Las relaciones son complicadas, no podemos negar eso. Es complicada una relación con papá y con mamá, con los hermanos, los primos y los abuelos... Es complicada una relación con los vecinos del piso, del barrio, con los compañeros de clase o del trabajo, con los amigos y los mejores amigos... Y también es complicada una relación donde se ven implicadas otra clase de emociones, profundas, donde nos sentimos ilusionados a la par que intensamente vulnerables.
Lo he comentado muchas veces: las relaciones emocionales/sentimentales descubren diferentes caretas y facetas de nuestra persona. Nos enseñan verdades de nuestro ser muy importantes, rondan desde los miedos y pánicos que tengamos hasta los rolles de comportamiento que solemos adquirir, llevar a cabo, aceptar... Para conseguir o cumplir nuestras necesidades y para cumplir también con nuestros objetivos o expectativas.
Ésta clase de relaciones, más que las de amistad o incluso en muchas ocasiones más que las familiares, dejan al descubierto verdaderas heridas de nuestro ser, nuestras sombras y luces se muestran completamente desnudas sin filtros ni excusas. Y empieza un juego, un sencillo juego de proyecciones, respuestas, preguntas, acciones y reacciones, de pensamientos, de creencias, de huidas y regresos. Todos buscamos algo si entramos en relación, esto es un hecho real que no puede ser negado. No nos podemos abrazar a la idea de la new age sobre que entramos en relación sin buscar nada, eso no es cierto.
Los seres humanos somos emocionales y tenemos necesidades, en ocasiones éstas necesidades son sencillas y pueden ser cubiertas y solucionadas por nosotros mismos. En otras ocasiones estas necesidades no son tan simples, porque el tema emocional no siempre es práctico, y entonces nos encontramos enlazando una parte de nuestra vida con otro ser humano. Un completo desconocido o desconocida que llega a nuestra vida para convertirse en alguien y dejar la etiqueta de "desconocido" en el pasado.
Hoy en día tenemos un profundo analfabetismo emocional. Esta ignorancia, que muchas veces alimentamos porque puede ser la mejor excusa para no ser responsables, es la que nos lleva a como dije en un texto reciente: provocar muchos cadáveres emocionales. ¿Qué es un cadáver emocional? Me gusta definir así la muerte e vida de los sentimientos de otra persona por la falta de cuidado, compromiso, honestidad y responsabilidad que ha tenido otra persona.
En ocasiones estos cadáveres emocionales resurgen y se convierten en zombies emocionales, comportándose como aquella persona que los ha convertido en lo que son. Igual que en una película, estos seres humanos han sido mordidos por la falta de compromiso, responsabilidad emocional, cuidado del prójimo y la empatía, y observando que aquellos que hacen daño a los demás no salen mal parados, olvidan lo mejor de su ser y se sumergen en esa transformación convirtiéndose y adquiriendo la misma conducta y comportamiento que la persona que a ellos les hizo daño. Evitar esto es un arduo trabajo muy ligado al compromiso con uno mismo y a creer fervientemente en que nosotros somos los únicos responsables para crear el mundo que nos merecemos: nuestras respuestas, comportamientos y actitudes son el reflejo más importante de la sociedad que nos compone, si olvidamos básicos humildes y caemos en el juego sucio, pero fácil, de ser todos unos capullos... Tiraremos por la borda cualquier posibilidad de generar una realidad mejor y de ser mejores.
Debido a este analfabetismo y a los comportamientos adquiridos, porque pensamos que determinadas conductas y respuestas no tienen consecuencias, sumado a la facilidad de encontrar hoy en día cualquier persona a través de muchos caminos: desde salir de fiesta hasta usar redes de contacto, se está expandiendo la sucia costumbre de no dar explicaciones, no comunicarse, no ser sincero, no abrirse desde la verdad... De esta manera muchas personas huyen de situaciones que les parecen abrumadoras o de las que no se quieren responsabilizar haciendo una traicionera bomba de humo, donde faltan respuestas, donde falta coraje y un dialogo adulto.
Ésta conducta, bastante reconocida a nivel mundial, recibe el nombre de ghosting. Un ghosting, dicho rápido y mal, es cuando alguien desaparece de la noche a la mañana de tu vida sin mediar palabra. Una persona con la que te habías ilusionado o que había tenido varias citas contigo, una persona con la que habías iniciado un proceso para conocerse y que te hacía tilín y te gustaba... Alguien con quien había un feeling, o eso parecía, te deja abandonado de la noche a a mañana sin decirte ni una sola palabra. Desaparece, tal y como apareció en su momento y no se responsabiliza de manera adulta de lo que esto supone.
Al otro lado queda la persona abandonada (como si los seres humanos no tuviésemos suficientes heridas de abandono) que se siente desconsolada porque necesita, como es lógico, una razón, un motivo, una explicación... Y en muchas ocasiones no es para intentar convencer al otro de que vuelva, es simplemente porque la naturaleza humana es comunicativa, necesitamos y buscamos comunicarnos de todas las maneras posibles, compartir esa comunicación aunque recibamos respuestas que no nos gusten o que no esperábamos. El dolor de una ausencia "de repente", sin una sola explicación y respuesta para poder crecer y responsabilizarnos de lo que nos corresponde, para poder hacer instrospección y desarrollarnos, para poder darle definición. Necesitamos, muchas veces, definir las cosas para comprenderlas.
Puede que no encontremos definición exacta o unánime sobre algunas emociones y sentimientos, pero necesitamos definir, describir, poner nombre, dar forma... A aquello que ocurre en nuestra vida, a las respuestas que damos nosotros y a las que otros nos dan a nosotros.
Pero no, con el ghosting no ocurre esto. Es un vacío, una ausencia que nos hace sentir destrozados, nos sentimos perdidos. Esto puede llevarnos a conductas ansiosas, perdemos mucho tiempo buscando esa explicación dentro de nuestra cabeza o incluso nos obsesionamos con la persona que lo ha causado, que nos ha provocado un daño sin explicación, sin respuesta y sin motivo. Nos sale rabia y sentimos profundamente rotos, estamos hechos añicos en ese momento. Y morimos un poquito, porque donde pusimos ilusión, cariño y buenas intenciones, hemos recibido silencio, abandono, soledad... Sentimos que nos han desechado como basura y arrastramos esa emoción y esa tristeza.
¿Qué debe pasar por dentro de las cabezas de las personas que se comportan así? Para empezar creo que el problema raíz y de base es que al no recibir una educación emocional profunda y auténtica, no somos conscientes de esa realidad. Aún en ausencia de esa educación y de ese conocimiento, quiero hacer un inciso importante: TENEMOS UNA RESPONSABILIDAD EMOCIONAL CON LOS DEMÁS. Huir de ello no hace que desaparezca, solo crea una falsa película en tu cabeza que demuestra tu falta de empatía y de honestidad.
Ahí está el problema: carecer de empatía nos convierte en personas sumamente egoístas que no necesitan dar explicaciones para hacer que sus actos y gestos sean impecables. La impecabilidad poco importa cuando te mueves solo en favor de un bienestar que está por encima de el bienestar de los demás. Mientras quien hace esto se siente normal o bien consigo mismo, con lo sencillo que es hablar y comunicarse, otra persona queda realmente tocada y hundida.
Comprendo que a veces uno empieza relaciones con la mejor de sus ilusiones y de sus intenciones y que puede darse, tarde o temprano, que esa relación ya no encaja contigo. En ocasiones esto ocurre más pronto de lo que nos gustaría porque el propio subidón hormonal y las propias ganas, naturales, de sentir ilusión y amor nos aceleran y hace que corramos más que el tiempo que necesita una relación para desenvolverse de forma saludable y con naturalidad. Pero incluso si esto pasa antes o después, lo que me parece esencial y primordial es que una ruptura, un final... Sea lo más "sano" posible. Y aunque queden las dos partes heridas, o solo una, lo mínimo es dar una explicación, un motivo, una conversación... Aunque sea corta y de tres frases. Eso es mejor que un repentino e inesperado silencio.
Así la práctica del Ghosting es común en cualquier soltero, por encima de edad, género, condición gustos sexuales... Abarca todas las edades y todas las posibilidades. Uno puede justificarse en que cuantos menos años tiene una persona, menos consciencia y responsabilidad tiene también y por eso huye de hacer o de comportarse de determinada manera, porque quizás esa falta de experiencia y madurez le lleva a no saber qué es realmente la sinceridad y la impecabilidad, pero lo cierto es que esto también ocurre en personas mucho más mayores. Al final se desenmascara esa amarga realidad de que todos somos niños en pañales y algunos, inconsciente o conscientemente, se excusan en ese niño para no dar crecimiento y desarrollo a partes que sí lo necesitan. Precisamente regar estas partes es lo que nos lleva a ser sabios.
Cada vez parece que resulta más y más difícil entablar una relación sentimental constructiva. Cada vez nos cuesta más hablar con total plenitud y apertura de nuestras emociones, de quienes somos nosotros, cada vez nos resulta más incómodo mostrarnos vulnerables, cada vez huímos más de tirarnos a la piscina, de enamorarnos, de encariñarnos, de permitirnos sentir. Cada vez buscamos más y más sin elegir, sin quedarnos, sin ser leales y fieles, cada vez huímos más, nos excusamos más, nos rendimos más... Olvidamos que las relaciones emocionales son para valientes y si no eres un valiente, mejor déjate de historias y sé sincero o sincera desde el minuto uno. Nos olvidamos de que somos sensibles, emocionalmente frágiles... Y parece que nos olvidamos de incluso nuestras propias heridas cuando nos comportamos mal con los demás y hacemos como que nos da igual.
Cada vez intentamos huir más, espantar más... Y construímos una vida que a nivel emocional se encuentra en soledad, en una profunda y dolorosa soledad, porque no podemos compartir de corazón con los demás, porque no nos atrevemos, porque nos da pánico, pavor, porque imaginar esa idea nos causa una angustia profunda, porque pensamos que no somos suficientes o que los demás no son suficientes para nosotros... Y resguardamos en corazas, armaduras y caretas. Y perdemos raíces con el tema de los compromisos a si que nos aceleramos mucho o pisamos tanto el freno que antes incluso de sentir una leve llama en nuestro interior, tiramos la toalla y a otra cosa mariposa.
Bienvenidos al S XXI y sus miles de anglicismos que definen cosas tan complejas y profundas como que el ser humano, cada vez más, huye del amor, del compromiso y sobretodo de ser honrados: con uno mismo y por ende con los demás.
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