque forma parte de quienes somos.

A cada día que avanzo y me fijo en mi y en mi entorno me doy cuenta, realmente, que vivimos muchas veces atemorizados a mostrarnos como somos de verdad... por el simple hecho de que, aquellos que pensamos que son normales pero que son diferentes a nosotros, nos den la espalda o nos critíquen... estamos tan cohartados por ese miedo a ser etiquetados como "locos" que no disfrutamos de la verdadera cordura, la de aceptarnos por completo y reflejar eso hacia los demás.

Yo no me considero más excepcional que los demás, pero si creo que soy especial (igual que creo que lo son cada persona que conozco), merezco una vida donde ser feliz y sentirme completamente plena, me siento mejor cuando estoy libre de las ataduras del "que dirán" y si hace falta, con una sonrisa de oreja a oreja admitiré con el corazón en la mano: Sí hablo con la naturaleza, sí conozco ángeles (encarnados y no encarnados) y sí estoy segura que ésta vida es mucho más de lo que nos han vendido hasta ahora. Sí tengo experiencias excepcionales y sí creo que, igual que yo, aquellas personas que están aquí son piezas fundamentales para el funcionamiento del universo.

Ahora ya no quiero nada más... no hago daño a nadie, no obligo a nadie a ser como yo, intento cada día ser un poco más humilde aunque en ocasiones me caiga en el proceso de aprendizaje, veo mis errores y los asumo... aunque a veces el ego me pueda y después me duela aún más, intento ser alguien mejor para mí misma y para los demás, y aunque sea a pequeña escala, tener claro que he podido compartir algo que ayude realmente a quienes conozco, y si lo que forma parte de mi día a día, eso que tantas veces he intento ocultar esa parte de mi con tanto miedo a ser etiquetada como "loca", forma parte de la ayuda que intento dar al mundo ¡mejor aceptarla! solo así funcionará de verdad. Y es algo que podemos aplicar, no solo con nosotros mismos, también con aquellas personas que tenemos cerca: con nuestra pareja (o compañero de vida), con nuestros padres, hermos, primos y amigos cercanos... aceptarles, hablar de aquello que nos transmiten con normalidad es aceptar que realmente ellos forman parte de nosotros y nos influyen, hablar con naturalidad incluso de aquello en lo que diferimos, es parte de la magia cotidiana.

Dios nos hizo a su imagen y semejanza, lo bello que forma parte de nosotros y de los demás, aunque se salga de los dogmas estipulados y de los prototipos reconocidos, también forma parte de nuestra imagen y de la parte de Dios que llevamos dentro.