Y a falta de suspiros, nos dimos, dos abrazos mal dados. Saltamos al abismo que nos pillaba justo al lado, para mí ya es habitual: cerrar los ojos e impulsarse, dejarse caer sin más.
Miento cuando te digo que en éste tiempo no me he acordado de ti, que jamás me picó la curiosidad por saber cómo te encontrabas. Miento cuando te digo que, aquella noche que nos vimos de forma expontánea me moría de ganas por mirarte bien cerca, miento cuando te digo que olvidé tus ojos en el pasado ¡porque son imposibles de olvidar!, miento cuando te digo que no recuerdo nada de lo que pasaba entre nosotros.
Miento cuando esquivo ese juego que nos traíamos entre manos, de la fuerza de una amistad fuerte y una potente atracción... pero te digo la verdad cuando te digo que, fué por ti, por quien me sentí observada por primera vez y entonces me di cuenta de que existía. Miento cuando no respondo a tus palabras, cuando algunas de tus preguntas se quedan en el aire... pero soy sincera cuando me enfado por lo mucho que siempre te he querido, porque a veces me parece poco.
Miento si no te digo que me hace feliz cuando me paro a recordar los excuetos segundos que en el pasado te tuve cerca, aunque cada día ahora puedas dormir a mi lado. Y te agradezco que escondiesemos secretos para éste futuro que ahora es presente, porque nos habriamos quedado sin tesoros que compartir.
Me has dado una oportunidad y yo, con las oportunidades lo único que sé hacer es: magia.
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