Al final de todo eso que arde, terminas encontrándote. Hay aromas que traen recuerdos, algún comentario, alguna frase, algún perfil parecido, algún acento o simplemente la mente que cuando hace limpieza lo pone todo patas arriba y de nuevo se te cruza un instante del pasado frente a los ojos.
Sanarse de una ruptura no es fácil, pero sanarse de una ruptura de una relación muy dañina es aún más complicado. La esperanza es un gran alivio, pero a veces la usamos en condiciones donde no corresponde. Esperanzados somos capaces de abrazarnos a situaciones, a personas y a momentos que lejos de aportarnos, pueden llevarnos a un camino de desolación, profunda tristeza y destrucción.
A menudo no oímos los primeros síntomas, las primeras señales que la vida, las personas, las situaciones... Nos ponen frente a los ojos, porque humanamente somos capaces de justificar que todo el mundo está evolucionando, que todo el mundo está aprendiendo, que todos necesitan tiempo para crecer, para darse cuenta, para progresar. Luego esas situaciones se acumulan y son tantas que te asfixian, aunque aún ahogándote sigues justificando con la buena intención de la comprensión amorosa. Ese ahogo puede sacar de ti lo peor, es un acto de supervivencia, de defensa, es un resorte de una alarma interior importante... Y comienzan las dinámicas en círculos donde uno daña a otro, el otro se defiende dañando, de nuevo se vuelven a dañar... Y así constantemente sin parar.
Lo más duro es el tiempo perdido, la sensación de agotamiento por haber vivido en una guerra continua y la culpa que arrastras después por haber caído, por haber hecho caso omiso a las señales que parecía no tener ninguna importancia pero que lo decían todo.
No se puede tocar más fondo después de haber caído en una relación donde te han saboteado, destruyendo tu persona y te han ninguneado y maltratado juzgándote a diario. Yo solo quería amar, compartir, viajar, experimentar sano y vivir feliz... Porque tenía en mente que todas esas experiencias en pareja podían ser más enriquecedoras. Adoro compartir mi tiempo, mi sabiduría, mi atención y mi cariño, por eso imaginé que hacerlo en pareja sería algo mucho más gratificante.
Juro que tenía buenas intenciones y por supuesto juro que amé desde lo más profundo mientras sentía que una parte de mi agonizaba histérica. El primer insulto tendría que haber sido suficiente, pero no lo fue, porque yo intento acompañar a otros en el proceso de evolucionar hacia la comprensión amorosa y así me dispuse con él. Iluminar su camino y hacer algo enriquecedor juntos.
El primer abandono ya tendría que haberme puesto las pilas, cuando me caí al suelo y me dejó tirada en una calle de Madrid. Pero no lo fue porque de nuevo sentí que todo necesita ser perdonado para dar un cambio diferente a las cosas.
Y así de constante. Cuando me llamó drogadicta y ahora me río con mis amigos pero aquello me creo un enorme estigma personal. Me plantee si realmente lo era, si yo era esa bala perdida que él decía que yo era, si era ese desastre que me decía que yo era... Si realmente no soy la persona que creo ser, si realmente lo he hecho todo mal en mi vida. Y dudé tanto de mi, que hice que una parte de mi se fuese y desapareció, ahora a veces vuelve pero no se siente a gusto para habitar en mi ser, tenemos que hacer las paces y sera un proceso lento y largo.
No quiero que nadie se compadezca de mi. De hecho me responsabilizo y agacho las orejas admitiendo que voluntariamente elegí aquella situación y aquella pareja. No se puede cambiar a nadie, yo no podía cambiar su forma rígida, intransigente e hiriente de ver la vida y él no podia cambiarme a mi, a mis ganas de seguir vibrando experimentando lo que siento, compartiendo lo que vivo, aportando lo que puedo, permitiéndome que la vida entre en mi y me sorprenda a cada instante.
Este es un texto para todas las personas que han pasado por algo así; sanarse la herida de una relación muy dañina, donde uno ha sido maltratado y humillado, requiere tiempo, paciencia y cariño. Tras eso vas en un vaivén y como me pasó a mi es posible que esa persona quiera volver a tu vida. Y como me pasó a mi, es posible que te lo replantees. Y como me pasó a mi, algo sucederá para demostrarte que las oportunidades se acabaron hace mucho y lo único que hiciste fue estirar y forzar una situación donde no podías sacar tu propia esencia. Y entonces te darás cuenta; con lo mucho que me ha costado salir, ya no quiero dar un paso atrás.
Y aunque los sueños sean pesadillas agotadoras y tengas miedo a caer en enamoramiento. Y aunque sientas que has salido de una guerra, que te duele el cuerpo mientras tienes que seguir lidiando con las obligaciones de la vida. Y aunque a veces puedas dudar de si todo irá bien. Aunque te mueras de miedo... Es mejor morirse de miedo siendo una misma que atada a una persona que no te permite vivir bien. Habrá gente que te crea y estará a tu lado, muchos otros harán como que si pero será que no y habrá gente que nunca se pondrá a tu lado, pero tu realidad es solo tuya y no necesitas eso para confirmar y aceptar lo que ocurrió, ni tampoco para avanzar.
Lo bueno de todo es que una vez fuera podrás recuperar la objetividad sobre ti, sobre la perspectiva que tienes del amor, sobre la vida. Y experimentar esa libertad te hará sentir cada día un poco mejor, haciendo que sanen las heridas donde solo recibías ataques porque todo lo que hacías estaba mal hecho.
E integrarás con más fuerza que si algo no es sano, es hora de salir de ahí sin media explicación. Comprenderás que el amor es permitir ser al otro, el amor solo crece en respeto... Y lo verás muy claro: con tus amigos. Ellos te amarán y te esperarán con los brazos abiertos, y te recordarán con pequeños detalles la fuerza que tienes dentro. Te liberarás de una carga que te estaba matando en vida, que te volvía loca creándote una amarga sensación de disociación destructiva.
Te lo vas a tatuar a fuego en el alma "si no hay tacto, si no hay respeto, si no aceptación, si no hay libertad, si no hay comprensión... entonces eso ya no es amor".
No hay comentarios:
Publicar un comentario