¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

jueves, 4 de octubre de 2018

La soledad y el desarrollo como mujer:


No hay nada más empoderante en éste mundo que aprender a estar con uno mismo y cuando ya nos referimos a nosotras, las mujeres, la cosa es aún más profunda y más importante de lo que parece a simple vista. Con el paso de los años he llegado a la idea, teniendo como ejemplo amigas, familiares, conocidas... De que cuando una mujer quiere realmente desarrollarse necesita de un periodo de soledad. A veces éste periodo implica un tiempo de soltería, donde una se descubre a si misma y se permite explorar diferentes ámbitos de su camino, de sus inquietudes, de sus gustos... Donde además experimentamos diferentes necesidades y donde hacemos emerger un sinfín de fortalezas y herramientas. 

En otras vidas éste periodo significa tomarse un tiempo para una misma, aún teniendo parejas y/o hijos. Éste tiempo puede ser un pequeño viaje en soledad, tomar un descanso, permitirse un fin de semana, regalarse un retiro de re-conexión... 

Y es que este periodo, considero, es fundamental. Aunque de manera subjetiva mi opinión, apoyada en mi propia experiencia personal, es que creo que todas las mujeres necesitamos explorar la libertad de nuestro ser a través de un periodo sin pareja. Pero bien es cierto que en ocasiones la vida, en si misma o el propio cosmos, no quieren lo mismo para todas las personas, pero incluso en estos casos es necesario y viene muy bien esas mencionadas "vacaciones".
¿Qué encuentra una mujer en soledad? Ciertamente se encuentra a si misma, sin más maquillaje ni mentira. Se encuentra tanto sus caras de abundancia, generosidad y honestidad como las partes más prostituidas de su persona, el valor económico y energético que se pone, sus papeles de víctima y verdugo que desarrolla como un método de supervivencia (porque al final mucho de los patrones que llevamos a cabo son estrategias que nos han ayudado o nos han mantenido con vida, a fin de cuentas es lo más importante en esta existencia: mantenerse con vida). 

Una mujer encuentra aquello donde se sentía cómoda y también los porqués de aquello donde se sentía incomoda. Desnuda su parte más humana y vulnerable porque se permite decir en voz alta y sin ser juzgada las necesidades y los miedos más profundos de su ser. Aunque como humanos todos tenemos y merecemos los mismos derechos, es cierto que dependiendo del género con el que nos sentimos reflejados nuestras necesidades, nuestras inquietudes, nuestros miedos y nuestros deseos pueden ser muy diferentes. La mujer tiene dentro de si misma infinidad de bosques salvajes que recorrer donde se tiene que hablar con claridad en temas profundos y trascendentales como puede ser la opinión propia sobre qué significa ser mujer hasta un abanico de un sinfín de temas como su sentir hacia el hecho de ser madre, su sentir sobre el amor y el enamoramiento (que en muchas ocasiones tenemos idealizado o incluso nos hemos puesto un precio, soportando lo insoportable por una percepción proyectada). La mujer tiene que lidiar con esa guerra constante de romper los patrones establecidos por una sociedad mientras encuentra la verdadera esencia de si misma, como individuo y como sexo/género al que pertenece. Y todo esto se desenvuelve y se da dentro de cada mujer, lo cual puede ser más difícil según el punto de origen del que provenga, ya que esto es fundamental para lo que se le permite y nos permitimos compartir de manera más exterior. 

Es en soledad donde una es capaz de entender que nadie vendrá a rescatarte de las torres más altas ni de los hoyos más profundos. Y aprendes, con amor o a la fuerza, a estar contigo sabiendo que jamás nadie, nunca, te aceptará como tu quieres ser aceptada ni te apoyará en todo lo que tú quieres y buscas constantemente ser apoyada. 

Nos queda mucho por desprogramar y reeducar, tanto en nuestra cabeza como en la cabeza de aquellas que serán el futuro. Nos queda el admitir la vulnerabilidad como un hecho fundamental para la fortaleza: llorar y buscar cobijo es tan importante como limpiarse las lágrimas y salir solas a luchar, porque sobre todas las cosas somos humanas. Pero ante todo tenemos que tener claro que no necesitamos de nada, ni de nadie, más que de nosotras mismas para hacer nuestro propio camino y que la aprobación de los demás no va a borrar de golpe y porrazo nuestros miedos más profundos. 

El miedo se deshace cuando una se supera a si misma y se hace cargo de hacer aquello que tanto le aterroriza. Y una mujer que ha superado un miedo es una mujer que ha dado un importante paso para si misma y para el resto de mujeres. Cada vez que una mujer logra un sueño, cumple una meta, supera un obstáculo, termina algo... Es un bien y una abundancia compartida para todas y son más y más puertas, fundamentales, que quedan abiertas para las futuras mujeres del mañana. 

Nos queda mucho por re-aprender, tenemos que re-aprender que no existe nadie que nos esperará. Igual tenemos que aprender que en nosotras no está el único peso de crear la familia. Todas aquellas que buscan crear una familia sienten en sus carnes un peso agotador, como si sólo dependiese de su propio esfuerzo y trabajo la armonización, el apoyo, la protección y la creación de esa familia. Lo cierto es que una familia es un conjunto de varios miembros y cada miembro tiene un porcentaje equitativo que llevar a cabo, un papel primordial que cada uno tiene que desarrollar. No puede ser que la mujer cargue sola con un peso que no le corresponde. 

Tenemos que aprender también a estar solas, sin ningún apoyo que nos saque la sonrisa. Tenemos que aprender a sacarnos a nosotras mismas la sonrisa. Y tenemos que viajar solas: más veces, más con nosotras. Y apoyarnos en esa búsqueda del camino solitario. 

La soledad y el verdadero desarrollo como mujer van de la mano. Porque es cuando estamos a solas que tenemos una conexión real con nuestras verdaderas necesidades e inquietudes. A solas nos atrevemos a escribir nuestro diario personal y a soñar con completa libertad sin recibir un reproche por esa imaginación desbordante que nos caracteriza. Es en soledad donde encontramos la solución a muchos de nuestros problemas y donde aprendemos a ser más coherentes y objetivas, sin buscar hacer lo que los demás esperan constantemente que hagamos. 

La mujer necesita ir en soledad a su propio desierto o refugio, y una vez que se ha desenvuelto ahí con total soltura y habiéndose enfrentado a lo más duro de si misma y del mundo, puede salir para compartir lo que le queda entre las manos: el verdadero fruto de su ser y del descubrimiento más importante de su persona. Y ese descubrimiento es, sin duda alguna, saber quien es una misma, saber cuales son tus puntos flacos y tus puntos fuertes, conocer con plenitud la grandeza de tu fortaleza como ser humano, haber habitado lo incómodo sin huir. 

Hay muchas cosas incómodas dentro de nuestro ser, como la no aceptación de naturalezas salvajes y humanas que nos componen, como los sueños impuestos que hemos mamado desde pequeñas, como los miedos impuestos que nos han nutrido a través de diferentes canales que componen la sociedad que nos rodea... Y todas esas cosas incómodas necesitan ser vistas, vestidas, comprendidas, analizadas, necesitan que sepamos que están ahí para poder transmutarlas y convertirlas en lo que realmente es una mujer: la mujer es la energía salvaje del cosmos dentro del cuerpo de un ser con capacidad para cuidar y cuidarse, dar a luz y alumbrarse, sanar y sanarse, crear magia e inventar magia. 

Hay algo más allá de lo celestial, más allá de todos esos cuentos que nos ponen la carne de gallina cuando los leemos y nos sentimos reflejadas con ese lado salvaje y femenino que los componen. Existe, lo sabemos, una realidad que es más que todas estas frases que suenan idílicas y heroicas... Y es que nuestro fuego profundo, de hembras, se despierta porque quiere ser reconocido. Es esa la verdad a la que me refiero, algo que va más allá de leyendas y mitos, y que forma parte de todas las culturas que han existido y existen en el planeta... Es una verdad pintada de "ficción" que habla de la mujer como ese ser capaz de ser Diosa creadora y destructora al mismo tiempo. 

Y resulta fundamental conectar con ésta parte de una misma para desarrollarse y para recuperar la humanidad y la realidad que nos compone y que es nuestro divino derecho, como mujeres y como seres humanos. Pero esta parte, esencial para encontrar quienes somos y para saber la verdadera magnitud, el verdadero volumen, la verdadera importancia y apreciar con totalidad qué significa y quienes somos, sólo se encuentra en los terrenos que una consigue recorrer sola. Sin soledad una parte de nuestro ser se queda sin desarrollar con plenitud. 

La soledad es una maestra difícil, pues cuando es impuesta se siente como una pesada carga, como un castigo que nos castra y asfixia. Y en muchas ocasiones su primera llegada suele ser como algo impuesto, inesperado, que llega de golpe a nuestra vida y resulta muy difícil habitar y convivir con ella. Pero con el paso del tiempo, cuando comprendemos su importancia y también cuando comprendemos la magia que nos aporta como puede ser la intimidad, la independencia, la capacidad para desarrollarnos y descubrirnos y todo lo que viene de la mano con ello como el amor propio, la autoestima, la individualidad... Vemos el verdadero y difícil papel que desempeña la maestra soledad y también vemos todo lo que en soledad se nutre y emerge, y que no puede nutrirse y emerger en otros ambientes. 

No es casualidad que en soledad muchas mujeres han logrado los mayores objetivos de su vida, o han llevado a cabo sueños que no creían posibles. No es casualidad que en soledad muchas mujeres  se han empeñado en mejorar su condición social, su propio camino... No es casualidad que en soledad muchas mujeres han recorrido el mundo, han llevado a cabo un proyecto con éxito, han experimentado el fracaso y han aprendido a mejorar para volver a intentarlo y lograr mejorarse. 

No es casualidad que en soledad muchas mujeres se han reforzado, han cruzado límites que creían imposibles, han convertido ideas en realidades materiales, han terminado carreras, han conseguido nuevos oficios... Y es que en soledad la mujer desarrolla su diosa más poderosa y se despoja, como puede y como sabe, de esa necesidad imperiosa porque sean otros los que nos saquen las castañas del fuego. 

Aprendemos, viéndose quemar esas castañas, que nosotras tenemos todas las herramientas necesarias para salir de cualquier circunstancia que se de en nuestro camino. Y aprendemos, también, a escucharnos a nosotras mismas antes que a otras personas. 

Y estarán conmigo, todas mis hermanas, en que la sensación es indescriptible cuando las mujeres nos concedemos un tiempo de soledad para con nosotras mismas, como un auto-regalo y como un permiso que nos merecemos. Todo lo que termina emergiendo en ese tiempo es algo indestructible que reestructura nuestra propia percepción de nuestras capacidades y de nuestra persona, que nos re-coloca y nos da una visión mucho más objetiva y poderosa sobre quienes somos y qué somos capaces de hacer.

No tengas miedo a la soledad, aunque a priori no lo parezca, siempre es la mejor amiga de la mujer. 

2 comentarios:

  1. Me parece muy triste el artículo.
    Generalizar de esa manera, culpabilizar a la sociedad o los hombres de tu falta de libertad para desarrollarte... incitar a las nuevas generaciones a vivir en soledad.... porque la mujer no necesita A NADIE. Por favor, para ser libre no hace falta estar sola, para tener libertad de pensamiento no hace falta estar sola, para estar en soledad contigo misma ....no hace falta irse a la conchinchina. Superemos nuestro dolor y nuestras malas experiencias, dejemos de poner en otros lo que es nuestra responsabilidad. Nosotros hombres y mujeres somos responsables de nuestras palabras,de nuestros actos, de nuestros pensamientos.... Dejemos que nuestras hijas experimente como mínimo lo mismo que nosotras, el amor y el desamor, la empatía, el perdon la confianza en los demás, y enseñemoslas a disfrutar la vida, sabiendo que son seres maravilloso, únicos e irrepetibles y las únicos responsables de su vida. La soledad interior, es un estado en el que puedes estar siempre que te apetezca, ya que sólo depende de Ti. Somos creadoras, seres llenos de amor, para dar y recibir.... pero si nos negamos esto .... sólo nos destruidos a nosotras mismas.
    Por favor, reflexionar antes de escribir palabras tan duras como:
    .."Todas aquellas que buscan crear una familia sienten en sus carnes un peso agotador"... soy madre de 3 hijos y creo que la diferencia está en que yo no busque ... Decidí y quise tener hijos por lo tanto es y será siempre maravilloso, fue mi deseo y mi responsabilidad, este sola o acompañada, lo piense rodeada de gente o meditando en la India... soltera o casada ....
    Es mi humilde opinión, respeto cualquier punto de vista, pero creo que para disfrutar la soledad , hay que haber vivido la compañía y eso... no se lo podemos negar a nuestras hijas. Hay grandes mujeres solas y acompañadas, pero estoy segura que a todas les apetece en algún momento un hombre en el que apoyarse y compartir.

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    1. Y por qué un hombre e el que apoyarse? No generalices así! No todas las familias son monoparentales ni con hombre y mujer. Eso también es triste... generalizar así como lo haces tú con este comentario.

      A mi el artículo me gusta, por eso lo he escrito. No espero que le guste a todo el mundo. Hay muchas mujeres que necesitan despojarse de la idea de que necesitan compañía para cumplir sus sueños cuando no es verdad.

      Tú te sientes estupenda con tu decisión de ser madre, el romanticismo idealizado hacia la acción de ser madre es lo que ha hecho que muchas mujeres se arrepienta tras haber tomado la decisión (otras muchas no) pero en la sombra de las que sí tienen que sentir que muchas otras sabemos de ese peso que cargan y que son humanas.

      Te recomiendo leer un libro muy bueno: mujeres que corren con lobos.

      Ahí habla de varios tipos diferente de mujeres y también habla de la compañía y de la soledad.

      Saludos.

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