¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

miércoles, 4 de octubre de 2017

Sobre mi:


Pocas personas saben lo mucho que me ha costado conseguir lo que consigo cada día, tanto a nivel emocional como a nivel físico, porque muy pocas personas han sido testigos de situaciones muy extremas de mi vida y de realidades, que para nada desearía a nadie. 

He tomado decisiones de "muy adulto" desde muy joven y eso ha marcado una clara diferencia, una sólida realidad en mi, en mi vida y en mi personalidad. También me ha entrenado para ser una persona que aprenda con rápidez, sin embargo lo he pasado tan mal que de forma innata me sale ayudar a cualquiera en lo que sea y lograr que esa ayuda se materialice y funcione, algo que en mis peores momentos yo habría agradecido con el corazón abierto de par en par. 

Un ejemplo es cuando me vine a Madrid hace 4 años.  No tenía ni una mínima idea de lo que podía significar estar aquí, a todos los ámbitos de mi vida. Simplemente me vine, casi con una mano delante y la otra detrás. Los obstáculos, las resistencias, los muros, los pesos... No tardaron mucho en aparecer en mi vida y en menos de lo que canta un gallo, aquello que parecía fácil, se tornó en un camino empedregoso y complicado, con altos y bajos y carencias a muchísimos niveles, también económico-material. 

A pesar de esas realidades tan adversas y complejas, realidades que me llevaron al mayor extremo de mi vida donde no quiero volver jamás, me he recompuesto de todo y me he hecho la promesa de mejorar siempre, hacer todo para mejorar, para que jamás me vuelva a faltar dinero, para que todo sea tal y como me merezco me cueste lo que me cueste. He asumido el roll complicado que a veces ejerce la vida como única manera y fórmula para hacernos expandirnos y demostrarnos unas habilidades increíbles de crecimiento, desarrollo, evolución y maduración, sin embargo en ocasiones me duele, a pesar de todo lo bueno y enriquecedor que me aporta. 

Y asumiendo ese roll, donde nos toca sí o sí colaborar con lo inevitable, he sabido moverme en la vida intentando aportar siempre lo mejor de mi y esperando ayudar de la mejor manera a cualquiera que se encuentre en mi camino. Sin embargo supongo que con el tiempo uno debe también aprender a elegir a quién ayuda, cómo, desde dónde... Porque aunque exista esa frase de "haz el bien y no mires a quien" a veces uno no puede empantanarse sin tener determinadas cosas seguras. 

He vivido al extremo de no saber si al día siguiente tenía trabajo, también al extremo de compaginar 2 y 3 trabajos diferentes, al extremo de tener que pedir dinero porque uno de mis animales enfermó y no podía hacer nada más que pedir ayuda de cualquiera. He tenido ataques de ansiedad en una habitación que se resumía a cajas de ropa y un colchón en el suelo porque no podía ni invertir 150 euros en un mísero somier de Ikea y en un pequeño armario.

 Y todo esto, todo lo físico-tangible me ha llevado a explorar procesos personales donde el odio se ha apoderado de mi y donde no era capaz de admirar la vida, tentándome a quitármela. Ansiedad que me ahogaba y no me permitía ni conciliar el sueño, un estado en vela que se unía a un dolor profundo. Os aseguro que aquello era el verdadero alcantarillado de mi ser. Sin saber qué hacer o cómo hacerlo, sintiéndome sola y teniendo como única compañía unos animales que además eran mi mayor responsabilidad. 

Por eso cuando os digo que entiendo vuestros procesos, muchos de ellos muy parecidos a los míos, no lo digo con la boca pequeña. Salí de esos profundos pozos, pude conseguir muebles ¡que alegría! y una casa donde entra el sol cada mañana para que esos gatos que conviven conmigo puedan tener su dosis diaria de vitamina D. Decidí que podía aportar algo más a mi vida y desde entonces invierto una importante porción de mi tiempo en este blog y en mi página de desarrollo personal y evolutivo a través del tarot. Y cada día intento ser aún más fiel con quien soy, con lo que consigo y con lo que hago. 

He llegado a llorar porque se ha roto algo material ya que sabía lo que significa a nivel económico. No tengo un coche, no, ni una casa aún... Pero tengo algo mucho más fuerte que todo eso y que me transmite mucha más estabilidad en mi vida: seguridad en lo que hago, en lo que decido y hacia donde llevo mis pasos. Solo así he logrado objetivos, aunque reconozco que son poco comunes pero son mis propios objetivos que me hacen feliz. 

He aprendido a sanarme yo sola cada herida física y emocional, a saber analizar cuando algo se me va de las manos, a poner límites cuando alguien no ha sido capaz de valorar realmente lo que ofrezco, quien soy o lo que hago cada día. Me he reforzado mental, espiritual y emocionalmente, me he reforzado porque solo mi actitud pudo sacarme de esos incómodos lodazales que parecían para toda la vida. 

Con este trabajo y este esfuerzo constante he aprendido lo que es el compromiso y valor. Y con este valor he forjado cada uno de mis días y lo seguiré haciendo, mejorándolo conforme más avance en el camino de la vida. 

Me di cuenta de lo importante en cada pequeño gesto dentro de la rutina de lo cotidiano y le pongo más presencia desde entonces. También me di cuenta del verdadero valor del tiempo, del significado ancestral de un buen favor, de la increíble importancia de un amigo real y de lo que quiere decir sentir a la familia, aunque no los tengas cerca. 

Me he desmoronado y me he vuelto a reconstruir mientras tenía que prepararme cada día para hacer mil cosas que son las únicas capaces de mantener todo lo que he logrado y que son los únicos pasos necesarios para todo lo que me propongo lograr. También así he descubierto lo que significa el empoderamiento pero ante todo me he topado de lleno con lo que significa pensar en otros, sobretodo cuando otros necesitan de nosotros o mejor aún, nosotros de ellos. He dado un valor incalculable a cada pequeño gesto de cada persona que ha podido y ha querido estar ahí y aquí, cada persona  que me ha regalado algo, que ha intentado empujarme cuando yo sola no podía levantarme, que me ha dado consejos para mejorar o que con su intervención y su conocimiento he logrado traspasar fronteras y llegar a donde he necesitado, al margen de lo que fuese. 

No me considero una persona con una vida sencilla ni fácil y tampoco creo que rebose suerte. Creo que sudo trabajo y esfuerzo constante y que en mis ojos está el brillo de una dedicación imparable que marca el ritmo de cada paso. Esta fuerza primigenia es lo que me ha llevado a valorar, a tener los pies en la tierra y a tomar decisiones con un consenso saludable para no salirme del camino de mejorar mi realidad. Y entre tanto trabajo personal y físico, entre tanto derrumbamiento y mejora, he estado al otro de la otra mesa, al otro lado del teléfono o de la pantalla para cada persona que me lo ha pedido, porque en mí han visto un ejemplo o algo que les ha inspirado y esa inspiración les ha hecho mejorar, les ha ayudado o les ha transmitido entusiasmo. 

He hablado de crudezas superadas y he dado una palmada a los demás con la intención de encender esos motores con los que deben propulsarse a superar sus propias tinieblas. Algo que yo no he recibido. 

Supongo que esto es una muy grande (e importante) parte de quien soy, de porqué hago lo que hago, de porqué me duele lo que me duele, de porqué tomo algunas cosas como me las tomo, de porqué elijo lo que elijo y de porqué soy tan espiritual, ya que he visto como la vida pasa de ser una batalla cruda a premiar, ayudar, calmar, proteger... Mientras el universo te cubre las espaldas si tienes la cabeza conectada con el corazón. También me arrepiento de algunas decisiones pero a pesar de ello no puedo hacer más, nada más que seguir colaborando con lo inevitable, como decía antes.

Y ahora reconozco que mi vida es sagrada y esta es la única manera que voy a tolerar que los demás la respeten, admiren y valoren. 

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