¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

martes, 3 de septiembre de 2019

Ojalá tener un manual debajo del brazo.


Hace tanto que no me paso por aquí que siento todo muy polvoriento. No sé si estaré a la altura de lo que hacía y de quien era, pero sentía la necesidad de compartir con ustedes lo vivido y quizás les sirva de algo.

Ojalá hubiese escuchado lo que no quise escuchar. Ojalá nunca hubiese ocurrido y no estaría ahora tan rota y tan mal. Ojalá aprendiese sin necesidad de darme golpe tras golpe. Pero no es así y eso es algo que desgraciadamente a día de hoy ya no puedo cambiar.

A veces pienso que si fuésemos aves, gatos o lobos otro gallo nos cantaría y sabríamos amar, amarnos bien, sin dolor, sin daño, sin abuso, sin tonterías... Pero no lo somos y nos rompemos los unos a los otros. Es entendible cuando uno es nuevo en esto de amar y hay actos, involuntarios y sin maldad, que pueden dañar... ¿pero qué ocurre cuando se da otra realidad? Una mucho más difícil de aceptar.

El ser humano es el peor enemigo del ser humano, no me cabe la menor duda. Podemos hacernos trizas normalizando lo que va a contranatura del bienestar, de la paz y de la armonía. En algo que debe ser tan sencillo como amar, somos capaces de crear un campo de batalla antes que un valle florecido y en paz.

Estamos normalizando la intensidad desmedida en las relaciones, haciendo que nos turbien e impidiendo que relativicemos. Hemos normalizado la tensión, las exigencias, el apego sin límite... Y en general se observa que está muy normalizado lo tóxico. Somos adictos a la toxina de una relación tumultuosa y eso nos lleva de cabeza a situaciones abusivas e injustas. Pensamos, o hemos sido criados, con la creencia de que el amor es complicado... Y entonces pasamos por el aro con todo.

No vemos más allá. El amor complicado hace referencia a dos humanos abriéndose y conociéndose,  conviviendo y madurando... No hace referencia a discusiones diarias, vejaciones, daño, batallas, ataques... Es aquí donde uno necesita armarse de valor y ver objetivamente.

La música habla de amores complicados. La poesía describe amores imposibles. El arte nos lleva a amarres de amores. Y el descontrol emocional nos empuja de cabeza a esas situaciones.

La emoción es bella, como un diamante que habita dentro de nosotros y nos permite ver la hermosura de la vida desde un prisma singular. Sin embargo, la emoción pierde su naturaleza increíble cuando nos ciega y no nos permite posicionarnos con los pies en la tierra.

Estamos acostumbrados a amores inmaduros. Cumplimos años y aún nos seguimos abrazando, enredando y comprometiendo en amores inmaduros. Y de ahí salimos medio locos, todo rotos, descolocados y desorientados, como pedos de borracheras que se van de las manos.

Qué difícil es decirse a una misma: lo has hecho mal, no has escuchado ningún consejo y te fuiste de cabeza contra tu propia destrucción. Una destrucción con unos bellos abdominales, un acento exótico y un pelo frondoso que te decía mi amor mientras cruzó los límites del respeto como nunca hay que cruzarlos... Lo has hecho tan mal que hasta siento que me merezco esto que ahora cargo.

Ojalá hubiese llegado a esa reflexión mucho antes. A ese poder. Ojalá... Esa puede ser la guía que lobos, aves y gatos traen consigo para crear esos vínculos sanos afectivos.

Los 27 y su reflexión de la vida. Revolucion saturniana para ponerme frente a las cuerdas y recordarme a partir de ahora una promesa básica: que sea una relación adulta, madura, para que sienta que se encuentra a la altura y poder ir avanzando.

No nos damos cuenta pero esas caídas repetidas en relaciones inmaduras nos frenan la vida y eso es un tiempo irrecuperable. Mi parte infantil desea que todo se hubiese dado como esa expectativa que yo tenia: una amistad amorosa donde nace una relación sana; una compenetración donde aceptarse mutuamente sin condiciones. Pero mi parte madura acepta la realidad, agacha las orejas, se lame las heridas, llora la rabia y aprieta los dientes.

No permitan que nadie abuse de ustedes. Que nadie corrompa su ser y su esencia. No permitan que les insulten y menosprecien con la excusa del amor. Elijan amores maduros donde no tener que vivir esos patrones extremos y sin sentido. Elijan siempre desde la obtención del progreso propio, así la vida no pondrá en su camino personas que les frenen, solo dispondrá personas que les sumen.

¿Cuanto tardan este tipo de escombros en recuperarse y convertirme en quien era? Me echo de menos y me siento tan destrozada que me cuesta mantener la mente clara.

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