Todos los que trabajamos a favor del despertar, tenemos una gran responsabilidad y es más que una responsabilidad: es una obligación y es un compromiso.
En el momento que en nuestro destino se cruza este camino y nosotros decidimos caminar por el, sabiendo que aquí no existen marchas atrás, le demostramos a la vida y al universo nuestro compromiso para con su gran plan. Es un plan donde el ser humano se descubre a sí mismo, a la vez que descubre el planeta que le acoge y le abriga. No es moco de pavo, no es poca cosa.
Nosotros intervenimos directamente al abrir los ojos antes y responsabilizarnos de que aquellos a los que lleguemos tendrán la oportunidad de conocer una filosofía nueva de vida. Esa filosofía genera una actitud y en esa actitud está el cambio y el verdadero crecimiento colectivo.
Es como nutrir, nuestra mayor obligación es nutrir con lo mejor que tengamos a nuestro alcance sin olvidar que seguimos siendo humanos. Nosotros tenemos y debemos seguir creciendo, mientras acompañamos por delante, al lado y por detrás a otras muchas personas. Y es precisamente aquí donde se esconde la mayor responsabilidad, la responsabilidad de aceptar nuestra parte humana, la responsabilidad de no proyectarnos desde una altura que no nos corresponde, la responsabilidad de asumir y rectificar, la responsabilidad de la impecabilidad y del verdadero compromiso, fiel y leal, al trabajo que llevamos a cabo con nosotros y con nuestro entorno.
Elegir un camino de desarrollo y sumergirse en la realidad que nace a la hora de querer hacer que llegue y estimule a otros y queriendo transmitirlo de la mejor manera posible, es un sacrificio.
Se sacrifica una parte de la vida sumergiéndote en aguas desconocidas que requieren de toda tu atención, tu intención, tu constancia y tu mejor "hacer" en cada ocasión.
Requiere también de una convivencia diaria con la realidad de que cada día tienes que esforzarse por conseguir ser más humilde y más real, y sí hay que esforzarse porque hay que romper patrones, pensamientos, programas con los que hemos convivido toda la vida... Todo eso hay que mutarlo y transformarlo cada día de tu vida, de nuestra vida, para que en la medida de lo posible seas realmente el reflejo de aquello que creas, que crees, que transmites y compartes.
Tenemos una responsabilidad con nosotros mismos y con todos aquellos que creen en lo que decimos y hacemos.
Por eso hay que ser consecuente con lo que esto significa, significa que no debes permitir idealizarte ni que otros te idealicen, significa hacer arder los templos donde algunos creen contemplarte para no alimentar a tu ego (ni a sus carencias) y evitar descarrilarte del camino de la verdad hacia la que sí quieres trabajar, significa que debes dar toques de atención a aquellos que te coloquen en pedestales y debe, quedarte, y quedarles claro que eres un ser humano, cometes errores y tienes una parte oscura que estará presente hasta el día en que te mueras, significa que dentro de ti también hay días que hierve la rabia... Significa asumir que la vida terrenal no es la vida iluminada pero es la experiencia necesaria para llegar a ese estado cuando toque, si es que toca.
Tenemos la responsabilidad de hacer que los demás se amen mucho sobretodo a sí mismos, y esa responsabilidad sólo se puede demostrar con el ejemplo hacia nosotros mismos.
Tenemos el deber de lidiar entre realidades que nos cuesta digerir y asumir, como el sistema en el que todos vivimos, mientras sabemos que en sus brechas nacen las flores de la esperanza y de otra realidad que cogerá fuerza.
Tener conciencia, real, significa muchas horas conectando con uno mismo y también apertura para ver, sentir y escuchar lo que ocurre al rededor, aunque a veces duela horrores. Significa no idealizar y ser capaces de desapegarse de perspectivas utópicas irreales.
Es una responsabilidad de respeto, es una responsabilidad y un trabajo diario, constante y duro con la confianza. Es aprender a lidiar y tolerar el paso del tiempo y cómo el universo interviene en nuestra propia historia, para que de esa manera también sean intervenidos todos aquellos que nos leen, apoyan y escuchan.
Significa asumir y aceptar de buena gana que no somos más que lo insignificante, ni menos que lo más grande del cosmos. Somos esenciales e importantes, también lo son todos los que nos rodean tengan o no los ojos y el corazón abiertos.
A veces supone ser la compasión en el momento más difícil, donde nadie más podría sentirla. A veces supone ser la persona que todo lo soporta y a veces supone mostrar, con urgencia, nuestra parte más vulnerable, sensible, frágil y real.
Y en este, el año de la honestidad, que sepas que elegir este camino tiene una parte muy importante... Y es la de que seas honesto contigo y también con los demás. Sin buscar más resistencias, zancadillas... Aceptándolo.
Este es un trabajo para toda la vida. El universo confía en que lo vas a hacer de la mejor manera posible... Y tú ¿confías también en ello? No dudes ni un solo segundo, nada es por casualidad.
En el momento que en nuestro destino se cruza este camino y nosotros decidimos caminar por el, sabiendo que aquí no existen marchas atrás, le demostramos a la vida y al universo nuestro compromiso para con su gran plan. Es un plan donde el ser humano se descubre a sí mismo, a la vez que descubre el planeta que le acoge y le abriga. No es moco de pavo, no es poca cosa.
Nosotros intervenimos directamente al abrir los ojos antes y responsabilizarnos de que aquellos a los que lleguemos tendrán la oportunidad de conocer una filosofía nueva de vida. Esa filosofía genera una actitud y en esa actitud está el cambio y el verdadero crecimiento colectivo.
Es como nutrir, nuestra mayor obligación es nutrir con lo mejor que tengamos a nuestro alcance sin olvidar que seguimos siendo humanos. Nosotros tenemos y debemos seguir creciendo, mientras acompañamos por delante, al lado y por detrás a otras muchas personas. Y es precisamente aquí donde se esconde la mayor responsabilidad, la responsabilidad de aceptar nuestra parte humana, la responsabilidad de no proyectarnos desde una altura que no nos corresponde, la responsabilidad de asumir y rectificar, la responsabilidad de la impecabilidad y del verdadero compromiso, fiel y leal, al trabajo que llevamos a cabo con nosotros y con nuestro entorno.
Elegir un camino de desarrollo y sumergirse en la realidad que nace a la hora de querer hacer que llegue y estimule a otros y queriendo transmitirlo de la mejor manera posible, es un sacrificio.
Se sacrifica una parte de la vida sumergiéndote en aguas desconocidas que requieren de toda tu atención, tu intención, tu constancia y tu mejor "hacer" en cada ocasión.
Requiere también de una convivencia diaria con la realidad de que cada día tienes que esforzarse por conseguir ser más humilde y más real, y sí hay que esforzarse porque hay que romper patrones, pensamientos, programas con los que hemos convivido toda la vida... Todo eso hay que mutarlo y transformarlo cada día de tu vida, de nuestra vida, para que en la medida de lo posible seas realmente el reflejo de aquello que creas, que crees, que transmites y compartes.
Tenemos una responsabilidad con nosotros mismos y con todos aquellos que creen en lo que decimos y hacemos.
Por eso hay que ser consecuente con lo que esto significa, significa que no debes permitir idealizarte ni que otros te idealicen, significa hacer arder los templos donde algunos creen contemplarte para no alimentar a tu ego (ni a sus carencias) y evitar descarrilarte del camino de la verdad hacia la que sí quieres trabajar, significa que debes dar toques de atención a aquellos que te coloquen en pedestales y debe, quedarte, y quedarles claro que eres un ser humano, cometes errores y tienes una parte oscura que estará presente hasta el día en que te mueras, significa que dentro de ti también hay días que hierve la rabia... Significa asumir que la vida terrenal no es la vida iluminada pero es la experiencia necesaria para llegar a ese estado cuando toque, si es que toca.
Tenemos la responsabilidad de hacer que los demás se amen mucho sobretodo a sí mismos, y esa responsabilidad sólo se puede demostrar con el ejemplo hacia nosotros mismos.
Tenemos el deber de lidiar entre realidades que nos cuesta digerir y asumir, como el sistema en el que todos vivimos, mientras sabemos que en sus brechas nacen las flores de la esperanza y de otra realidad que cogerá fuerza.
Tener conciencia, real, significa muchas horas conectando con uno mismo y también apertura para ver, sentir y escuchar lo que ocurre al rededor, aunque a veces duela horrores. Significa no idealizar y ser capaces de desapegarse de perspectivas utópicas irreales.
Es una responsabilidad de respeto, es una responsabilidad y un trabajo diario, constante y duro con la confianza. Es aprender a lidiar y tolerar el paso del tiempo y cómo el universo interviene en nuestra propia historia, para que de esa manera también sean intervenidos todos aquellos que nos leen, apoyan y escuchan.
Significa asumir y aceptar de buena gana que no somos más que lo insignificante, ni menos que lo más grande del cosmos. Somos esenciales e importantes, también lo son todos los que nos rodean tengan o no los ojos y el corazón abiertos.
A veces supone ser la compasión en el momento más difícil, donde nadie más podría sentirla. A veces supone ser la persona que todo lo soporta y a veces supone mostrar, con urgencia, nuestra parte más vulnerable, sensible, frágil y real.
Y en este, el año de la honestidad, que sepas que elegir este camino tiene una parte muy importante... Y es la de que seas honesto contigo y también con los demás. Sin buscar más resistencias, zancadillas... Aceptándolo.
Este es un trabajo para toda la vida. El universo confía en que lo vas a hacer de la mejor manera posible... Y tú ¿confías también en ello? No dudes ni un solo segundo, nada es por casualidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario