Bendice tu punto de origen. No te digo con esto que siempre ames a tus padres o a las personas que han compuesto ese punto de origen, entiendo que a veces uno no siente amor, siente incomodidad, rechazo, tristeza y enfado, porque el ser humano no es sólo luz, también es sombra, es dolor, es herida... Pero, por encima de la relación que puedas tener con tus padres/abuelos/antepasados, bendice tu punto de origen.
Es impactante reconocer que el punto de origen puede llegar a ser, en la inmensa mayoría de los casos, ese lugar a través del cual sucederá toda la vida. Si tu punto de origen es en un país desarrollado, con opciones variadas, diferentes oportunidades, atención sanitaria gratuita... Ya tienes una ventaja mucho mayor que la mitad de la población mundial.
Si tu punto de origen te ha permitido estudiar, viajar, explorar diversos ámbitos de la vida, te ha dado protección, cobijo, refuerzo... Ya tienes más que la otra mitad del mundo, porque por doloroso que sea lo cierto es que la mitad del mundo es pobre materialmente y la otra mitad es pobre emocionalmente, sin recibir el apoyo y el acompañamiento emocional que necesita el ser humano para desarrollarse y convertirse en adulto.
Hay fases muy sensibles en la niñez donde uno evoluciona y donde crecen partes fundamentales como seres humano, y estas fases dependen en muchas ocasiones de las oportunidades que tenemos a nuestro alcance y muchas de esas oportunidades vienen por el punto de origen o por caprichosas "casualidades" milagrosas que interactúan con nosotros. Como esto es algo fundamental para la educación, el desarrollo de la personalidad y para tomar consciencia objetiva y constructiva sobre el camino que queremos llevar en nuestra vida, existen muchas organizaciones a nivel mundial que fomentan otra posible realidad para personas que lo necesitan. Éstas organizaciones rescatan a seres humanos de su propio punto de origen, porque hay puntos de origen que son muy crudos y devastadores donde solamente la intervención exterior es capaz de cambiar todo el destino que ya parece marcado para esas personas.
Cuando naces en la más absoluta pobreza donde es habitual ver a alguien consumiendo alcohol y drogas, donde apenas tienes para vestir, para comer, donde no existe una prioridad por la formación y la educación, donde la ropa es un bien escaso y donde, prácticamente, desde el primer día te ves introducido de lleno en rutinas tóxicas y dañinas, toda tu vida parece predestinada a repetir los patrones y las conductas de ese entorno donde has nacido, de ese punto de origen. Pero en algunos casos hay una suerte mayor, personas que se implican y comprometen a encontrar ese tipo de vidas y darles un aire fresco, darles otra oportunidad... Como ocurre con casas de acogida donde se forman familias con niñas y niños de diferentes lugares pero que tienen todos un nexo en común: su punto de origen no era lo suficientemente saludable para aportarles una vida donde desarrollarse como personas con libertad o al menos, sin estar condicionadas desde el primer instante normalizando conductas destructivas.
Bendice tu punto de origen, porque aunque a veces deseamos haber tenido otro, lo cierto es que nuestro punto de origen es lo que nos ha llevado a este presente. No te digo que bendigas a las personas que forman ese punto de origen, conozco casos muy extremos e dolorosos donde resulta imposible sentir apreciación y cariño por abuelos o padres... La realidad del mundo es que la vida es muy muy dura y en algunos casos es más dura, aún, de lo que podemos imaginar. Conozco casos de padres y madres que han abusado de sus hijos y esos hijos, a día de hoy siendo adultos, aún tienen que lidiar con esa sensación horrible de incomprensión. Pero por encima de esa tortuosa herida con la que toca convivir, hay un punto de origen mayor, algo que parece elegimos con consciencia desde el alma antes de nacer, algo que parece es también fundamental para poder entregar lo mejor de nosotros al mundo, algo que nos va a transmitir una parte inamovible de nuestra persona.
Por encima de los errores de aquellos adultos que han formado parte de una importante esencia en nuestra vida, está el punto de origen y también herramientas básicas que nos han compuesto como seres humanos. Valores, decisiones, rasgos muy importantes de la personalidad como ser luchador, protector, soñador, constante, organizado, emprendedor... Todo esto también depende del punto de origen. Bien sea porque el punto de origen nos ha llevado contra la espada y la pared, haciendo que tengamos que arremeter contra cosas y obligándonos a crear nuevas filosofías de vida y actitudes o bien sea porque nuestro punto de origen ha sido un lugar de partida esencial, rebosante de motivación e inspiración que nos ha empujado desde el primer instante a abrir las alas, dar el salto y volar.
Sea como fuere lo cierto es que en ambos casos necesitamos de una ventaja, una ventaja que viene compuesta en muchas ocasiones por el sistema donde hemos nacido, por el país de origen y la estabilidad que existe en ese país, por la educación recibida y las oportunidades para ir a clase, por la evolución y el desarrollo del ambiente en el que hemos sido paridos. Y aunque a priori todo esto lo tenemos tan normalizado que no le damos la verdadera importancia que tiene, lo cierto es que tiene mucha pero que mucha importancia y que en muchísimos casos éste punto de origen, que merece ser agradecido, bendecido y apreciado, marca una significativa diferencia en el camino a recorrer y dibuja un destino diferente.
Si tu vida se hubiese dado en una realidad mucho más pobre, con muchas menos herramientas y oportunidades, con muchos condicionamientos dolorosos o que te hubiesen impedido el alcance de la cultura... Entonces comprenderías que el punto de partida en la vida es algo sagrado, fundamental y con un valor incalculable.
No te digo que ames a todo el mundo, a veces no somos capaces de hacerlo, pero te digo que ames tu propio punto de partida, ese origen del que has emergido, sin la necesidad de compararlo con otros y viendo como gracias a él tienes hoy lo que tienes y eres hoy quien eres.
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