El mundo, la vida en si misma, me sorprede a cada paso y yo... Bueno, me dejo engatusar dulcemente.
Es en este preciso momento, cuando siento que he llegado al cielo sin tocar una sola nube, sin besar una sola estrella... Y es precisamente eso lo que me hace sentir más afortunada, no tocar una sola nube ni besar una sola estrella, porque la verdad es que a las nubes hay que dejarlas libres y a las estrellas hay que dejarlas que nos besen a nosotros con su zalamero tintineo.
En esa belleza del aprendizaje sagrado me encuentro, rodeada de maestros humildes y nobles que responden a las plegarias, conscientes e inconscientes, de mi alma. En éste tiempo, donde tengo muchos segundos para pensar en soledad, para rezar, para comer, para acariciarme, para llorar, para chillar, para reír... Pero sobretodo para sentir, he buscado infinitamente una respuesta a esa necesidad innata de encontrar razón y armonía incesante en mi vida, y aunque lo cierto es que siento que aún esa pregunta queda sin respuesta, lo que no cabe duda es la singular manera que dispone la vida para que vaya descubriéndome a mi misma ¿y por qué no? ¡También a los demás!.
Enlazarme sinuosamente con la libertad inherente en mi ser, esa fidelidad extrema a mi misma y esa dudosa manera de aventurarme cada día un poco más en el verdadero significado de la vida, en general... Me ha llevado a tomar decisiones y rechazar otras que a día de hoy me han traído a este presente, puede ser que así a simple vista mi vida no ha recibido demasiadas modificaciones en este corto margen de tiempo, pero no es a simple vista donde se observa lo verdaderamente importante y aquí quería yo llegar, a este inciso reflexivo de cómo la percepción y el sentir cambian de la noche a la mañana por tomar la confianza suficiente para decir sí a otro tramo de aventura desconocida. En mi caso han sido un conjunto de sucesiones: decidí pasarme un tiempo desconectada de las redes sociales, saqué todo mi arsenal para defender con orgullo y amor el mayor de mis esfuerzos diarios, encontré la manera de amar lo que hacía o al menos agradecerlo de alma y por último y quizás lo más importante en este corto periodo de tiempo... De la noche a la mañana decidí formar parte de la rutina de alguien que me está transmitiendo mucho sin pedir nada.
Esa persona es un ejemplo de positivismo, inteligencia, superación, constancia, independencia y sobretodo de felicidad, algo que a tantos les cuesta encontrar y valorar. Su condición quizás sea la mayor maestra que le ha llevado a vivir la vida como de verdad hay que hacerlo: con los brazos abiertos y el corazón en el pecho. Y os hablo de ella porque quizás tenga tanto que transmitiros como me transmite a mi. Os invito a conocer a Maribel Picó Mas, escritora a tiempo completo, estudiante s tiempo parcial, persona llena de vida y dadora de emociones, enseñanzas en silencio y con humildad, una maestra en toda regla que en lo único que se diferencia del resto es que su condición la lleva a observar la vida desde la intensidad de la pureza, libre de prejuicios que puedan obstaculizar el impulsarse a seguir luchando por sus sueños.
Aquí tenéis su web: www.maribelpicomas.com
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