¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

lunes, 30 de marzo de 2020

Siempre caes de pie:


Desde esa primera vez, ya siempre caes de pie. Hay un animal salvaje que habita dentro de ti, ese con el que conectabas cuando eras niño/a, que te empuja a cantar cuando te has quedado vacío/a, cuando se suponía que el mundo te tenía callado/a. Es el mismo que te empuja a luchar cuando los demás ya se dieron por rendidos/as, es quien te enseñó a lamerte cuando estabas mal herido/a. Desde aquella primera vez, siempre caes de pie. 

Siempre caes de pie como cuando tropiezas contigo mismo/a poniéndote excusas en los temas que más aportan a tu vida: autoestima, amor y mejora. Siempre caes de pie, incluso cuando los demás te tenían prácticamente contra las cuerdas, cuando sentías la presión en tu cara y comías el polvo de una vida que parecía únicamente desdicha. Incluso ahí, que terminaste sumergiéndote en la profundidad de un abismo, terminaste cayendo de pie. 

Caíste de pie cuando superaste tu terrible miedo a la soledad. Caíste de pie cuando te quedaste sin nada y con fuego en los ojos rugiste al universo, a la vida, al pasado, al presente y al futuro, sacando de tus entrañas una admirable capacidad para volver a dibujar un nuevo camino, un nuevo sendero y una nueva oportunidad. 

La primera vez solo fue la primera, pero hay cientos de miles de veces que vinieron después de esta. Estás repleto/a de esos instantes. Caíste de pie cuando encontraste belleza en una nube oscura que parecía teñirlo todo con una lúgubre e indigesta realidad. Caíste de pie cuando te encontraste, incluso después de haberte sentido perdido/a y sin solución. Caíste de pie cuando te sacudiste la pesadez y te salvaste a ti mismo/a de los peores momentos de tu vida. 

Caíste de pie cuando embriagado/a con la adversidad fuiste capaz de volver a ti, de encontrar la paz. Caíste de pie cuando reconociste tu fuerza indomable en ese reflejo que te devuelve el espejo cada mañana. Caíste de pie cuando, a pesar de la vulnerabilidad, te atreviste y dijiste tu "te quiero" más sincero... Aún arriesgándote a convertirte de nuevo en un ser roto en mil pedazos. 

Caíste de pie, aquella primera vez, no tenías otra opción. Y en ese momento aprendiste cómo hacerlo para volver a hacerlo una y otra vez, así hasta el día de hoy y también así será hasta el día de los próximos "mañanas" que nos esperan. 

Hemos perdido la cuenta, se ha quedado todo enlazado en un camino lleno de un montón de experiencias del pasado, donde sólo algunos contados recuerdos tintinean para llamar tu atención. He perdido la cuenta de todas tus propias experiencias, esos momentos donde te convertiste en la propia inspiración de tu existencia. 

¿Cuántas veces te sentiste atado/a de pies y manos? Y aún así sobreviviste sin ahogarte, como ese guerrero al que lanzan al mar amarrado con cadenas y le llevan al límite de su fuerza para enseñarle lo que de manera innata es capaz de hacer, de dónde es capaz de salir, cómo es capaz de sobrevivir y de volver a emerger... Eso es lo que ha hecho contigo la vida, desde aquella primera vez. 

Y ahora todas esas experiencias son la guía de tu propio camino, de tu propia vida. Es la luz que te está empujando para saber que de nuevo, pase lo que pase, caerás de pie. 

No vivimos con una bola de cristal para ser conscientes, con claridad, de lo que nos va a pasar. Pero pase lo que pase, somos resilientes indomables que sabemos levantarnos en cualquier circunstancia y por eso hoy te digo a ti que, por mucho que te pese esta situación, terminarás cayendo de pie. Porque tú siempre caes de pie. 

Que no te tiemble el pulso por un corazón lleno de miedo, porque la incertidumbre te ahogue en el pánico, en extremos pensamientos que te lleven a callejones sin salida... El Dios que imploras también vive en ti, la esperanza que deseas nace de ti, lo que ocurra de forma inevitable pasará de todos modos, pero a pesar de las sombras y de los grises oscuros, lo importante es que mientras sigas vivo/a seguirás cayendo de pie. 

Os escribo a vosotros, aquellos que dudan para darse por vencidos, aquellos que ha olvidado la magia del destino, aquellos que en estos días se olvidaron de sus propia fortaleza... Aquellos que ahora se sienten terriblemente desprotegidos, que les cuesta sonreír, que parecen haber perdido los motivos para seguir conectando con el entusiasmo particular de su vida. ¿Cómo les digo que a pesar de todo siempre existe una luz? ¿Cómo les hago entender que aunque ahora no tengamos tanta alegría, volverá con más fortaleza que nunca? ¿Cómo les puedo ayudar a curar las heridas que ahora se han quedado en carne viva? Porque la soledad, la falta de contacto y el aislamiento nos han colocado cara a cara con algunas realidades incómodas de nosotros mismos y son partes que aún nos toca abrazar. 

Les puedo decir, a todos ustedes y a ti particularmente, que siempre caen/caes de pie. Quizás suene a poco pero caer de pie es lo que les salva la vida a los gatos, es la oportunidad que siempre emerge en ese momento que parecía imposible, es el loto que se alza en ese lodo donde florece, es el sol después de una larga y densa época de oscuras lluvias, de tormentas y de huracanes.

Caer de pie es el capítulo siguiente para nuestra vida y siempre, siempre, es un nuevo comienzo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario