Siempre que hablo del "El lado oscuro" pongo como referencia a Darth Vader. Me parece que es un personaje admirado tanto como odiado a partes iguales. De la misma manera, incluso dentro de su camino de destrucción, odio y rabia, tiene mucho de humano que transmitirnos y aprender.
Hoy vengo a hablaros del "otro lado del amor" el "lado oscuro del amor". Todos buscamos el amor (propio, con los demás, con lo que hacemos...) como una cápsula salvadora y enriquecedora para nuestro camino, y es cierto que lo es, sin el amor no podríamos abrirnos a muchas otras emociones. Y el amor tiene mucho que ver con abrirse a sentirse dichoso, tiene mucho que ver con el agradecimiento y con estar en sintonía y en armonía.
El amor es fundamental y es en lo que vibra una parte esencial y primigenia de la vida. Es una energía sin forma pero con presencia, pues existen tantas formas de amar y de amor como de personas hay en el mundo. Sin embargo, es algo de lo que todos y todas las civilizaciones y culturas han hablado siempre y han nombra siempre, en algunas ocasiones su poder es tan potente que lo han usado como una herramienta para atraer seguidores a sus creencias, convenciéndoles de que el amor sólo tiene una forma predeterminada y haciendo que los demás olviden que el amor se muestra de muchas maneras y que su belleza se encuentra en los ojos de aquel que puede observarlo y apreciarlo y en los corazones de aquellos que pueden sentirlo.
Caer en "el enamoramiento" es un arduo trabajo sólo apto para valientes. Lo he dicho muchas veces pero lo repetiré alguna más, porque me parece algo esencial: quien entra en relación de amor de pareja se abre a la posibilidad de estar tan desnudo y vulnerable, cuando uno se siente vulnerable tiene aún más miedo a sentirse desprotegido, atacado, destrozado, abandonado... Y es que el amor es una energía tan poderosa que pone patas arriba a cualquiera.
Creo que sólo hay dos cosas que nos igualan a todos los humanos, por encima de nuestra condición, de nuestra forma de vida, de nuestro nivel social... La primera es el amor; cuando te toca enamorarte, porque así ocurre inesperadamente en la vida, no puedes huir por mucho que te lo propongas y aunque te convezcas de que no es amor, si la ausencia del ser amado te duele, definitivamente estás enamorado. Y la segunda es la muerte, da igual donde vivas, con quién, cuánto dinero tengas, qué clase de camino has recorrido en ésta existencia... Más tarde o más temprano llegará la muerte, un destino que nos iguala a todos y nos pone a la misma altura.
El amor despierta inseguridades, conflictos, traumas... Despierta muchísimas cosas que guardábamos en la parte más escondida de nuestro ser o bajo las alfombras más grandes de nuestra persona. Es como un personajillo que entra dentro de nosotros y se pone ahí a rebuscar hasta sacar para afuera, como haciendo limpieza a fondo, y eso que saca para "afuera" es lo que exteriorizamos si no lo hemos reconocido previamente. Es lo que puede hacer que nos descontrolemos o que perdamos la noción objetiva de lo que estamos viviendo.
Pero al amor también nos muestra otro lado oscuro, suyo y nuestro, y es que nos enseña la cantidad de veces que hemos anhelado amor en situaciones donde no lo hemos tenido y la cantidad de veces que echándolo de menos, al no experimentarlo, hemos llegado a odiar el amor. En las relaciones sentimentales se puede observar como cada uno de los implicados muestra en qué momentos de su vida ha necesitado determinada cantidad de amor, determinada forma de amor, determinada presencia de amor... Y al no haberlo tenido, se ha quedado una herida tierna que posiblemente siga sangrando mucho tiempo o incluso toda la vida.
Algunas personas cuando entran en una relación se dan cuenta de cuántas veces han sentido el vacío de un amor importante, como el amor de sus padres en un momento determinado, el amor de una pareja que fue muy importante en una situación señala, el amor de otros miembros de la familia... O la presencia de determinadas personas. La ausencia de esa presencia es una ausencia de amor. Y aunque si bien es cierto que en ésta vida tenemos que priorizar por nosotros y trabajar por y para nosotros, por nuestro amor, por nuestra voluntad propia, por nuestra construcción... También es cierto que no podemos olvidar que somos humanos, a trocitos o más completos, cada cual con sus mochilas, sus puntos fuertes y sus puntos débiles, eso es algo que por mucho que queramos maquillar y los demás no vean, lo tenemos dentro.
El lado oscuro del amor no es sólo ese rechazo que hemos creado al propio amor al no tenerlo cuando más lo hemos necesitado, es también el no habernos atrevido a amar plenamente a alguien y cargar con una condena o una culpa por ello. Es arrepentirnos por habernos callado demasiados "te amo", incluso es sentirnos mal con nosotros por no habernos atrevido a dar el paso y perder alguna oportunidad que podría haber sido hermosa. El lado oscuro del amor es sentir que quizás no hemos colaborado como debíamos para que algo floreciese. Y también es la herida, profunda herida y llaga, que se queda cuando alguien a quien hemos amado profundamente está ausente en nuestra vida, cuando se marcha y nos deja, cuando muere y ya no sabremos nada más. Ese es el lado oscuro del amor, sin embargo éste lado oscuro de "adversidad" tiene una parte también de esperanza y prosperidad, pues nos enseña lo más tierno y real del humano, por encima de todo este circo que hemos montado como sistema donde se sustenta una falsa careta continua que nos hace despojarnos de lo real de nosotros, de nuestra parte humana emocional y psicológica.
El poder de ésta vibración es tan grande y universal que es lógico y natural que despierte también todo ese subconsciente de dolor, escozor, humanidad, heridas, guerras, recuerdos, registros... Incluso que haga emerger a nuestro niño interno, roto y rechazado por tanto tiempo. El amor nos alcanza de una manera que parece que nos vuelve locos, tanto cuando lo estamos disfrutando desde el entusiasmo más desmedido como cuando de repente algo se viene abajo y nos toca sostenernos entre esa mezcla de sentimientos de dolor, amor, dicha y otra vez dolor.
No te digo que el amor te haga sentir mal, tampoco te digo que el amor te tenga que hacer sufrir, sólo te digo que en los caminos donde algo tan poderoso, como el amor, está involucrado... Las cosas no siempre van a ser un camino de rosas. Somos cachorros frágiles y vulnerables, estamos en constante cambio y expansión, necesitamos y vivimos muchas crisis personales compartidas e individuales y esto forma parte de nuestra naturaleza cabecita, de nuestro corazón y de nuestra relación con el desarrollo y la consciencia.
Lo que fácil viene, fácil se va y aquello que se intenta sostener en frágiles columnas ireales de idealizaciones, también termina cayendo por su propio peso. Por eso, cuando está dispuesto necesita estar dispuesto a todos, permitir que lo inevitable también fluctúe y salir reforzado. Encontrar la realidad, sin chocar, de que todo lo que tiene mucho de luz también tiene mucho de oscuridad.
Y recuerda, como he dicho antes, que el amor es para valientes, que nos toca a todos... Incluso a los más villanos. Porque el amor es una de las pocas cosas que nos iguala y con la que el universo utiliza "una misma vara de medir".
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