¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

martes, 21 de noviembre de 2017

El tacto que se halla en la comprensión:


A veces estamos como desnudos, sin nada más que nos arrope. Somos seres vulnerables y muy sensibles, por increíble que parezca ¿quién lo diría? Teniendo en cuenta el propio sistema que hemos parido y que nos rodea. 

Precisamente por esto, porque estamos desnudos y porque no tenemos nada más, somos tan frágiles. Esa es la palabra adecuada: fragilidad. Somos seres que cambiamos sutilmente, de manera gradual o de manera impactante e inesperada. Es por esto que debemos prestarnos y prestar atención a los demás. 

Todos habitamos 24/7 en esa, nuestra fragilidad. Y es desde aquí donde también nos protegemos o sobreprotegemos y nos convertimos, a veces, en piedra. Nadie puede huir de esta parte tan humana y quien huye de ella se condena, finalmente, al no sentir. 

Nuestra fragilidad, nuestra sensibilidad, nuestra parte blandita... Es donde se encuentra el corazón, lo que nos hace sentir cercanos con un cachorro o lo que nos hace tomar decisiones con ambición empática para lograr vivir en un mundo mejor, como la que tomamos la gente de filosofía vegetariana. Sin esa parte no podríamos tomar decisiones de corazón, ni siquiera podríamos aventurarnos al amor, ni a la pasión del sentimiento, no podríamos ponernos en el lugar de alguien ajeno a nosotros y tampoco podríamos imaginar un proyecto social o constructivo para con nosotros y con los demás. 

Esto es lo que debería hacernos abrir los ojos. Con esto no quiero decir que todos seamos perfectos peluchitos repletitos de sensibilidad, muchas veces metemos la pata con nosotros mismos, y por ende, también con los demás. Pero sí que es cierto que conforme crecemos, y más si tenemos esto presente, resultará mucho más fácil convivir, socializar, crear relaciones... Desde esta parte, que es una de esas partes "puras" del humano. 

Uno de los mayores problemas con los que nos encontramos hoy en día, es parte de la peligrosa falta de educación emocional, porque nadie nos ha hablado de la importancia de esta pieza que está dentro de nosotros. Entre muchos fallos con los que tenemos que vivir a diario, hasta lograr otra clase de futuro como individuos y como sociedad, tenemos que ser conscientes de ésta errata personal, colectiva, social, política... En general, una realidad muy cruda que se encuentra en cualquier aspecto que nos compone, sobretodo aquí en occidente. 

Y me refiero concretamente a que como nadie te ha dicho que es necesario mantener desarropada y desprotegida la sensibilidad y la fragilidad, a si que tendemos a meterla en un búnker en lo más profundo de nuestro ser. Cerramos y muchas veces tiramos la llave y esto nos lleva de lleno a respuestas orgullosas, falta de tacto y por tanto una enorme carencia comprensiva. 

El tacto hacia la parte más sensible, nuestra y de los demás, se encuentra en la comprensión. Ver reflejo en los procesos ajenos de vivencias que ya hemos experimentado y estar al lado admirando el progreso que cada cual tiene dentro de su camino, es uno de esos ejemplos de tacto que muchas veces nos hace tanta falta. 

Cuando uno comienza a trabajar con este tacto resulta tan beneficioso para la persona que lo recibe como para la persona que lo lleva a cabo. Y es que precisamente en esta comprensión/compasión, de la que ya he hablado en alguna ocasión en este blog, se halla una parte muy importante del empoderamiento personal, de la sabiduría y sobretodo del saber estar. 

El saber estar es una actitud que se adquiere según como aprendemos por el camino. Y en ese saber estar se enriquece, se cuece, emerge, se germina, se riega... La parte del tacto, de la comprensión, de la aceptación, del acompañamiento. Resulta que según cómo estamos evolucionando, ésta parte vibra en consonancia con un tipo de emoción o con otras y emana así unas ondas energéticas diferentes, que los demás percibirán, disfrutarán, vivirán y les servirá para su propio desarrollo independiente. 

El tacto que se halla en la comprensión es el abrazo cuando uno se siente completamente abatido. Es la persona que te acompaña cuando estás sumergido en las fallas más profundas de tus océanos de dudas. Es también quien entiende cuando tomas una decisión por un bien mayor y lo admira, aunque eso pueda dejar algún dolorcito y entiende también que el dolor es un proceso necesario también para la evolución, porque al final uno se sobrepone a cualquier dolor sobretodo si la conciencia está en consonancia con el corazón. 

El tacto de la comprensión es también el "bien hacer" que te hace dormir tranquilo. Es la impecabilidad en el acto, la voluntad del otro abrazada, es el cobijo y es una de las mayores demostraciones de amor que existen. 

Igual que necesitamos muchas veces que nos abracen o acaricien, igual que necesitamos de esa cercanía física, de esos detalles cuando alguien se sienta a nuestro lado o cuando alguien nos coge un mechón de pelo y nos lo pone detrás de la oreja... A nivel anímico y emocional también necesitamos, muchas veces, de este tipo de respuestas. 

El proceso ajeno, visto desde fuera, puede parecer muy sencillo... Sin embargo algo que nos puede ayudar a verlo desde fuera y sentirlo, al menos un poco más, es precisamente la compasión/comprensión. Es la empatía. 

Acariciar desde ahí, desde esa verdadero amor, desde ese cariño real, desde ese "todo está bien y no estás desamparad@" cambia quienes somos y también hace cambiar al resto. Esta es la materia principal para crear un mundo con una verdadera educación emocional. 

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