¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

martes, 24 de octubre de 2023

Reconciliándome con Dios.

 


Han ocurrido tantas cosas desde la última vez que pasé por aquí, que sería un poco absurdo hacer un hilo conductor sobre mis vivencias y compartirlo con vosotros. 

De forma pragmática y resumidamente: he transitado una profunda depresión que me ha llevado a autodestruirme. Me quedé soltera. He empezado un tratamiento. He mejorado. Retomé otra forma de terapia, va funcionando. Tengo un trabajo fijo y estable, con buen sueldo, desde que hice todos esos cambios. 

Y así, pasé de no sentir absolutamente nada o si acaso un profundo dolor que me quebraba por dentro, a poder visualizar algo más allá de mis pies. La complejidad humana.

En este camino, que no ha sido para nada fácil, ha habido vaivenes complejos y arduos. Mucha soledad. Millones de piezas rotas que se han quedado por el camino. Un sinvivir de sufrimiento. Mucha oscuridad, tanta incluso que realmente estar con vida es prácticamente un milagro.

Ahí empezó algo, en silencio, que yo no sabía... Todo este camino, además de cambiarme por completo, se trataba de reconciliarme con Dios, recuperar nuestra relación, sanar nuestro encuentro. 

Es increíble como he pasado del infierno más oscuro, a la sensación de que, y a pesar de que uno pueda llorar, tener algún día malo, rallarse sin más... La vida recupera su forma, su sentido, su aroma. 

Y no ha sido porque esté enamorada, no caerá esa breva. De verdad ha sido como volver a conectar: poder pasear por la arena sintiendo la dicha de la vida, aprovechar los rayos del sol con pacífica quietud, sentirme profundamente afortunada a pesar de todo, reconocerme como la mujer madura de 31 años que soy ahora.


Reconciliarme con Dios supone también reconciliarme conmigo misma.
Reconciliarme con Dios es poner en paz mi diálogo interno.
Reconciliarme con Dios es volverme a dar oportunidades.
Reconciliarme con Dios es vivir en paz.
Reconciliarme con Dios es recuperar mis partes perdidas.
Reconciliarme con Dios es sentirme perdonada y perdonar. 
Reconciliarme con Dios es volver a la creatividad bella de mi misma. 
Reconciliarme con Dios es encontrar la hermosura en lo cotidiano.
Reconciliarme con Dios es entender la vida más allá de su fórmula matemática.
Reconciliarme con Dios es confiar. 

No sé qué forma tiene Dios, ni siquiera sé si tiene forma, solo sé que ahora nos hemos re-encontrado, como viejos amigos que hacía tiempo que no se veían. Tenemos que ponernos al día, hablar de nuestras cosas, necesito volver a integrarlo como una parte de mis rutinas, como cuando vivía en otros lugares y necesitaba agarrarme a esa esperanza divina de que todo ocurrirá como deba ocurrir y saldrá como deba salir. 

Porque a pesar de todo, de aquello que era tan oscuro, tan denso, tan complejo, lleno de aristas, tan doloroso... Sigo aquí de pie, ahora sentada escribiéndole a todos ustedes, y créanme que después de todo, es un milagro haber resistido tremenda estampida emocional.