¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

miércoles, 29 de enero de 2014

Tener miedo a ser amado.

Quizás conozcas enfermedades como obesidad, trastornos alimenticios, depresiones, ansiedad... pero si buscásemos la raíz de todas esas dolencias (emocionales y físicas) podríamos encontrar que son resultado de sufrir la enfermedad de éste siglo tan actual: tener miedo a ser amado/a. Y es que ésto comienza por uno mismo, cuando uno es incapaz de amarse porque lo ve como algo abstracto, innecesario, egocéntrico, narcisista o porque es más fácil delegar esa responsabilidad en otros; el resultado ocurre cuando uno tiene un concepto distorsionado de una realidad necesaria: debes quererte.

Llegados a éste punto, uno debe (así es, es casi una obligación con uno mismo) darse cuénta de que ésto ya no es un juego, es la realidad. Y la realidad es que uno tiene que tener la capacidad de admirarse, quererse, cuidarse y darse márgenes suficientes antes de comenzar a fustigarse.

 Uno/a debe querer sus rasgos físicos: sus ojos, su piel, sus pechos, sus caderas sus pies... sean cómo sean, sean cuales sean, éste es el cuerpo con el que nos tocó jugar, atacarlo no va a hacer más que sentirnos aún más imcomprendido/as. Nuestro cuerpo es nuestro hogar, nos tiramos 24 horas dentro de él: sintiéndolo, viviendolo, viéndolo... no podemos cerrar los ojos para evitar vernos a nosotros mismos, aunque consigamos tirar todos los espejos de nuestra casa nos reflejaremos en una ventana, en el capó de un coche, en un charco o en la orilla de un río... a si que, para no traumatizarnos más (véase el concepto traumatizar como aquello que nos deja huella) nos ayudaría comenzar a aceptar. Acepta como es: hay cuerpos que parecen más armoniosos que otros ¿es acaso por eso que debemos sentirnos incómodos con nosotros mismos? Lo más bello es aceptar que no hay dos cuerpos iguales y que cada uno es una obra de ingeniería nacida de caricias, orgamos, amor desde un punto de vista salvaje... cada uno hemos sido creados y paridos. Podemos ahorrar, solucionar cada una de esas taras que nos hacen sentirnos incómodos con nosotros mismos (a golpe de visturí y productos químicos) y poner una estética tirita a un problema emocional o podemos aceptar que las cosas son como son y nuestro cuerpo es el que es, sin miedo.


Cuando uno es capaz de aceptar su propio cuerpo llega a conocer a personas que miran con más admiración cada rincón de tu piel, se fijan en detalles que jamás antes habías observado, como quizás la suavidad de tu cabello, lo redondos que son tus ojos, los labios perfilados que esbozan la más tierna sonrisa, lo pálida y estética que es tu piel que permite que las venas se marquen y éstas perfilan todos los rincones de tu ser físico... y eso sólo comienza cuando uno es capaz de aceptar ¡imagina cuando uno es capaz de amar(se)!.

El miedo a ser amado puede comenzar por un problema de aceptarse físicamente, pero también puede ocurrir por no aceptarse cómo es psicológicamente (personalidad, rasgos emocionales...) y éstos, al igual que ocurre con el cuerpo físico, no dejamos de verlos por mucho que cerremos los ojos, siguen ahí mano a mano con nosotros, 24h. al día, 365 días cada año de nuestra existencia actual; uno debe quererse tal y cómo es por dentro. Esos rasgos comenzaron a crecer dentro del vientre de mamá, se fueron modificando conforme crecíamos, algunos han quedado intactos, otros han ido cambiando tanto que ya no son lo que parecía al principio. No quererse cómo persona es el primer defecto que nos puede llevar a pensar "¿pero quién me va a amar a mí?" empezamos dentro de nuestro coco a pegarnos una paliza sin tener realmente un motivo para ello y como resultado, boikoteamos cualquier posibilidad de sentir que alguien nos quiera o nos ame. Nos volvemos agrios, difíciles, somos incapaces de ver las cosas buenas de compartir el tiempo con una persona que es capaz de mirarte boquiabierto/a mientras duermes... damos la vuelta a la tortilla de forma, que si por algún casual las cosas terminen saliendo mal, no nos sintamos responsables de ello, porque podemos llegar a distorsionar tanto la realidad que al final lo que terminaremos por ver es que no fuimos amados lo suficiente, cuando en realidad, antes incluso de que naciese la oportunidad, ya ibamos rompiendo cualquier brote por parte de la otra persona de demostrarnos amor.

Éstos son dos de los principales motivos para sufrir "tener miedo a ser amado" pero hay muchos más: experiencias difíciles que nos dejan temblando, miedos, pánico, infancias difíciles, monstruos que tenemos dentro y nos hacen cuestionarnos posibles finales catastróficos... nos excusamos en frases como "mejor solo que mal acompañado" cuando no damos oportunidad a ninguna compañía de demostrarnos que el ser humano, como criatura sociable, necesita estar acompañado. A veces todo viene maquillado con una exigencia demasiado grande hacia los demás o puede tener sutiles maquillajes como dar más importancia a nuestra carrera profesional, necesitar de "amores libres de una noche" porque no nos queremos atar, agobios, sentir una necesidad imperativa de estar libre de "responsabilidades", montarnos en el "carpe diem" y pensar que todo oscila en que hay que vivirlo rápido y efímero para amontonar más experiencias... bueno, hay un sinfin de perfiles, excusas y comportamientos que parecen diferentes pero en el fondo se pueden meter todos en el saco de "tener miedo a ser amado".

Tener miedo a ser amado nos lleva a sentirnos solos aún estando rodeados de personas, nos lleva a no dejarnos querer, a estar tristes, sentirnos incomprendidos y explotar de mala manera, de una forma que no rompe la burbuja de cristal que nos hemos construido donde impedimos que entren las buenas intenciones, los gestos, las miradas, el aprender a compartir y el sentir que escuchar el corazón de otra persona puede llegar a convertirse en tu nana preferida.

Tener miedo a ser amado es la enfermedad del S XXI, es irónico puesto que la mitad de las peliculas que se pueden ver en el cine (o se han visto hasta que hemos llegado a éste siglo) hablaban de romances de verdad, de amar hasta el final y con cada una de tus células... necesitamos contacto fisico y lo buscamos en la barra de un pub, nos dejamos llevar por las caricias y nos despedimos con un efímero beso que prácticamente deja marcado un "hasta nunca" y ahí nos resguardamos, en vacíos orgamos porque nos gusta el sexo. Pero, mientras nuestros genitales se lo pasan pipa y disfrutan lo difrutable (o más bien nuestro ego) por dentro tenemos algo que se llama corazón, que vamos dejando más vacío y que cada día a cada hora puede llegar a sufrir una sensación de abandono, de vacío y de maltrato que ninguno de nosotros querríamos vivir, y todo porque tenemos miedo a ser amados.

Hemos dejado de creer en amores a primera vista, pensamos que es imposible que conociendo a alguien sólo de una semana nos podamos enamorar (mucho menos que esa persona se enamore de nosotros), considermaos que los flechazos son sólo algo biológico (un conjunto de atracciones químicas/fisicas) y lo dejamos en eso sin esforzarnos lo más mínimo por observar que hay por debajo de esa estética que en un principio ha sido la que nos ha atraido. Huimos, nos encabezonamos, no comunicamos como nos sentimos porque vemos que es algo demasiado emocional y que puede llevar a equivocos y por lo tanto puede llevar al amor ¡que es la mayor equivocación!(según nuestro concepto distorsionado). De darnos (o dar) esperanzas ya ni hablamos... la enfermedad de éste siglo, de la actualidad: tener miedo a ser amado.

(Que no se nos olvide: claro que amar requiere de un esfuerzo por nuestra parte (y el ser amado también lo requiere) es el esfuerzo de no dar más importancia a los miedos que al sentimiento, de no crear paranoya, evitar intoxicarnos con huir... amar requiere de cierta quietud, de sentir, de estar estáticos un instante para ver como ese amor nos recorre por dentro, amar y ser amado requiere de cambios, de esfuerzos, de paciencia y de corazón.)


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