¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

lunes, 30 de noviembre de 2020

Mujeres y humor:

Uno de los actos más revolucionarios, y que durante mucho tiempo fue señalado y condenado, es el de una mujer con iniciativa para hacer reír y capacidad para crear un contexto gracioso. 


El humor está muy sexualizado, prácticamente desde que el ser humano es lo que es. Porque la mujer siempre ha sido delegada, relacionada, empujada... Hacia lo más "sutil", lo más frágil, lo que solo llama la atención con su belleza, nada de usar el ingenio, nada de usar la inteligencia, nada de superarse a si misma, nada más allá de las establecidas cadenas que el sistema ha impuesto.

En los últimos años existe una revolución, latente, en el mundo del humor de mano de muchas mujeres. Lejos de inundarnos con un humor suave, apto para todos los públicos y cándido, como mucha gente espera de un producto hecho por mujeres y para mujeres, estas humoristas se animan con algo más y rompen la tan tóxica y paralizante idea de que la mujer no puede hacer reír con el absurdo, con lo soez, con lo vulgar, con lo idiota o con lo sexual. 

El humor es un acto, un signo y una demostración, de inteligencia. Sin duda quien sabe reírse, incluso de si mismo, está en otro nivel de inteligencia. El humor ayuda a gestionar ideas, sentimientos, emociones... Y a relativizarlo, eso nos libera de los pensamientos intrusivos. El humor añade chispa, pero además nos ayuda a pensar de otra forma. Las maneras en las que el humor se ha ido mostrando en cada sociedad han avanzado de acuerdo a las libertades y a la evolución de cada sociedad. Los humores son diferentes según esa influencia de país, de lugar de procedencia, de cultura. Como acto, signo y demostración de inteligencia el humor no era bien visto si se llevaba a cabo a través de las mujeres; incluso en los rituales de ligoteo la mujer es la que ríe y el hombre quién le hace reír. 

Por suerte esto está cambiando. La confundida imagen de que la mujer no puede reír o hacer reír desde lo absurdo, que tiene que estar cuidando su imagen sobre aquello que le hace soltar una carcajada, está transformándose. La mujer, como el hombre, desde su plástica inteligencia tiene la capacidad para reír y hacer reír desde lo más tonto hasta lo más inteligente. No tenemos que estar guardando una apariencia sofisticada que nos asfixia y nos impide reír de todo, la mujer puede utilizar el humor de la misma manera que un hombre y disfrutar en igualdad de condiciones.

Una mujer tiene la misma capacidad que un hombre para hacer reír desde el escenario, ya sea hablando de los últimos y más ridículos polvos que ha echado, hasta pasando por la burda imitación, pero desternillante, de algún personaje público. Y es que en el momento que nos impidieron todo eso, nos separaron sin duda de una forma fundamental de expresión y conexión. 

Reír, hacer reír, tomarse las cosas desde el humor, consumir productos cómicos (monólogos, programas televisivos o de radio, series, películas...) es una esencial manera de conectar con el mundo, no sólo de forma individual, también compartiendo. Porque resulta esencial que, por ejemplo, en amistades o relaciones sentimentales los implicados compartan las mismas formas de humor, la risa es el lubricante natural por el cual penetra la felicidad. Saber reír de las mismas cosas es sin duda un placer indescriptible. Hacerse reír mutuamente y conectar, desde esa dialéctica al mismo nivel de humor, es un pegamento maravilloso para todas las relaciones sociales. Y de todo eso, de todas esas implicaciones y de muchas más que me he dejado en el tintero, es de lo que nos separan cuando se clasifican las formas de humor como masculina y femenina, dividiéndolas e impidiendo cruzar las falsas fronteras construidas por los estigmas sociales que hemos ido heredando. 

 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Sensibilidad e independencia:

 

La sensible inocencia de un niño le empuja a proteger un gato de la lluvia con su propio paraguas.

A menudo se asocia la sensibilidad con un concepto débil, frágil y estrechamente ligado a la codependencia. El mal pensar genérico nos hace creer que todas las personas sensibles son frágiles, poco resolutivas, necesitadas de apreciación externa, sin capacidad para encontrar soluciones, sin ímpetu para tomar decisiones, sin valor... Como almas en pena que necesitan sí o sí del empuje de otros para caminar en su propio sendero. 

Se asocia sensibilidad con un perfil delicado, donde una persona puede llorar constantemente, duda de si misma o no tiene la voluntad ni la capacidad para defenderse o poner límites. Es como si asociásemos la sensibilidad a todo lo que nos convierte en alguien incapaces, hasta un punto donde pensamos que las personas sensibles no pueden hacer nada. Pero esto no es así.

Yo voy a partir desde mi propia percepción, que puede ser parecida, igual o diferir de la percepción del lector que me está presentado ahora atención... Sí, puede que Ud. y yo tengamos una opinión diferente en esta cuestión. Me gusta considerar que la mayoría de personas son sensibles, cada humano con su grado de intensidad o profundidad, algo que no les convierte en alguien mejor o peor, simplemente en alguien diferente. 

La sensibilidad es la capacidad para sentir, sin ella no podríamos querer, encariñarnos, defender lo que nos parece injusto, no podríamos empatizar... La sensibilidad también nos empuja a construir nuestra vida personal, nuestros lazos sociales, nuestras conexiones emocionales. Teniendo en cuenta esto, podemos imaginar que como decía todos somos sensibles con sensibilidades diferentes, con niveles distintos. Hay personas que se caracterizan por tener una sensibilidad a flor de piel, pueden proyectarlo/exteriorizarlo o pueden llevarlo por dentro.

Sensibilidad no es solo llorar por una situación emotiva, muchas personas son sensibles y apenas lloran. Sensibilidad es sentir, lo quieras compartir, mostrar, expresar o no. Por otro lado, la codepencencia y la sensibilidad pueden coincidir en un perfil de persona o puede que no, pero ambas características son divisibles la una de la otra. Sin embargo, desgraciadamente, nos han hecho creer lo contrario y eso ha empujado a que intentemos ser lo menos sensible posibles, porque no vaya ser que por sentir nos pongamos a depender y eso sería la ruina de nuestra existencia. 

De forma objetiva habría que analizar la dependencia. Y me explico, para todo se necesita depender aunque según la cantidad la dependencia es sana o insana. Dependemos del sentido de pertenencia que es el que nos empuja a "sentirnos parte de algo" en la familia, en el grupo de amigos, en el equipo deportivo, en el equipo de trabajo e incluso en una relación sentimental. Sé que muchos, empujados por el miedo y el desconocimiento, al leer esto negaran rotundamente... Les doy un consejo: no nieguen nada con rotundidad, déjense sorprender por la vida. 

Ahora que entendemos que existe la dependencia sana, porque está ahí y es lo que nos empuja a sentirnos parte de algo (forma parte de la naturaleza humana) seguiré desmigándoles sobre la sensibilidad. La sensibilidad es fundamental para un mundo más empático ¿saben quienes carecen de sensibilidad? Psicópatas, narcisistas y perfiles parecidos. 

La sociedad nos hace asociar solo algunas formas demostrativas de sentimientos como sensibilidad y muchas de ellas, como decía, las etiqueta de algo negativo para nuestro propio desarrollo. Considero que estamos en el momento más importante de nuestra vida para de-construir esa forma de pensamiento y transformarla en algo más evolucionado. En resumen considero que existen tantas formas de sensibilidad como de personas hay en el mundo y que ser sensible no está reñido con aprender a ser independiente, individual y resolutivo de forma saludable. 

Es más, me atrevo a decir que muchas personas que son independientes, resolutivas, fuertes... Y que lo han demostrado a lo largo de su vida, son a su vez personas con una alta sensibilidad. Porque precisamente la sensibilidad es la que nos empuja muchas veces a la superación, pero también a la colaboración, a la ayuda, a la transformación, a la re-construcción... Sentir las cosas es lo que nos enseña, de buena y mala manera, a tomar mejores decisiones de forma autónoma y decidida. 

Me parece prioritario dejar de vincular conceptos y perfiles humanos, creo que es urgente y esencial comprender las cosas por separado y no confundirnos más. Las personas sensibles también maduran su sensibilidad, tienden a ser introspectivas y responsables emocionalmente, procuran adelantarse a acontecimientos emocionales y por eso son precavidos. 

La codependencia es una necesidad por falta de confianza en uno mismo y falta de valoración personal, que muchas veces se ve proyectada como una desbordante cascada donde el individuo busca desesperado en el exterior lo que no es capaz de aceptar en su interior (o de aportarse) ocurre en personas que no saben estar solas, personas que sienten un vacío que les aterroriza. No todas las personas sensibles son codependientes, ya que muchas aman su soledad porque les ayuda a poner en orden sus pensamientos y a gestionar mejor las emociones y las emociones de las que se han impregnado en sus entornos. 

lunes, 23 de noviembre de 2020

No cuantifiques el amor:

 

Una madre se sacrifica para tirarse años de misión y así conseguir el dinero que dará una vida mejor a sus hijos. El sacrificio es también una forma de amor cuando se hace por un bien mayor. 

Somos el resultado del amor. Del amor que ponemos en nuestras acciones, del amor que nos sentimos hacia nosotros mismos, del amor que otros sienten también hacia nosotros, del amor que sentimos hacia otros. Una parte importante de nuestras acciones y decisiones se basan en amor, otras no y nos gustaría que fuese que sí para poderlas justificarlas con lo que da más "razón de ser" a nuestra existencia.

Necesitamos formas de amor en nuestra vida, aunque vivimos acojonados, sin embargo nos empapan a diario. Vivimos acojonados, acongojados, miedosos... Porque asociamos la palabra "amor" a una única realidad, rígida, inmóvil, sólida... Sin embargo, amor son muchas cosas, algunas puede que ya las conozcas y otras puedes que las vayas a conocer ahora. 

Las formas de amor son inescrutables e infinitas, empezando por el amor que nuestros progenitores o tutores han puesto en nosotros, pasando por otros gestos como la generosidad de los que nos rodean, la ayuda que nos ofrecen quienes nos valoran, la apreciación de nuestros amigos o el cariño de nuestra pareja. Hay muchas formas en las que el amor está presente, desde un sincero y honesto "Hola, ¿cómo estás?", hasta un hermoso "deseo que hoy tengas un buen día". Formas de amor también son cuando alguien nos recuerda nuestro valor personal, sobre todo cuando nos ve de capa caída, taciturnos y embriagados por la tristeza. 

Las buenas intenciones también están impregnadas de amor. Los detalles en lo cotidiano rebosan amor. Que alguien se presente en nuestra casa con un pack de cervezas y una divertida película para pasar el rato, es otra forma de amor. La mayoría de los seres humanos tenemos la capacidad de amar, ocurre que hemos asociado el verbo amar, y el sentimiento, a una única verdad absoluta, despojándolo de su innata polivalencia para aparecer en cualquier instante de nuestra vida. Todas nuestras relaciones personales se basan en formas de amor: el compañerismo, la amistad, las parejas, la familia... Todas ellas son estructuras que se consolidan en formas de amor. 

Las formas de amor también son los agradecimientos, las risas, el cuidado físico, las llamadas, los mensajes, los buenos deseos, las caricias, los abrazos, los besos y el sexo. El sexo es una de las formas donde el humano puede explorar la forma más física y salvaje del amor. Existen tantas formas de amor, de demostrar afecto, como de personas hay en el mundo.

 Desgraciadamente seguimos cuantificando el amor, lo hacemos cuando ponemos una etiqueta de "mejor amigo" a alguien que queremos, lo hacemos cuando preguntamos si nos quieren mucho o más, lo hacemos cuando intentamos introducir algo etéreo, pero sentido, en unos moldes de hormigón establecidos por nuestra incapacidad para vivir sin etiquetas. 

No cuantifiques el amor, el amor se da en la medida que se puede en cada circunstancia, con cada persona o animal y en cada momento. El amor cambia, las formas de amor cambian, ellas se adaptan a nosotros y nosotros nos adaptamos a ellas. El amor no desaparece, solo cambia de lugar, solo se transforma en otra forma diferente. Dicho de otro modo, una amistad puede evolucionar a un amor en pareja y un amor en pareja puede evolucionar a una amistad. Ahí el amor no se ha ido, se ha cambiado de ropa pero sigue presente. Todos tus vínculos, todos lo que te importan, están nutridos con amor, porque no podría ser de otra forma. 

No cuantiquéis el amor, solo podemos vivirlo. No imaginéis el amor como las películas donde te enseñan que todo es un camino de rosas, el amor es un ejercicio diario contigo mismo y con los demás. Todos los días decides amarte, quererte y valorarte, todos los días das pasos para tu mayor bien, para mejorarte, para superarte... Igual haces con las relaciones que te rodean, tú decides seguir alimentándolas y cuidándolas por el amor que os une. Es una decisión diaria, empujada por nuestra parte más sensible, por nuestra parte más humana. 

Asociamos con rapidez el amor como una decisión loca que nos empuja a hacer cosas absurdas, como si eso fuese lo único a lo que nos lleva. El amor a los amigos te lleva a crear una familia, a base de decisiones, que son el respaldo y la compañía en tus momentos de dureza, quienes te protegen las espaldas en las trincheras de la vida. Y así con todos los amores de tu vida. No es una idea utópica o absurda, no es un cuento infantil, porque lo cierto es que lo que nos empuja a sentir cariño hacia los demás es el amor y sin cariño no hay amistad, no hay confianza, no hay uniones, no hay conexiones. 

El amor nos hace madurar y crecer. Todas las formas de amor nos llevan hacia esa meta, nos guían por ese sendero. Porque conforme más años tenemos, somos más capaces de diferenciar qué es el amor para nosotros y qué no, somos más conscientes de cómo cuidarlo y protegerlo, también de qué formas de amor encajan mejor con nosotros. Ya no nos vale cualquiera, la madurez de la vida y hacia la que nos ha llevado también nuestro amor propio nos hacen darnos cuenta de que nuestros deseos, decisiones, nuestra alma o nuestra esencia encaja en unas u otras formas de amor, y no en esas donde tantas veces nos habíamos esforzado por hacer "click".

Amor también es sacrificarse. Sacrificarse para uno mismo, pero también sacrificar algo que te importa para los demás. En la vida vas a tener que aprender a vivir entre el polo del egoísmo sano y el polo del desapego o sacrificio, a veces tendrás que soltar cosas, dejarlas ir o dar en abundancia hacia otros; la paradoja del amor y de sus infinitas caras. 

 No cuantifiques el amor, no lo hagas tampoco en años, ni en meses, ni en días... Se puede sentir amor por las personas durante toda la vida, incluso aunque ya no las veas más. También se puede sentir amor verdadero durante un instante, durante años, durante días... Y que luego ese amor cambie de nuevo. El tiempo es relativo y muchas veces, para las cosas que realmente importan, el tiempo es irrelevante.

No cuantifiques el amor pensando que amabas más a unas personas que a otras, porque el amor no tiene una báscula donde le puedas poner un peso y desde ahí un valor de mayor o menor, tampoco tiene una unidad de medida, ni una unidad de magnitud o numérica. El amor escapa a esos esquemas lógicos repletos de cálculos. No se quiere más o menos a la gente, se la quiere diferente. No se ama más o menos a la gente, se le ama diferente. 

Hasta que no logres entender esto, no podrás ser testigo consciente de cuántas formas de amor entran en contacto contigo a diario y cómo al interactuar contigo dan un valor incalculable también a todas tus experiencias, incluso a las cotidianas. 


sábado, 21 de noviembre de 2020

Personas que son sanación:


No podemos dividir a los que amamos de lo que han vivido, aunque nos moleste. Ni ellos pueden dividirnos a nosotros de lo que nosotros hemos vivido, aunque les pese. No se puede separar el "ser" de lo que éramos y vivimos en aquel entonces, sin embargo, sí podemos introducir luz en nosotros y en ellos. Nada es inmóvil dentro de nosotros, incluso aunque forme parte de un pasado que ya no podemos modificar.

Resulta que ese sentir en nuestro interior aún está dispuesto a una nueva transformación. En ocasiones ocurre que nos hemos empecinado tanto en querer transformar algo, que al no encontrar resultado hemos arrastrado una amarga sensación de frustración y de cansancio, pero ¿quién podía adelantarnos que algunas de esas marcas en nosotros existen para otros? Dicho con otras palabras, a veces esa "magia" de la vida (para aquellos que aún están abiertos para, hacia, algo más en la vida, separados de los significantes lógicos y que a veces resultan vacíos) tenía un plan tan bien cosido que en el fondo hasta la vivencia más dolorosa parece tener una conexión directa con algo que nos ocurre en el futuro y en ese futuro hay "otros"; "otros" que observan lo que somos, lo que fuimos y posiblemente lo que creerán que seremos. 

Otro(s), que con sus intenciones introducen luz en nosotros, en una realidad donde nos tocó soportar un sufrimiento y ahora "otros" comparten dulces bálsamos que nos calman. Y quizás ahí encontraremos esa razón de lo que ocurrió... Porque los capítulos de la vida se siguen de cerca, inter-conectados a través de nuestra propia existencia y conforme sigamos existiendo serán todos esos "capítulos" consecutivos y relacionados. 

 Hay personas que llegan a nuestra vida como un poderoso rayo de luz, no se sabe durante cuánto tiempo estarán porque la vida es caprichosa y nosotros, a veces, aún somos niños en pañales tomando decisiones de adultos. Llegan personas que sin decir nada lo están diciendo todo. Personas que sanan, así como las hay que hieren, pero las primeras nos hacen conectar con algo nuevo que en un camino áspero y duro resulta como la fragancia de una flor salvaje, inesperada, con la que nos hemos cruzado una mañana que decidimos hacer senderismo por el campo. No es un aroma que reconozcamos, no es el picazón de una ortiga que nos irrita... Esto es algo nuevo, una forma de amor que entra en nosotros y nos ayuda a conectar con el entusiasmo aunque solo sea por un segundo. Es una forma de esperanza que nos aporta brisa fresca.

Porque igual que existen personas que hacen daño, que duelen y destruyen, también las hay que sanan, que construyen y que aportan. Y quizás, todas aquellas personas que te destruyeron solo estaban haciendo hueco dentro de ti para que otras llegasen y que con la innata conexión humana te ayudasen a construir algo nuevo, algo que no podrías haber empezado a edificar dentro de ti si no se hubiese creado ese hueco, ese vacío, con aquella amarga destrucción. Quizás tenemos un espacio limitado dentro de nosotros.

                     - quizás todo estaba mágicamente planeado para que estés en este presente y no antes.