¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

sábado, 14 de septiembre de 2019

Improvisar y los puenting del amor:


(El título de este post surgió después de escribirlo)

Supongo que como a la mayoría, algunos de mis planes se me fueron al garete y se nos fueron al garete. Algunas cosas no surgieron. Otras no ocurrieron ni como teníamos pensando. Algunas carecían de fuelle, otras fueron una cadena de errores que dieron como consecuencia un desastre monumental... Porque como la mayoría, yo no sé cómo vivir y estoy improvisando.

Voy a ser honesta con ustedes y conmigo, porque al final en estos procesos lo más difícil es precisamente eso tan doloroso que emerge del fingir. Y se acabó el fingir. 

No soy ni seré la mejor persona del mundo, pero tampoco soy ni seré la peor persona del mundo. Cuando vivo, vivo con intensidad. Cuando amo, lo hago con completo cariño. Cuando camino, procuro estar presente. Y cuando me pierdo... Termino en unos laberintos muy complicados, aunque lo bueno es que saco de ellos enormes aprendizajes que más tarde, con tiempo, evolucionan en profundas sabidurías. 

A veces las noches se me hacen eternas, me gustaría que el tiempo pase más rápido, a la vez me asfixia el pasado mañana y al mismo tiempo me aprisiona la sensación de un pasado demasiado cargado, no recomendado para corazones sensibles, como pueden describir en algunas recetas de pastillas que manda el doctor. 

Tengo la amarga sensación de haberme anclado y el pánico a quedarme ahí colgando, atorada en medio de ese lugar inhóspito sin salida. He adquirido otras formas de pensamiento y planteamiento y he tomado cartas en el asunto, he comenzado a bordar la historia de otro posible futuro más centrado en mi propio bienestar, pero aún está tierna la herida que tanto sangra y me apuñalo con miles de preguntas cuando llega el ocaso; ¿acaso no lo vi venir? ¿por qué me siento tan culpable? ¿a qué se debe inmenso tamaño de mi pena? ¿mi vida se ha convertido en una zancadilla constante? ¿donde terminaré?... Y al final de tanto bombardeo solo me queda una cosa por decir: lo siento, mucho. 

Que me perdone el amor por haberle confundido y haber caído en un lugar que me ha hecho salir mucho peor de cómo entré. Uno no busca que una relación le sane, pero sí espera un remanso de paz donde sanarse a si mismo mientras alguien hace guardia en la puerta de la cueva donde te lames las heridas. Mi fallo quizás sea el ideal de lo humano, obviando la realidad cruda tan difícil de digerir. 

Como buena piscis tomar la decisión de una despedida es algo que se me hace inmensamente complicado, he debido llegar al límite de mi paciencia y soporte para poder lanzarme de esa manera. Los piscis no son muy desapegados, en general, somos más bien comunitarios. 

Activos en la bondad hacia el entorno y también en general tendemos a compartir, ayudar, empatizar. Quizás tenemos demasiado de todo eso, lo cual precisamente es lo que nos hace tan vulnerables y luego la vulnerabilidad requiere de ciertos resortes para no terminar hecho trizas, aunque seamos sinceros... Muchas veces terminamos siendo un millón de pedacitos más enanitos de lo que ya éramos y de nuevo toca la reconstrucción. Menos mal que somos agua y el agua se adapta... qué difícil sería si fuésemos cemento, hormigón o roca. 

Este texto es un simple desahogo terapéutico que comparto con todos ustedes con la intención de seguir aportándoles algo y a la vez conseguir poner en paz una parte de mi psique y de mi corazón. Y como terapia que es, toca reconocer cosas a las que me resisto. A día de hoy me siento mal reconociendo con amplitud y sinceridad que he amado mucho, que nadé a contracorriente con todas mis fuerzas y que a pesar de haber enseñado dientes a personas que me advertían, decidí perderlo todo por mi absurda creencia. ¿Y saben la conclusión que saqué? A menudo nos enamoramos más de lo que tenemos en la mente, de nuestra creencia, que de lo que es palpable y evidente. 

Yo veía luces donde todos veían sombras, incluso cuando sonreía. Hasta que las sombras fueron tan poderosas que me sacaron de una sacudida la absurda idea que tenía. Fantaseosa realidad. ¿Y saben lo que pasó? Eso encendió una ira y una rabia que yacían pausadas en mi interior, aunque a la espera, porque algo ya me lo iba advirtiendo pero como buena ilusa no quise escucharlo ni verlo. 

También hay que pasar por duelos de relaciones tóxicas. En primer lugar desprenderse de la idea de volver, porque desgraciadamente el humano tiende a las mismas dinámicas con las mismas personas. Así lo tiene normalizado en su cerebro y solo un milagro, o un sobre-esfuerzo, lograría sacarlo de ese patrón. 
En segundo lugar despedirse de la persona, la persona que eras tú y también la persona con la que estabas, incluso con las cosas buenas que pudieseis tener a solas y en conjunto. En tercer lugar, también muy importante, admitir que existió una forma de ideal mental (tuyo propio, auto-convicción) que te hizo soportar y aguantar hasta desgastarte. En el amor no todo vale y en la guerra tampoco. Siempre hay códigos y quienes los saltan están saltando algo más que unos límites de moralidad, ética, respeto y educación. Hay algo sagrado trazado ahí y una vez que se salta a la torera, todo de desmantela y se hace añicos. 

Me lo advirtieron después; es normal que tengas momentos de tristeza. Aparecerán de repente. Incluso sin ninguna señal. Estarán ahí... Es normal, tu cerebro está creado una nueva estructura y haciendo limpieza te pondrá todo patas arriba. Se lo compartí en el texto anterior pero se lo vuelvo a decir ahora... Para que quien se sienta identificado sepa que no está loc@. 

Una buena limpieza de armario requiere de un previo desorden para elegir buenas prendas y deshacerse de las que ya no nos sirven. Una buena limpieza de alma, corazón, cuerpo y mente requiere también de cierto caos, para elegir concienzudamente y deshacerse responsablemente de lo que ya no nos sirve.

Quizás una de las cosas más difíciles de llevar es la propia sensación de soledad. Aunque muchos te acompañen, te agarren de la mano o te ofrezcan una casa donde tomar un café y llorar sobre un hombro, lo duro de esa "limpieza" es que tienes que hacerlo a solas, porque esa compañía física no puede hacer ahínco en la profundidad donde debes sumergirte para cambiarlo todo. Y a eso, amigos míos, se le llama toma de consciencia (una de las mil millones de maneras que existe).

Madurar duele y madurar a base de palos duele el doble. Vamos amoratados, resistiéndonos con todas nuestras fuerzas y aferrándonos a la ilusa idea de que en otra ocasión será. Pero toca abrir los ojos y admitir: debemos responsabilizarnos de nosotros mismos, de lo que permitimos, de a quién abrimos la puerta y sobretodo debemos responsabilizarnos del salto de amor que hacemos. Porque cuando uno entra en una relación da un cósmico salto de amor y no lo hace forzado.

El salto de amor es como el puenting: realmente nadie te puede obligar a hacerlo. Y realmente te pone a mil por minuto y sueltas una adrenalina increíble. Pero luego toca responsabilizarse: fue tu decisión, la de nadie más. Y recoger todo lo que hemos dado, mientras lloramos como niños abandonados y desconsolados y volvernos a refugiar en nosotros, porque como en el interior de nosotros no se está en ningún sitio, y menos en un sitio donde hemos visto que no hemos sido bien queridos. Ni aceptados (posiblemente aquí pienses: ojalá si lo hubiésemos sido... Pero no lo fuimos. Toca tragar ese bocado duro da la vida).

Yo no sé vivir, estoy improvisando. A lo mejor llevo arrastras unas cuantas asignaturas y de ahí tanta dificultad, solo pido paz, armonía, serenidad. 

Me retiro de esto de los saltos de puenting amorosos y me voy a dedicar a hacer cosas tangibles mucho más fáciles de conseguir, como un futuro estable, una carrera, una fuente de ingresos y una vida material. Quizás así el corazón duela menos, porque soporto más el dolor de cabeza que el alma quejándose por haberla envenenado en un sitio donde nunca se sintió libre (y no quiero más jaulas para mi propio vuelo).

Les acompaño en sus sentimientos. Aquí tienen los míos para que vean que no están solos en estos asuntos de la vida.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Sanarse la herida de una relación muy dañina:


Al final de todo eso que arde, terminas encontrándote. Hay aromas que traen recuerdos, algún comentario, alguna frase, algún perfil parecido, algún acento o simplemente la mente que cuando hace limpieza lo pone todo patas arriba y de nuevo se te cruza un instante del pasado frente a los ojos. 

Sanarse de una ruptura no es fácil, pero sanarse de una ruptura de una relación muy dañina es aún más complicado. La esperanza es un gran alivio, pero a veces la usamos en condiciones donde no corresponde. Esperanzados somos capaces de abrazarnos a situaciones, a personas y a momentos que lejos de aportarnos, pueden llevarnos a un camino de desolación, profunda tristeza y destrucción. 

A menudo no oímos los primeros síntomas, las primeras señales que la vida, las personas, las situaciones... Nos ponen frente a los ojos, porque humanamente somos capaces de justificar que todo el mundo está evolucionando, que todo el mundo está aprendiendo, que todos necesitan tiempo para crecer, para darse cuenta, para progresar.  Luego esas situaciones se acumulan y son tantas que te asfixian, aunque aún ahogándote sigues justificando con la buena intención de la comprensión amorosa. Ese ahogo puede sacar de ti lo peor, es un acto de supervivencia, de defensa, es un resorte de una alarma interior importante... Y comienzan las dinámicas en círculos donde uno daña a otro, el otro se defiende dañando, de nuevo se vuelven a dañar... Y así constantemente sin parar. 

Lo más duro es el tiempo perdido, la sensación de agotamiento por haber vivido en una guerra continua y la culpa que arrastras después por haber caído, por haber hecho caso omiso a las señales que parecía no tener ninguna importancia pero que lo decían todo. 

No se puede tocar más fondo después de haber caído en una relación donde te han saboteado, destruyendo tu persona y te han ninguneado y maltratado juzgándote a diario. Yo solo quería amar, compartir, viajar, experimentar sano y vivir feliz... Porque tenía en mente que todas esas experiencias en pareja podían ser más enriquecedoras. Adoro compartir mi tiempo, mi sabiduría, mi atención y mi cariño, por eso imaginé que hacerlo en pareja sería algo mucho más gratificante. 

Juro que tenía buenas intenciones y por supuesto juro que amé desde lo más profundo mientras sentía que una parte de mi agonizaba histérica. El primer insulto tendría que haber sido suficiente, pero no lo fue, porque yo intento acompañar a otros en el proceso de evolucionar hacia la comprensión amorosa y así me dispuse con él. Iluminar su camino y hacer algo enriquecedor juntos. 

El primer abandono ya tendría que haberme puesto las pilas, cuando me caí al suelo y me dejó tirada en una calle de Madrid. Pero no lo fue porque de nuevo sentí que todo necesita ser perdonado para dar un cambio diferente a las cosas. 

Y así de constante. Cuando me llamó drogadicta y ahora me río con mis amigos pero aquello me creo un enorme estigma personal. Me plantee si realmente lo era, si yo era esa bala perdida que él decía que yo era, si era ese desastre que me decía que yo era... Si realmente no soy la persona que creo ser, si realmente lo he hecho todo mal en mi vida. Y dudé tanto de mi, que hice que una parte de mi se fuese y desapareció, ahora a veces vuelve pero no se siente a gusto para habitar en mi ser, tenemos que hacer las paces y sera un proceso lento y largo. 

No quiero que nadie se compadezca de mi. De hecho me responsabilizo y agacho las orejas admitiendo que voluntariamente elegí aquella situación y aquella pareja. No se puede cambiar a nadie, yo no podía cambiar su forma rígida, intransigente e hiriente de ver la vida y él no podia cambiarme a mi, a mis ganas de seguir vibrando experimentando lo que siento, compartiendo lo que vivo, aportando lo que puedo, permitiéndome que la vida entre en mi y me sorprenda a cada instante. 

Este es un texto para todas las personas que han pasado por algo así; sanarse la herida de una relación muy dañina, donde uno ha sido maltratado y humillado, requiere tiempo, paciencia y cariño. Tras eso vas en un vaivén y como me pasó a mi es posible que esa persona quiera volver a tu vida. Y como me pasó a mi, es posible que te lo replantees. Y como me pasó a mi, algo sucederá para demostrarte que las oportunidades se acabaron hace mucho y lo único que hiciste fue estirar y forzar una situación donde no podías sacar tu propia esencia. Y entonces te darás cuenta; con lo mucho que me ha costado salir, ya no quiero dar un paso atrás. 

Y aunque los sueños sean pesadillas agotadoras y tengas miedo a caer en enamoramiento. Y aunque sientas que has salido de una guerra, que te duele el cuerpo mientras tienes que seguir lidiando con las obligaciones de la vida. Y aunque a veces puedas dudar de si todo irá bien. Aunque te mueras de miedo... Es mejor morirse de miedo siendo una misma que atada a una persona que no te permite vivir bien. Habrá gente que te crea y estará a tu lado, muchos otros harán como que si pero será que no y habrá gente que nunca se pondrá a tu lado, pero tu realidad es solo tuya y no necesitas eso para confirmar y aceptar lo que ocurrió, ni tampoco para avanzar. 

Lo bueno de todo es que una vez fuera podrás recuperar la objetividad sobre ti, sobre la perspectiva que tienes del amor, sobre la vida. Y experimentar esa libertad te hará sentir cada día un poco mejor, haciendo que sanen las heridas donde solo recibías ataques porque todo lo que hacías estaba mal hecho. 

E integrarás con más fuerza que si algo no es sano, es hora de salir de ahí sin media explicación. Comprenderás que el amor es permitir ser al otro, el amor solo crece en respeto... Y lo verás muy claro: con tus amigos. Ellos te amarán y te esperarán con los brazos abiertos, y te recordarán con pequeños detalles la fuerza que tienes dentro. Te liberarás de una carga que te estaba matando en vida, que te volvía loca creándote una amarga sensación de disociación destructiva. 

Te lo vas a tatuar a fuego en el alma "si no hay tacto, si no hay respeto, si no aceptación, si no hay libertad, si no hay comprensión... entonces eso ya no es amor". 

martes, 3 de septiembre de 2019

Ojalá tener un manual debajo del brazo.


Hace tanto que no me paso por aquí que siento todo muy polvoriento. No sé si estaré a la altura de lo que hacía y de quien era, pero sentía la necesidad de compartir con ustedes lo vivido y quizás les sirva de algo.

Ojalá hubiese escuchado lo que no quise escuchar. Ojalá nunca hubiese ocurrido y no estaría ahora tan rota y tan mal. Ojalá aprendiese sin necesidad de darme golpe tras golpe. Pero no es así y eso es algo que desgraciadamente a día de hoy ya no puedo cambiar.

A veces pienso que si fuésemos aves, gatos o lobos otro gallo nos cantaría y sabríamos amar, amarnos bien, sin dolor, sin daño, sin abuso, sin tonterías... Pero no lo somos y nos rompemos los unos a los otros. Es entendible cuando uno es nuevo en esto de amar y hay actos, involuntarios y sin maldad, que pueden dañar... ¿pero qué ocurre cuando se da otra realidad? Una mucho más difícil de aceptar.

El ser humano es el peor enemigo del ser humano, no me cabe la menor duda. Podemos hacernos trizas normalizando lo que va a contranatura del bienestar, de la paz y de la armonía. En algo que debe ser tan sencillo como amar, somos capaces de crear un campo de batalla antes que un valle florecido y en paz.

Estamos normalizando la intensidad desmedida en las relaciones, haciendo que nos turbien e impidiendo que relativicemos. Hemos normalizado la tensión, las exigencias, el apego sin límite... Y en general se observa que está muy normalizado lo tóxico. Somos adictos a la toxina de una relación tumultuosa y eso nos lleva de cabeza a situaciones abusivas e injustas. Pensamos, o hemos sido criados, con la creencia de que el amor es complicado... Y entonces pasamos por el aro con todo.

No vemos más allá. El amor complicado hace referencia a dos humanos abriéndose y conociéndose,  conviviendo y madurando... No hace referencia a discusiones diarias, vejaciones, daño, batallas, ataques... Es aquí donde uno necesita armarse de valor y ver objetivamente.

La música habla de amores complicados. La poesía describe amores imposibles. El arte nos lleva a amarres de amores. Y el descontrol emocional nos empuja de cabeza a esas situaciones.

La emoción es bella, como un diamante que habita dentro de nosotros y nos permite ver la hermosura de la vida desde un prisma singular. Sin embargo, la emoción pierde su naturaleza increíble cuando nos ciega y no nos permite posicionarnos con los pies en la tierra.

Estamos acostumbrados a amores inmaduros. Cumplimos años y aún nos seguimos abrazando, enredando y comprometiendo en amores inmaduros. Y de ahí salimos medio locos, todo rotos, descolocados y desorientados, como pedos de borracheras que se van de las manos.

Qué difícil es decirse a una misma: lo has hecho mal, no has escuchado ningún consejo y te fuiste de cabeza contra tu propia destrucción. Una destrucción con unos bellos abdominales, un acento exótico y un pelo frondoso que te decía mi amor mientras cruzó los límites del respeto como nunca hay que cruzarlos... Lo has hecho tan mal que hasta siento que me merezco esto que ahora cargo.

Ojalá hubiese llegado a esa reflexión mucho antes. A ese poder. Ojalá... Esa puede ser la guía que lobos, aves y gatos traen consigo para crear esos vínculos sanos afectivos.

Los 27 y su reflexión de la vida. Revolucion saturniana para ponerme frente a las cuerdas y recordarme a partir de ahora una promesa básica: que sea una relación adulta, madura, para que sienta que se encuentra a la altura y poder ir avanzando.

No nos damos cuenta pero esas caídas repetidas en relaciones inmaduras nos frenan la vida y eso es un tiempo irrecuperable. Mi parte infantil desea que todo se hubiese dado como esa expectativa que yo tenia: una amistad amorosa donde nace una relación sana; una compenetración donde aceptarse mutuamente sin condiciones. Pero mi parte madura acepta la realidad, agacha las orejas, se lame las heridas, llora la rabia y aprieta los dientes.

No permitan que nadie abuse de ustedes. Que nadie corrompa su ser y su esencia. No permitan que les insulten y menosprecien con la excusa del amor. Elijan amores maduros donde no tener que vivir esos patrones extremos y sin sentido. Elijan siempre desde la obtención del progreso propio, así la vida no pondrá en su camino personas que les frenen, solo dispondrá personas que les sumen.

¿Cuanto tardan este tipo de escombros en recuperarse y convertirme en quien era? Me echo de menos y me siento tan destrozada que me cuesta mantener la mente clara.