Nacemos bajo un sistema opresor que nos condena con las mismas cadenas, condicionándonos y etiquetándonos como si no pudiese existir otra posibilidad u otra realidad. Sufrimos diversas crisis existenciales debido a esa ambivalencia que nos hace decidir entre lo que sentimos y lo que se espera de nosotros, topándonos de cabeza muchas veces contra el mismo muro y creando una especie de lazos de apego incluso a aquello que los demás nos han hecho creer sobre nuestra persona. Si sobrevives, cuerdo y fiel a ti mismo, llegas a la conclusión de que el comienzo de un nuevo mundo y de una nueva realidad parte de crearlo primero en nuestra propia vida individual.
Hemos renunciado, hemos iniciado, hemos pasado por el aro, hemos retrocedido, hemos roto, hemos arreglado, nos hemos ido y hemos vuelto... Al margen de todo, aquí seguimos. El comienzo está cerca, porque no nos hemos alejado lo suficiente como para que todo sea ausencia en nuestro interior y en nuestro al rededor.
Se nos ofrecen una cantidad enorme, aunque limitada, de posibilidades. Y conforme vamos creciendo, algo por lo que no deberíamos sentir culpa, se cruzan en nuestro camino diferentes personas y oportunidades para colaborar activamente con ese crecimiento. Desde el crecer biológico (cuerpo y edad) y también esa maduración personal de alma-corazón-mente que nos acompañará también hasta el final de nuestros días. El comienzo está más cerca de lo que imaginas, de hecho se encuentra en el momento que ya no te comportas como aquello a lo que criticas.
Es común oír "la gente debería ser/podría ser de tal manera" y a veces esa clase de comentarios vienen de personas que se comportan exactamente igual que de aquellos de los que se quejan. El comienzo está tan cerca, a nivel tiempo, dentro de tu propio camino como lo mucho o poco que tardes en abrirte a otras personas y dejarte sorprender por su buena energía, sus buenas intenciones y la propia inocencia que les convierte en quienes son. El comienzo de ese nuevo mundo está tan cerca como lo que quieras procrastinar (o hacerte cargo) de los balones que tires fuera. El comienzo de ese mundo, y con ello tu nueva vida, está tan cerca como cuándo te vas a permitir deshacerte de cosas que te castra y te impiden amar en amplitud a todos, incluyendo sus sombras más profundas. El comienzo está tan cerca cómo el día que te pongas a romper con los prejuicios, las doctrinas y te permitas experimentar otras posibilidades.
El comienzo está tan cerca cómo el día que nos decidamos a abrir los ojos y ser capaz de ver que todo es físico, emoción, química, física y sagrada espiritualidad ne una misma franja de tiempo, un mismo cuerpo, en una misma realidad... Y que no hay más de eso en un templo que en un lugar diferente donde los que se juntan lo hacen con sus mejores intenciones. El comienzo está a la distancia que tengas puesto el hecho de aceptar que la vida siempre va a tener una interesante manera en la que funciona perfectamente dentro de la imperfección.
Los cambios de los paradigmas sociales, de lo que se ha estipulado, de lo que se considera aceptado o no... Son necesarios para crear ese nuevo comienzo, sin embargo no vas a poder lograrlo si tú no eres ejemplo de ello. Y con esa nueva vibración iniciarás un nuevo comienzo.
Ábrete a la posibilidad que hasta ahora no te habías planteado, permítete la oportunidad de ver otras cosas, sentir otras cosas, apreciar otras cosas... No te ahogues sólo en lo que ya conoces como si eso fuese un pilar inamovible en tu ser.
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