Somos la resistencia y estaremos ahí cuando todo pase.
Volveremos a viajar por el mundo, a quedar, a vernos las caras, a comernos a besos, a abrazarnos y a compartir cervezas, pitis, charlas, risas cercanas, abrigos, bufandas, volveremos a salir de fiesta, a correr por el campo, a disfrutar el mar... volveremos para lo que caiga. Volveremos a compartir las calles, las horas, los días. Pero ahora no, ahora toca estar unidos cada uno desde su propio nido, desde su propio rincón.
En estos tiempos de caos verdadero que vivimos y que nos acontecen, me gustaría compartir mis pensamientos, mis percepciones, mis visiones, mis sentimientos y todo aquello que he logrado vislumbrar entre tanto revuelo.
Les hablaré de una historia hermosa, aunque para los que me siguen de hace tiempo puede que les resulte familiar, e hilaré esa hermosa historia con lo que nos ocurre ahora.
En la mitología griega hay unos relatos cosmogónicos que hablan del dios Caos. Se dice que del Caos nació el universo ahora conocido. Que era aquello que existía antes de cualquier otro dios o de cualquier otra realidad conocida. La palabra en griego "caos" es un término que hace referencia a "algo que se abre" y que está relacionado con formas derivadas como "abrir una herida" o "herida" o incluso "abrir una caverna".
Quizás todo el Caos que ahora emerge de la situación actual que estamos viviendo todos nos permita abrirnos a una nueva realidad. Es innegable que esta situación nos abre heridas e incluso que nos abre en canal.
La soledad, estar encerrados en casa, las normas impuestas, las restricciones, estar separados de quienes amamos, el pánico colectivo, el lógico miedo que podemos sentir, separarnos de esa seguridad que habíamos convertido en rutina y estructura. Sentir como momentáneamente todo se viene abajo y nosotros nos encontramos caminando en la incertidumbre, sin ningún tipo de seguridad sobre lo que ocurrirá o hacia donde nos llevará todo; ahí hay heridas, incómodas, que escuecen mucho. Posiblemente nos toque trabajar directamente con sombras que desconocíamos, nuestras y de aquellos que forman parte de nuestra vida.
Al margen de todo ese aspecto más difícil de digerir, no podemos negar que somos la resistencia.
Somos capaces de crear donde muchos otros no ven ninguna oportunidad. Hemos salido de otras circunstancias difíciles, nos hemos recompuesto cuando alguien nos rompió el corazón, nuestra propia vida individual ha podido ser ya un Caos a pesar de que el entorno habitaba en una aparente armonía, en un aparente orden, en una aparente estabilidad y en un aparente "todo está bien, todo va bien".
Hemos podido ver a gente que amábamos morir antes de lo que nos correspondía, hemos podido vivir ya la soledad en primera persona... Ya hemos pasado por muchos Caos desde lo más profundo de nuestras entrañas y hemos sobrevivido. Hemos vivido a flor de piel crisis contra nosotros mismos. Hemos visto como alguien se rompía a pedazos y hemos estado muy preocupados esperando que recuperase la esperanza hacia la vida y que no tirase la toalla. Nosotros somos la resistencia, nosotros los de la vida intensa.
Les puedo asegurar que como la mitología griega decía, del Caos nace vida, una vida nueva. Y eso es lo que vamos a ver que ocurrirá, eso es lo que se mostrará frente a nuestros ojos y lo que viviremos en primera persona.
A veces para generar orden hay que poner toda la casa patas arriba y a partir de ahí encontrar la armonía y colocar cada cosa en el lugar que le corresponde. A veces para conseguir más cosas hay que dar un paso atrás y así tomar más impulso. Porque lo oscuro siempre esconde una belleza genuina difícil de describir, que sólo somos capaces de encontrar una vez que nos hemos metido hasta el fondo de esa oscuridad.
Puede que les suene a "típico" pero de verdad les puedo asegurar que todo irá bien. Nos tenemos los unos a los otros y ahora, más que nunca, podemos disfrutar, observar y apreciar el valor de ser humanos, la magia de ser humanos, la verdadera humanidad.
Como ocurre en el tarot, la carta de "La Torre" no es un sufrimiento infinito, no es un dolor constante que nos acompañará hasta el final de nuestros días. La Torre, que es "La casa de Dios", iguala al mismo nivel a todos, nos pone a la misma altura. Nos enseña a despojarnos, a cortar de raíz, a despedirnos, a ver como todo cae indiferentemente de quienes creíamos que éramos... Pero también nos enseña la fuerza de recomponerse, del renacimiento como el ave fénix que somos, nos enseña a encontrar infinidad de oportunidades entre los escombros de aquello que se ha venido abajo.
No se rindan. Entre tanto humo, entre tanto bombardeo... Lo mejor es ahora quedarse en casa porque objetivamente es en la cueva donde uno puede encontrarse a si mismo, y encontrándose a si mismo hallará la manera de conectar con esa nueva realidad que está naciendo. Ya me lo dijo mi Oso una vez "mantente a salvo en tu propia cueva, encuentra dentro de ti y una vez que lo halles, alza la vista hacia fuera y mira qué se dibuja en el infinito... Siempre hay una luz de esperanza para todo proceso, por duro que pueda ser".
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