Una madre se sacrifica para tirarse años de misión y así conseguir el dinero que dará una vida mejor a sus hijos. El sacrificio es también una forma de amor cuando se hace por un bien mayor. |
Somos el resultado del amor. Del amor que ponemos en nuestras acciones, del amor que nos sentimos hacia nosotros mismos, del amor que otros sienten también hacia nosotros, del amor que sentimos hacia otros. Una parte importante de nuestras acciones y decisiones se basan en amor, otras no y nos gustaría que fuese que sí para poderlas justificarlas con lo que da más "razón de ser" a nuestra existencia.
Necesitamos formas de amor en nuestra vida, aunque vivimos acojonados, sin embargo nos empapan a diario. Vivimos acojonados, acongojados, miedosos... Porque asociamos la palabra "amor" a una única realidad, rígida, inmóvil, sólida... Sin embargo, amor son muchas cosas, algunas puede que ya las conozcas y otras puedes que las vayas a conocer ahora.
Las formas de amor son inescrutables e infinitas, empezando por el amor que nuestros progenitores o tutores han puesto en nosotros, pasando por otros gestos como la generosidad de los que nos rodean, la ayuda que nos ofrecen quienes nos valoran, la apreciación de nuestros amigos o el cariño de nuestra pareja. Hay muchas formas en las que el amor está presente, desde un sincero y honesto "Hola, ¿cómo estás?", hasta un hermoso "deseo que hoy tengas un buen día". Formas de amor también son cuando alguien nos recuerda nuestro valor personal, sobre todo cuando nos ve de capa caída, taciturnos y embriagados por la tristeza.
Las buenas intenciones también están impregnadas de amor. Los detalles en lo cotidiano rebosan amor. Que alguien se presente en nuestra casa con un pack de cervezas y una divertida película para pasar el rato, es otra forma de amor. La mayoría de los seres humanos tenemos la capacidad de amar, ocurre que hemos asociado el verbo amar, y el sentimiento, a una única verdad absoluta, despojándolo de su innata polivalencia para aparecer en cualquier instante de nuestra vida. Todas nuestras relaciones personales se basan en formas de amor: el compañerismo, la amistad, las parejas, la familia... Todas ellas son estructuras que se consolidan en formas de amor.
Las formas de amor también son los agradecimientos, las risas, el cuidado físico, las llamadas, los mensajes, los buenos deseos, las caricias, los abrazos, los besos y el sexo. El sexo es una de las formas donde el humano puede explorar la forma más física y salvaje del amor. Existen tantas formas de amor, de demostrar afecto, como de personas hay en el mundo.
Desgraciadamente seguimos cuantificando el amor, lo hacemos cuando ponemos una etiqueta de "mejor amigo" a alguien que queremos, lo hacemos cuando preguntamos si nos quieren mucho o más, lo hacemos cuando intentamos introducir algo etéreo, pero sentido, en unos moldes de hormigón establecidos por nuestra incapacidad para vivir sin etiquetas.
No cuantifiques el amor, el amor se da en la medida que se puede en cada circunstancia, con cada persona o animal y en cada momento. El amor cambia, las formas de amor cambian, ellas se adaptan a nosotros y nosotros nos adaptamos a ellas. El amor no desaparece, solo cambia de lugar, solo se transforma en otra forma diferente. Dicho de otro modo, una amistad puede evolucionar a un amor en pareja y un amor en pareja puede evolucionar a una amistad. Ahí el amor no se ha ido, se ha cambiado de ropa pero sigue presente. Todos tus vínculos, todos lo que te importan, están nutridos con amor, porque no podría ser de otra forma.
No cuantiquéis el amor, solo podemos vivirlo. No imaginéis el amor como las películas donde te enseñan que todo es un camino de rosas, el amor es un ejercicio diario contigo mismo y con los demás. Todos los días decides amarte, quererte y valorarte, todos los días das pasos para tu mayor bien, para mejorarte, para superarte... Igual haces con las relaciones que te rodean, tú decides seguir alimentándolas y cuidándolas por el amor que os une. Es una decisión diaria, empujada por nuestra parte más sensible, por nuestra parte más humana.
Asociamos con rapidez el amor como una decisión loca que nos empuja a hacer cosas absurdas, como si eso fuese lo único a lo que nos lleva. El amor a los amigos te lleva a crear una familia, a base de decisiones, que son el respaldo y la compañía en tus momentos de dureza, quienes te protegen las espaldas en las trincheras de la vida. Y así con todos los amores de tu vida. No es una idea utópica o absurda, no es un cuento infantil, porque lo cierto es que lo que nos empuja a sentir cariño hacia los demás es el amor y sin cariño no hay amistad, no hay confianza, no hay uniones, no hay conexiones.
El amor nos hace madurar y crecer. Todas las formas de amor nos llevan hacia esa meta, nos guían por ese sendero. Porque conforme más años tenemos, somos más capaces de diferenciar qué es el amor para nosotros y qué no, somos más conscientes de cómo cuidarlo y protegerlo, también de qué formas de amor encajan mejor con nosotros. Ya no nos vale cualquiera, la madurez de la vida y hacia la que nos ha llevado también nuestro amor propio nos hacen darnos cuenta de que nuestros deseos, decisiones, nuestra alma o nuestra esencia encaja en unas u otras formas de amor, y no en esas donde tantas veces nos habíamos esforzado por hacer "click".
Amor también es sacrificarse. Sacrificarse para uno mismo, pero también sacrificar algo que te importa para los demás. En la vida vas a tener que aprender a vivir entre el polo del egoísmo sano y el polo del desapego o sacrificio, a veces tendrás que soltar cosas, dejarlas ir o dar en abundancia hacia otros; la paradoja del amor y de sus infinitas caras.
No cuantifiques el amor, no lo hagas tampoco en años, ni en meses, ni en días... Se puede sentir amor por las personas durante toda la vida, incluso aunque ya no las veas más. También se puede sentir amor verdadero durante un instante, durante años, durante días... Y que luego ese amor cambie de nuevo. El tiempo es relativo y muchas veces, para las cosas que realmente importan, el tiempo es irrelevante.
No cuantifiques el amor pensando que amabas más a unas personas que a otras, porque el amor no tiene una báscula donde le puedas poner un peso y desde ahí un valor de mayor o menor, tampoco tiene una unidad de medida, ni una unidad de magnitud o numérica. El amor escapa a esos esquemas lógicos repletos de cálculos. No se quiere más o menos a la gente, se la quiere diferente. No se ama más o menos a la gente, se le ama diferente.
Hasta que no logres entender esto, no podrás ser testigo consciente de cuántas formas de amor entran en contacto contigo a diario y cómo al interactuar contigo dan un valor incalculable también a todas tus experiencias, incluso a las cotidianas.
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