¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

miércoles, 18 de junio de 2014

Yo no quiero deshacerme de mi regla.



Es común ver anuncios de compresas y todo lo relacionado con "higiene íntima femenina" en la televisión sobretodo cuando se arrima el verano: tampones de todo tipo de tamaños y formas para que no sientas que eres una incomprendida y puedas disfrutar de remojarte como un garbanzo en la piscina sin dar importancia a nada más, compresas de última generación capaces de adaptarse a todas esas necesidades que el mundo del consumismo cree que se te generan cuando estás menstruando y bueno, luego la cómica manera que tienen de anunciar algunos de esos productos... tema que me da para otro extenso post.

Quizás lo que más me repatea no es sólo que desvaloran completamente a la mujer y le hacen creer que "ey tú, chica, jovencita, mujer adulta, mujer recién entrada a los 20 y tantos ¿estás mentruando? es un engorro! es un egorro!" básicamente es lo que te dicen con sus expots publicitarios que culminan con frases como "olvídate de tu regla" y otras variantes (un matiz: son poco pegadizas, un poco más de originalidad no vendría mal...)

La realidad es que YO no me quiero olvidar de mi regla y además  como mujer me siento ofendida porque sólo se vea el aspecto "negativo" de estar menstruando... bien, pues de ahora en adelante explicaré mi propia experiencia personal con la menstruación, lo negativo y lo positivo para que veáis que soy una mujer normal y corriente, pero que soy una mujer que no se siente mal por ser mujer y por todo lo que conyeva y que no me siento como una leprosa por estar con la regla:

Mi menstruación comenzó a la joven edad de 10 años, fui la primera de mi clase (con lo que ello suponía) y si es cierto que al principio me avergonzaba un poco e intentaba siempre ir a los baños del colegio más aislados, guardarlo como un secreto. En mi casa la noticia se tomó entre sorpresa y a la vez un susto muy grande... y yo, no terminaba de comprender nada; me avergonzaba ir a comprar compresas a las tiendas y encontrarme con gente que me conociese, me veía tan pequeña... y me enfadé mucho conmigo misma por tener tan pronto la regla ¿que absurdo, verdad? Me sentía sucia, y nadie me explicaba nada desde un punto de vista amigable, cariñoso o lleno de amor, sólo me comentaban que me había hecho mujer  y que sería algo a lo terminaría por acostumbrarme... fué realmente inesperado, sin dolores sin nada, pum, bajó y manchó mis braguitas de corazones. Mi perspectiva en aquel entonces, carente de experiencia y de madurez, era caótica, negativa y me hacía ahogarme en un vaso de agua.

Fui cumpliendo años y terminé por convertirme en la chica de clase a la que las otras chicas le contaban que les había bajado la regla, me contaban sus experiencias y me preguntaban... me convertí en un consultorio cercano para mis compañeras, me preguntaban aquello que se avergonzaban de preguntar a su circulo más allegado.

Durante algunos años seguí avergonazada, escondía las compresas en el compartimento más insospechado de mi mochila o de mi bolso, me movía con cautela y sigilo para que nadie supiese que en aquel momento estaba menstruando... y pasaba a mis compañeras las compresas que necesitaban con urgencia, cuando les bajaba de forma inesperada, como el que pasa droga en una plza de una ciudad: a escondidas, palma de mano con palma de mano y vigilando los alrededores... ahora lo miro como algo muy absurdo y empiezo a entender porqué de ese comportamiento.

Siempre he sido de dolores, incomodidez, a veces retengo líquidos y las tengo excesivamente abundantes y durante una semana completita, 7 dias con sus 7 noches.

En plena adolescencia decidí coger el toro por los cuernos, aprovechando que tenía pareja estable tomé la decisión de hormonarme, una manera de evitar embarazos no deseados y de controlar mi ciclo menstrual ¡lo había escuchado tantas veces! más o menos conseguí un control, al menos en cantidad, el flujo era menor y los días se acortaron a 4 pero... se descontroló porque no era precisa en los días del mes y los dolores a veces eran incluso peor.

Visitas al ginecologo, también para las típicas "revisiones" y terminar cada visita con una sensación de llorar y de incomodidez que no terminaba de colocar ni de entender... llegaba a mi casa con estado depresivo después de las revisiones.

Tras varios golpes equivocándome en mi camino, porque así aprendo yo a tortazo limpio con la vida, me di cuenta de que esa no era la solución... con las hormonas me provoqué un problema en el cuerpo y tomé la decisión de no volverme a hormonar, salvo excepciones extremas. Mi regla, entonces, estaba libre de cualquier control químico y mental, de cualquier represión que le pusiese y volvió a su cauce: con su flujo abundante, sus 7 dias y sus 7 noches, con sus dolores y su incomodidez... y yo, solo me quejaba... lo veía todo turbio, me gustaba ser mujer pero aquello ¡aquello era como la televisión me lo vendía! Un estorbo.

¿Sabéis cuándo cambió mi perspectiva sobre mi regla? Cuando decidí verme a mi misma. Me presté atención, me di cuenta de que cuando ovulo a veces también me duele, se forma algo dentro de mi que espera una acción por mi parte, y no, no me refiero a quedarme embarazada... el significado del ciclo menstrual de la mujer es mucho más que conceptos biológicos.

Me picaba ya la curiosidad, había descubierto conceptos, ideas, perspectivas... muy diferentes y que en mi ámbito habitual jamás habia escuchado, y tras esos conceptos, ideas y perspectivas llegó el conocer a mujeres que se escuchaban a si mismas y la compartían con otras mujeres ¡se me abrió el universo! me senti realmente liberada, los dolores al menstruar podían seguir ahí, pero ni eran iguales ni me los tomaba iguales.

Finalmente me di cuenta de que cuando estoy con la regla mi mente se aclara, tengo más claro las cosas y sufro menos miedo, me siento con más fuerza a la hora de tomar decisiones, se me aclara el discernimiento, no dudo tanto sobre mi misma y me siento mucho más mujer, más sincera sobretodo emocionalmente... no me coharto por el que dirán y si me apetece romper a chillar, enfadarme o llorar ¡pues lo hago!. Ya no me parece una guarrada mi sangre y si es cierto que algunas ocasiones pueden venirme los fantasmas del pasado, sobretodo si estoy en público, por el miedo a mancharme y que todos se rian de mi ¡aún me falta madurez! y lo reconozco, pero creo que no llevo un mal camino. Cuando comprendí la importancia de la menstruación, tanto a nivel físico, como a nivel emocional y energético... creció en mi el orgullo y disminuyó considerablemente la queja.

Al enorgullecerme de mi menstruación, me di cuenta del daño que ocasionan todos esos anuncios que lo pintan como un impedimento para una vida "normal" y me di cuenta como todo eso repercute luego en la educación que se dará a las futuras mujeres del mañana... y me sentí triste. Esa perspectiva tan distorsionada sólo se tienen en las sociedades occidentales y en aquellas que tiene un fuerte sistema patriarcal, existen pueblos, tribus... matriarcales donde el tema de la menstruación se habla de una forma más enriquecedora, se aporta de forma positiva a la educación de las niñas, de las adolescentes y de las mujeres.

Decidí que dejaria de alimentar a los bichos que crecen con la desvaloración de ser mujer y tomaría cartas en el asunto, el día de mañana educando desde el punto de conocimiento al que he llegado y en el día de hoy compartiendo lo que me he demostrado, lo que he aprendido... mi humilde experiencia.

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