Todos somos complejos. Ser humano es aceptar esa complejidad, que muchas veces encuentra sencillez cuando nos sentimos lo suficientemente cómodos como para hablar de ello y así ponerle nombre y definición a lo que sentimos, exploramos y mostramos.
Convivir con uno mismo es en ocasiones la convivencia más difícil que se nos va a dar. Nuestras palabras en el interior de nuestra cabeza pueden ser las más constructivas, pero también las que nos causen un choque más destructivo. Y es ahí donde debemos aceptar nuestra complejidad.
Somos un canal de experiencias, de sentimientos, de emociones, de pensamientos, de formas de inteligencias, de filosofías, somos el reflejo de educación, el resultado de influencias, de años de evolución, somos lo que queda de nuestra propia e intrínseca sabiduría y experiencia individual. Desde nosotros se expanden infinitas realidades y hasta nosotros llegan otras muchas. Es importante observar la complejidad de ese paquete que es el ser humano, para poder aceptarnos en nuestra totalidad.
Seres terrenales con experiencias espirituales, comportamientos biológicos, vidas pasadas, intuiciones mágicas, pensamientos lógicos, emociones y sentimientos. Junten todo eso en un mismo recipiente y como resultado les saldrá un magnífico y complejo ser humano. Aceptar que somos complejos, es lo único que necesitamos para expandirnos.
En muchas ocasiones nos sentimos culpables por ser complejos, por esa intensidad que forma parte de nuestro ser. Y esa culpa nos encierra, porque nos encoge, nos castiga, nos hace sentir desmerecedores. Sin embargo, aceptar nuestra complejidad es una forma de reconocerla y reconocer algo es el primer paso para tomas conciencia sobre ello y poder sacar partido de sus aspectos más positivos y trabajar sobre los negativos.
Para expandirse como ser humano y alcanzar nuevas metas (mentales, espirituales, emocionales, físicas...) Es necesario tomar conciencia de nuestra complejidad única e individual, y desde ahí aceptar.
Aceptar es un ejercicio arduo, porque supone ceder ante algo que nos puede chirriar. Algo que podemos llevar rechazando toda la vida. Algo hacia lo que damos la espalda. Y ese "algo" es una parte de nosotros, por lo tanto nos repudiamos a nosotros mismos.
Es fundamental, para expandirse de manera sana y en armonía, aceptarse a uno mismo. Aceptar lo difícil... La complejidad, los miedos, los patrones, las conductas, las rabietas, el pánico, la rabia, la frustración y la respuesta a esa frustración, lo que nos condiciona, la educación que hemos recibido, las conductas que hemos adquirido, las respuestas automáticas que nos acompañan... Si no aceptamos, nos limitamos y nos empequeñecemos. No regamos nuestro ser con humildad y completa voluntad para poder amarnos como nos merecemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario