¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

miércoles, 13 de junio de 2018

Eres un ser espiritual:


Eres, soy y somos seres espirituales. Ésta es la mejor manera de empezar a escribir hoy, que en realidad me escribo para mí pero quiero compartirlo contigo, quizás te ayude. 

Con la cantidad de horas útiles que invertimos en cosas que realmente no nos hacen sentir llenos y realizados (como el trabajo, las obligaciones diarias, las rutinas...) nos olvidamos de algo fundamental, algo esencial de nuestro ser, como humanos y habitantes de éste planeta: somos seres espirituales. Ocho horas las invertimos en trabajar, libramos de uno a dos días a la semana, necesitamos otras ocho horas para descansar (mínimo) y el poco tiempo libre que nos queda solemos hacer de él algo que nos ayude a mantener cierta coherencia familiar, de amigos, limpieza en el hogar, compras y otras tareas. Finalmente, muchas semanas las consumimos y el tiempo pasa volando, como si tal cosa. Terminamos procrastinando principios, instantes, que sí serían realmente útiles para nuestro crecimiento. 

A veces es tanto el tiempo que invertimos (perdemos) en cosas que tienen que ver con nosotros o mejor dicho, con el sistema que nos rodea, que nos olvidamos de prácticas, hábitos, pensamientos, filosofías... Que también forman parte de quienes somos, de lo que hemos sido, de lo que hemos vivido, de lo que vivimos y viviremos. 

No es fácil, a veces, encontrar la manera de compaginar todos esos pesos y obligaciones con un espacio amplio, abierto y abundante para encontrarnos a nosotros mismos y experimentar quienes somos, experimentar nuestros fundamentos emocionales, psicológicos, filosóficos y espirituales. Anoche en una pequeña ceremonia privada lo vi claro: me aterroriza desconectar de mi parte fundamental y caer al abismo de la ignorancia, separándome para siempre de la parte espiritual de mi ser y del mundo. 

Personalmente tengo un trabajo que está bastante lejos de mi casa y que requiere de muchas horas, libro poco y a veces mal. Todas esas horas invertidas son tiempo que pierdo en hacer lo que más me gusta: conectar con Pachamama, escribir, meditar, hacer ejercicio... Porque a veces el desgaste físico y emocional que experimento con el trabajo necesito recuperarlo, sí o sí, con unas horas extras de descanso. En ocasiones ésta situación la llevo con mejor ánimo y en otros momentos se me nota profundamente agotada y abatida, con una fatiga que es asfixiante. Si de por si ya he reconocido algunos grandes miedos de mi persona, ahora y a partir de la experiencia que tuve anoche, me toca hacerme responsable también de ese nuevo miedo. 

Un miedo con sabor a: no quiero que mi vida se reduzca sólo a ésta jornada laboral, no quiero que mi carácter se agrie irremediablemente por acomodarme, por simplemente aceptar esa realidad sin espíritu o ímpetu para cambiarla, no quiero desconectarme tanto que de repente me pierda y no encuentre dónde estoy, no quiero olvidar o que quede como un lejano pasado las experiencias que me han hecho sentir verdades intangibles, pero reales, que forman el mundo. No me gustaría despertarme, dentro de unos años, tan convencida de que ya no necesito mi conexión espiritual que mi vida y mi camino se resuma en dejarme consumir para que otros se enriquezcan. 

Hay un gran miedo, sin duda lo hay. Podría dar más detalles de ese miedo, pero creo que no hace falta porque me parece que es un miedo común, habitual, en aquellos que se ven forzados a tener que lidiar con dos tipos de vida diferente; por un lado la vida "terrenal" y "de sistema" donde de Lunes a Domingo estás clausurado en una rutina común, con un trabajo sin sentido pero que te permite sostenerte y sostener a aquellos que están contigo, algo que en ocasiones parece desesperanzador. Hay personas que éste ámbito de su vida pueden optar por tener algo más de tiempo libre y eso es una gran ventaja para ellos, en mi caso no es así y la falta de tiempo para uno mismo termina convirtiéndose en una falta de conexión importante, de creatividad, de descanso, de enriquecimiento, de calidad... Por otro lado tenemos esa otra vida, la vida que tanto nos hace sentir en sintonía. Una vida que cuando conectamos con ella el tiempo para rápido, no es una carga... Es un río por el que fluímos y por el que fluye toda nuestra conexión, sensación de propósito, creatividad... Y es una parte muy ligada al sentido del alma, del espíritu, de la creencia, del propósito, de la intención, de la comprensión, de la atención, de la finalidad, del deseo.

Dependiendo de las "rachas" que vivamos en ocasiones tenemos que "dejar para después" esa segunda parte que tanto nos encanta y nos hace sentir conectados. Y en ese momento entramos en un ciclo, a veces inestable a nivel emocional y psicológico. Nos sentimos abrumados, agotados, hartos, extremadamente cansados... E incluso empezamos a dudar de todo lo espiritual, de todo el desarrollo de nuestra persona, podemos llegar incluso a intentar convencernos de que la vida, la rutina y hábito común de los demás es lo que tenemos que interiorizar y dejarnos de tanta tontería. Pero cuando decimos eso, aunque sea en pensamientos, sentimos que algo nos duele... Nos duele la esencia, porque por mucha adversidad, entretenimiento, deberes, responsabilidades, compromisos... Que llevemos a cabo, aunque sea de la manera que menos nos gusta, al final no dejamos de ser algo divino. Somos seres espirituales por encima de todo, incluso por encima de los trabajos, de las experiencias con compañeros, de las hipotecas, de los pagos, de los impuestos, de las facturas... 

Soy, eres y somos seres espirituales. Venimos y cargamos el espíritu, el alma, el entusiasmo. Dios, El Universo o cualquier esencia primigenia de la creación, está en nosotros tanto como en todo aquello que nos rodea y acompaña. Y recordar esto hará que no pierdas tu conexión, que siempre se mantenga, esperando a que tú disfrutes con ella, esperando a que tú vuelvas a su abrazo para seguir con tu desarrollo de conciencia, corazón, cuerpo y psique. 

Eres un ser espiritual porque cuando conectas con todo eso, estás en paz y en calma. Porque sabes que más allá de los deseos de tu ego, esos que incluyen un triunfo meramente individual y de reconocimiento, el desarrollo de tu persona genera un cambio en la sociedad y repercute positivamente en un futuro que todos nos merecemos. 

Eres un ser espiritual porque cuando anhelas y sacas un instante, vuelves a ti. Y eso es lo que más te importa, volver a ti y recomponerte. Eres un ser espiritual porque incluso en el jaleo y el trajín de la vida en la gran ciudad, observas los pequeños detalles de magia que hay en la vida. Eres un ser espiritual porque por encima de la tristeza, de la ansiedad, del agobio mental, emocional y físico que te genera cada día a día para poder pagar lo básico para sobrevivir, eres capaz de ayudar y ofrecer tiempo a otros para escucharles. Eres un ser espiritual porque a pesar de tener que priorizar muchas veces por las obligaciones que mantienen tu economía, intentas hacer un hueco también para poder priorizar en observar la belleza que te rodea. Eres un ser espiritual porque por mucho que creas que te estás desconectando o te has desconectado, aún por las noches y antes de dormir le pides a Dios, a la vida, al universo, al cosmos... Que te ayuden y te escuchen. 

No importa cuanto tiempo tengas ocupado, ni la inmerecida culpa que arrastras por ello, sigues siendo un ser espiritual y al menos que dejes de creer, esa frecuencia espiritual de aportación, reestructura... Va a seguir en ti y a tu alrededor, para inspirarte y ayudarte, para colaborar constructivamente en tu camino y en tu persona si le dejas y se lo permites. No olvides que el mundo espiritual no es solo la sensación de conexión que tú tienes, ésta realidad del alma se muestra también como una gran maestra en todos aquellos que te rodean, sean personas, animales, plantas... Y cada pequeño detalle es una enseñanza que te alcanza, para que sigas siendo presente de que eres un ser espiritual, con conexiones espirituales, por encima del empleo, de las tareas, de las imposiciones. 

Gracias por seguir ahí. Gracias por seguir creyendo y creando, haciendo y rehaciendo, aportando y amando, colaborando, gracias por rendirte. Gracias, gran ser espiritual. 

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