¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

jueves, 6 de octubre de 2016

Las reglas de mi propio juego


Me encaro al universo para decirle que me como con patatas sus absolutistas reglas universales, que me da igual lo que invente en su crecimiento intenso y permanente, en su muerte y resurrección, que si me hizo mujer y encima dueña, que si me hizo libre y salvaje, que si me hizo bruja y con tantas y tantas enormes capacidades... que entonces seré yo quien elija en ese destino, que para eso es mío, mío y mío y solamente mío.

Que me da igual si dice que en el mundo el agua siempre apaga el fuego, que me da igual si es necesario tener piedras en los bolsillos para que el aire no te vuele, que me da igual si los bosques me susurran que voy en un camino equivocado, si mi cabeza explota, si mi corazón calla y si aún hay cientos de cadenas que cortar.

Que me pienso sentar cara a cara con quien creó todo esto, que pienso hablar sin callarme, que aquí no va a existir ni siquiera puntos suspensivos para dar oportunidad a introducir palabras que no quiero ni oir pronunciar, ni tampoco imaginar.

¿Soy poderosa? Pues con este poder que se me ha otorgado elijo entonces volverme a equivocar, que la sensación que hay entre medias de tirarse a la piscina y ahogarse es más placentera que el esperar en el muelle de San Blas.

Ya me estoy haciendo bastante responsable con cuidar mi corazón, con escribir, con desplegar las alas, con liberarme de cosas a medio hacer... no creo que todo lo que quiera ahora sea mayor que eso, no lo creo.

¿Será que estoy vieja por dentro? ¿Será esa experiencia, ese crecimiento, eso que llaman madurez? ¿Será todo lo contrario? Pura rebelión contra lo que ni siquiera se puede sujetar con los dedos de la mano.

Será que ya lo único que me importa es explotar por dentro, verme brillar en otros ojos, sentirme con mis labios, acariciarme con sus manos, escucharme con tus palabras... será que he soltado lo que me mantenía agarrada, que he encontrado un estado entre ese anhelo y esa presencia, un estado de paz, porque decidí que se habían terminado las guerras. Será que me he hecho propietaria de mis propios orgasmos, que gracias por participar en que sean así pero que son solo para mí... que mis gemidos seguramente me pongan más a mi que a ti, que no es narcisismo, es amor propio, que ha resurgido una bestia entre tanta agua en calma, que ya no doy un paso atrás, ya no.

Dejé de sublevarme a una carencia que jamás estuvo ahí, una perturbación de mi pensamiento, una falta entre la conexión de mi cuerpo y de mi mente. Ocupé huecos que debían mantenerse desocupados, pero doy gracias porque soy joven y es pronto, aún es pronto, para poder rehacer todo de nuevo.

Me pienso follar una estrella si así me place, amar a un planeta entero, sentir una nebulosa revolviendo mis entrañas, parir una semana de cada mes las cosas que se ya no me hilan, no me hilan el alma, no me hilan el cuerpo, no me hilan a nada. Porque si vine a esta tierra con tanto por hacer y con tanto ya hecho, significa que puedo llegar aún más lejos.

Ya no dependo de suspiros del alma, ni de poemas de amor enloquecido, me despojé de los resquicios de la locura adolescente y entonces me vi sola, frente a mi todo el mundo por recorrer con pies descalzos, sin caminos por detrás solo podía andar erguida sin miedos, ni titubeos. Aprendí lo que pocos aprenden con el dolor desgarrándote por dentro: la belleza de un sufrimiento autoimpuesto, entonces me sentí libre de aquello porque al verlo bello aprendí a amarlo sin remordimiento.

Ahora entiendo a esa hipotética enloquecida primera mujer de Adán, Lilith le hacían llamar, que dijo que no cuando estaba hasta las tetas, que aquellos revolcones le sabían a poco, que entretenida estaba en dejarse conquistar por la sinuosa sutiliza de aquella metafórica serpiente y que cuando ella estableció sus propios límites, a aquel ser dominante y carente del verdadero significado de la vida, se le fué todo lo que esperaba y pidió que fuese expulsada... y ella se fue y se marchó, sin nada que esperar y encontró una vida interesante, dura y profunda, donde pudo verse sola desenmarañando las tramas más profundas de si misma. Pues quizás las que hemos llegado a este punto, somos resquicios de aquella primera mujer que se encontró a si misma.

Ya no hay abandonos, más que el abandono al placer en si mismo, sin remordimientos ni condiciones, sin etiquetas, sin cadenas y sin cuerdas que nos ahoguen... supongo que no se puede amarrar a un huracán y yo soy más que esa turbina de aire enloquecida.

No vas a entender ni un cuarto de lo que he escrito aquí, por ello prefiero no explicarte nada y pedirte lo que tan bien se te da hacerme: comerme a besos por dentro y por fuera y dejarme vencerme, un instante, una noche... entre un presente que es cierto y un futuro que no se sabe cómo viene.

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