¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

sábado, 28 de marzo de 2020

Tus ganas de vivir no están pausadas:



Habitan dentro de ti con ganas de ser reconocidas. Viven efervescentes bajo tu piel, en ese lugar cercano al corazón, que es como otro motor que nos impulsa y nos llena de chispa vital. Tus ganas de vivir se nutren de tu resiliencia y tu resiliencia es lo que te ha hecho salir más fuerte de todas las situaciones extremas que has podido vivir. Es el "súper poder" que te hizo comenzar con tu propio proyecto personal cuando estabas aterrado/a y no sabías si era lo correcto.

Tu resiliencia convirtió tus heridas y tus experiencias en unos pilares fundamentales dentro de tu  vida, se convirtieron en las tablas de tu sabiduría y de tu conocimiento, transformándote en alguien con más habilidades para salir adelante y con una enorme capacidad resolutiva.

Tus ganas de vivir se nutren de todos esos acontecimientos del pasado que parecían el fin de tus días y ahora se mueren de ganas por ser reconocidas dentro de ti. Porque a pesar de que tu vida parezca temporalmente pausada, lo cierto es que es imposible pausar las ganas de vivir.

Tus ganas de vivir te empujan a ser consciente de que siempre hay una poderosa luz detrás de amargos acontecimientos. Tus ganas de vivir son como esa lupa que te permiten ver con claridad y objetividad y así ayudarte a encontrar soluciones en un entorno que parece caótico y desbarajustado. Tus ganas de vivir estaban ahí mucho antes de tu actual existencia física, existían cuando en el camino del destino de tus antepasados tu futura presencia ya estaba escrita.

De hecho tus ganas de vivir son el resultado de cientos de antepasados que se aferraron a su propia luz vital para mantenerse cuerdos cuando las circunstancias eran especialmente adversas. Eres la llama que todos ellos dejaron encendidos esperando que todo pasara y manteniéndose lo más optimistas posibles con su propio camino, sin rendirse siguieron adelante en su propio sendero de vida y siguieron construyendo, aportando, rehaciendo... A pesar de la cantidad de veces que toda su vida se vino abajo o amenazaba con venirse abajo.

Eres el resultado de una compleja evolución, de un complejo linaje familiar, de un complejo y paradójico encuentro que unió causalidad y casualidad para que ahora estés justo aquí, viviendo esto, leyendo esto, aprendiendo de esto, creciendo con esto... Desde que venimos al mundo hasta que nos marchamos nuestro camino es una montaña rusa de experiencias inesperadas (y esperadas) que marcan nuestra personalidad y también marcan nuestro futuro inmediato y a largo plazo.

Nacer es un acto de valentía y coraje para la madre que trae esa nueva vida al mundo, pero también lo es para esa vida que inicia su propio camino. Desde ese primer instante todo es una prueba constante para mostrar nuestras ganas de vivir y esto no es algo que ocurra solamente con los humanos, es una parte fundamental de cualquier forma de vida. Estar vivo es precisamente aprender a conectar con las ganas de vivir y ahí se encuentra uno de los tesoros más importantes de esa experiencia, el tesoro que aporta sentido a todo.

Fuiste el espermatozoide más rápido. Sobreviviste a la experiencia de esa gestación. Naciste. Te has formado y te has hecho a ti mismo/a como has sabido y esa forma es tan válida como cualquier otra, has ido conformando aún más partes de ti según la vida venía dándote las experiencias que podías necesitar. Has vivido tu propia destrucción en varias situaciones y aún así has seguido con vida, te has recompuesto. Has conocido lo peor de ti y también lo mejor. Has salido bien parado/a de momentos que no le desearías a nadie a pesar de los daños colaterales que te han podido ocasionar... Es cierto que ahora el mundo al que estamos acostumbrados está en esa pausa temporal, es cierto que tu vida ha cambiado inesperadamente y que eso puede afectarte, pero tus ganas de vivir nunca paran y ahora menos.

La vida sigue su curso aunque nuestra zona de confort esté sufriendo una transformación importante  que nos obliga a adaptarnos con rapidez a las circunstancias. Circunstancias que escapan completamente de nuestro control, pero como suelo decir ahora toca colaborar con lo inevitable, fluir sin que nada influya y aceptar que siempre hay algo, por encima de nuestros propios planes personales y de nuestra necesidad de tenerlo todo bajo nuestras premisas, que va a escapar a nuestro alcance, saber esto y aceptarlo te hará más feliz.

Te hará más feliz porque puedes tirar toda una vida trazando el plan perfecto, pero hay tantos aspectos, detalles y acontecimientos que ocurrirán cuando menos te lo esperas y que afectarán de forma directa a ese plan, que lo mejor es aceptar y saber fluir a pesar de que esas circunstancias no encontremos una razón o un motivo que nos permita estar más tranquilos.

Tus ganas de vivir solo se pausarán el último día de tu vida y ese día no es hoy. Todos deseamos una vida con facilidad y sin obstáculos ni dificultad, pero eso no deja de ser una utopía porque precisamente vivir es para valientes y los valientes, como héroes de su propia existencia, tienen que enfrentarse a todas las pruebas que supone estar aquí. Recuerda esto cuando tu mente catastrófica te engañe y sobre-alimente a la ansiedad haciéndote sentir peor.

Todo esto pasará. Las respuestas que buscas están detrás de todo este extraño presente. Y cuando todo pase y volvamos a donde nos habíamos quedado, todos y cada uno de nosotros será alguien diferente.

Y esta experiencia quedará grabada a fuego en los registros de tu psique y tu espiritualidad y marcarán un punto de referencia importante dentro de quién eres, te ayudarán a verte con más autoestima, con más fortaleza, con más capacidad... Y las cosas que ocurran en el futuro, también inesperadas (porque siempre en la vida ocurren cosas que no son como esperábamos) te darán mucho menos miedo y te sentirás más preparado/a para afrontarlas.

Porque amigos/as míos esto es vivir de verdad, aunque a veces se nos olvide qué es.

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