A partir de las 28 semanas de embarazo, se puede percibir con una ecografía el pálpito de un embrión. Es un latido que nos acompañará toda la vida, pero más allá del corazón, nos acompañará en el alma, en el interior. Porque cuando nuestro corazón comienza con su vibración natural, es cuando todo comienza a fluir a través de la intuición, de ese sexto sentido natural e innato en todo ser humano. Es esa sensación que nos recorre desde el dedo meñique del pie hasta el último pelito de nuestra cabeza.
Sentir un pálpito es una de las percepciones naturales más adoradas y rechazadas. Hay personas que no creen en sus propios "pálpitos" y se condenan a caer de manera habitual entre tropiezos y más tropiezos. Otros, sin embargo, sentimos el pálpito sagrado como una voz interior que proviene de la parte más sabia de nuestro interior.
"Siento un pálpito..." Es una frase muy singular y característica que llama la atención a cualquiera que la escuche, despierta las alarmas, porque ya sea éste pálpito algo bueno o algo no tan bueno, despierta la atención de la intuición y del pálpito del prójimo. El pálpito es el lenguaje de la intuición convertido en una traducción física a través de nuestro cuerpo, a través de nuestros órganos, de nuestros músculos, de nuestra piel... Cuando el pálpito avisa, la piel se eriza, el estómago se mueve, el corazón se acelera, el pelo se levanta y por la espalda nos recorre un escalofrío.
Si el pálpito es referente a algo bueno, que tenemos toda la convicción de que ocurrirá, una felicidad inminente nos gobierna y conquista y entonces, antes incluso de que ocurra aquello que nosotros ya vemos como una premonición, la felicidad nos enriquece y nutre. Igual ocurre cuando el pálpito es por algo que no es tan bueno, la sensación de tristeza o angustia que acompañe ese futuro acontecimiento llega antes que el "acontecimiento en si" y nos prepara para la difícil realidad que podremos vivir.
El pálpito es lo que nos empuja a luchar por nuestros sueños y nuestras ilusiones. También es como un amigo, íntimo y poderoso, que nos empuja a aventurarnos en caminos desconocidos pero que nos llenan de ilusión. No es raro sentir un pálpito revitalizante cuando sabemos que tenemos que tomar una decisión realmente positiva y enriquecedora que cambiará toda nuestra vida, también sentimos un grandioso pálpito cuando nos atrevemos a viajar y aún más grande y poderoso es el pálpito que nos conquista cuando nos enamoramos hasta los huesitos, de una manera en la que nunca nos habíamos enamorado.
A veces sentimos un pálpito cuando nuestra mirada se cruza con la mirada de un animal que necesita nuestra ayuda. Sentimos un pálpito cuando damos un abrazo o un beso, cuando cruzamos media palabra o cuando aplicamos a una nueva posición laboral.
El pálpito, es como ese consejero y ese apoyo fiel que nos acompaña hasta el fin de nuestros días, es como ese soporte que nos sostiene cuando vamos a tomar decisiones o cuando la vida requiere que caminemos con los ojos cerrados entre inescrutables senderos.
El pálpito está conectado con el amor a la vida, con el tercer ojo de nuestra intuición, con nuestras mágicas percepciones y con el potencial de nuestro consciente y subconsciente. El pálpito descubre una parte muy importante de los trucos de la existencia: la realidad en la que viaja el tiempo. Porque el pálpito nos suele hablar de momentos futuros, a veces inminentes y en otras ocasiones más lejanos, y al hablarnos de ese futuro nos muestra que la realidad en la que transcurre nuestra vida no es una línea recta como nos han hecho creer.
El corazón palpita, la vida a través de nuestro corazón también nos palpita y el universo se comunica con nosotros a través de inevitables pálpitos, como chivatazos que vienen desde lo más grande que existe.