No hay diferencia más grande que la que marca la indiferencia, el rechazo, el juicio y el prejuicio, la falta de amor y perdón, la falta de comprensión... Todo ello, junto o por separado, marca una diferencia tan enorme como un abismo.
Un acantilado por el que se precipitarán cientos de miles de oportunidades de crecimiento, conexión, aprendizaje y desarrollo. Cientos de miles de experiencias que nos habrían enriquecido aún más si cabe, que habrían añadido valor a nuestro conocimiento, peso a nuestra sabiduría y sobretodo, de entre todas las cosas nos habrían añadido amor al corazón... Porque todo ello surge de una gigantesca falta de amor.
Que la vida nos pille amando, así como Dios nos pille confesando y no ya confesados, de esta manera podríamos tener una delirante conversación que posiblemente sería lo que más nos acercaría a los cielos.
Que la vida nos pille amándonos, enseñando los dientes cuando alguien se empeñe en hacernos creer que no somos lo que realmente sentimos que somos. Luchando por mantener esa bandera propia que todos alzamos en el interior de nuestro ser, esa bandera que se llama valor personal. Que la vida nos vea ojiplática como no vamos a permitir jamás que alguien nos impida ser, estar, pensar y parecer como nuestra naturaleza amorosa nos ha aconsejado durante toda nuestra vida.
Que la vida nos pille amándonos, entre nosotros y así amando el mundo entero.
Uno no sólo ama a quien se enamora, uno ama las experiencias, las emociones, las situaciones, los momentos, los recuerdos, la familia, los compañeros animales que nos guían y aconsejan... Uno ama unas salvajes vistas desde un cañón natural que se abre camino a través de un salvaje río, porque uno es capaz de amar paisajes, olores, tactos como la suavidad del pétalo de una rosa, sabores como los dulces de la infancia...
Que la vida nos pille amando: amando todo lo que hemos hecho, aunque a veces nos hayamos sentido avergonzados por ello. Que la vida nos pille amando, amando quienes somos sin tener que obligarnos a un cambio inesperado, abrupto, doloroso y carente de amor propio. Amando quienes son y han sido otros.
Que la vida nos pille amando, amando a nuestros padres por la oportunidad que nos han brindado, aún con sus cientos de errores nos dieron la vida ¿qué podríamos ofrecerles a cambio? pues el hecho de amarla aunque a veces nos cueste sangre, sudor y lágrimas.
Que la vida nos pille comprendiendo, porque la comprensión es otra de las muchas formas en las que se expresa el amor. Podemos comprender a otros, aunque no hagamos ni vivamos de la misma manera que ellos. Podemos expandir el pecho y permitir la interacción con formas diferentes de filosofía, de creencias, de vivencias, de lenguajes... Aunque luego decidamos no quedarnos con nada de eso dentro de nosotros, pero el simple roce crea un nuevo jardín en el Edén hermoso de nuestros corazones.
Que la vida nos pille amando, amando de manera que permitamos a los demás ser, ser sin condiciones, mostrándose en su naturaleza más cruda y desnuda y que eso nos haga sentir honrados, privilegiados... Pues estaremos observando la mayor plenitud de la vulnerabilidad de un ser humano.
Que la vida nos pille amando, pues amar es la mayor manera de confesar que estamos vivos. Y el amor es la solución más natural y más sana que podemos usar en los tiempos que corren, rebosantes de ira, cólera y desdén.
Que la vida nos pille amándonos.
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