Jamás aprenderemos más lealtad y amor que de un perro.
El perro es ese ser de amor incondicional, capaz de amar más a su entorno que a si mismo, con esa confianza plena en aquellos con los que convive les deja su vida en sus manos y aunque le pongan entre la espada y la pared, el perro no duda, no huye y sigue amando por encima de cualquier densidad, turbulencia, daño o necesidad. El perro, criatura que ama tanto que es capaz de dejar la vida de sus propios cachorros en mano de aquellos con los que vive, nos acompaña de forma incondicional a lo largo de todo lo que dure su vida.
El perro, fiel a sus principios de amor, animal gregario y de manada capaz de proteger y reconocer a aquellos que la forman simplemente por los lazos del corazón... El perro siempre ha sido el mejor amigo del hombre, porque no existirá sobre la faz de la tierra criatura que sea capaz de amar tanto a los seres humanos como el perro, aunque a veces por desgracia no sea algo recíproco.
Una vez me dijeron "como amas y cuidas a tu perro es como te amas y cuidas a ti mismo y a tu corazón" y cada vez que entiendo más al perro, más comprendo esa frase. El perro es esa criatura que se involucró en la evolución de los humanos entre la necesidad de un buen compañero de trabajo, defensa y ayuda y entre el entendimiento de que es mucho más que algo así. Ha sido paciente y lo sigue siendo en lo que la apertura del corazón de la humanidad supone... es paciente en el cuidado del prójimo, dandole más cariño que a si mismo, es paciente en el intento de la comprensión de la escurridiza mente humana, porque el perro, amigos míos, el perro es la representación gráfica de ser un corazón con patas.
Seamos más perros y menos personas... quizás seríamos más felices y entenderíamos el amar sin medida, sin miedos, sin incertidumbres y sin huidas.
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