¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

domingo, 26 de noviembre de 2017

Mujeres anclas, mujeres de fortaleza.


Mujeres, en ocasiones nos toca llevar a cabo el papel de la fortaleza, la fuerza en si misma, del ancla que mantiene. En esas ocasiones puede que tomemos decisiones difíciles, donde lo correcto está por encima del impetuoso egoísmo y orgullo. Y es que, a veces, ser una mujer fuerte, y consciente, no resulta nada fácil. 

Tú y yo, somos el apoyo familiar, la capacidad de unir y transformar un evento inusual en un milagro hecho realidad. Somos arropo para aquellos que desfallecen, somos las palabras correctas y también somos aquellas que miramos más allá y vemos la realidad venir, antes incluso de que otros la perciban. 

Para muchos amigos somos la solidez, alguien con quien contar incluso en intempestivas horas. Somos el refugio, la persona que va a rescatar y que se ofrece a cuidar por encima de cualquier circunstancia. Somos el número de teléfono al que llaman cuando alguien, de repente, siente un miedo terrible y no sabe con quien más hablar. Somos la voz de calma para la ansiedad ajena, la confianza para la persona acobardada, el ejemplo para aquel que se paraliza ante sus resistencias, somos la luz de la confianza para quien ha olvidado quien es y somos la protección más imponente para aquellos que se sienten vulnerables y desarropados.

Somos la terapeuta que responde lo más rápido posible, que se vuelca en su oficio con mucho cariño, tesón y pasión. Somos la canción donde otros se acuerdan de ti porque habla de fortaleza, de amor verdadero, de transparencia y de coherencia alma-mente-corazón. 

Somos el recuerdo imborrable, alguien con quien siempre contar ya sea para enterrar un cadáver o para tomar un café (es broma lo del cadáver). Somos parte de un equipo de trabajo donde aportamos constancia, apoyo emocional, reconocimiento y agradecimiento. 

Somos la hija que nunca cumplió con lo que supone que tenía que cumplir, sin embargo, aun haciendo las cosas a su manera se ha convertido en una pieza fundamental de ejemplo, escucha y demostración. Somos la hermana que nunca deja para después, que prioriza por el amor de alguien con quien comparte gran parte de su genética. 

Somos la colega para tomar unas cañas y fumar, mientras rodeados de humo, se piensa en cambiar el mundo ideando cosas que conectan con la creatividad imparable que vive dentro del ser. Somos quienes nos ofrecemos voluntarias para las tareas más complejas, somos madres sin haberlo sido y cuando ya estamos en ello somos feroces, imparables y luchadoras, constructoras. 

Somos la persona a quien recordarás con más cariño, incluso aunque nos lleves al límite de nuestro aguante y despiertes nuestra rabia... Porque a pesar de nuestra respuesta impetuosa, tendrás muchas más cosas buenas que decir sobre nosotras, que malas. 

Hemos sido admiradas y valoradas y lo seguimos siendo, pero también somos, por experiencias de la vida, el tren que no pasa dos veces por la misma estación.

Somos las artistas que hacemos despertar al mundo para que nunca olvide su potencial. Somos la energía chamánica que fluye debajo de La Tierra, somos esas personas inesperadas con las que te topas y ponen patas arriba tu vida para que siempre conectes con tu corazón y no procrastines algo tan sagrado e importante. 

Nosotras somos las mujeres de esta tierra nueva; las que hemos decidido que el corazón es el símbolo que nos representa. Las que a pesar de que las batallas internas son las más difíciles de lidiar las llevamos a cabo intentando que salgan el menor número de heridos, y daños colaterales, posibles. 

Somos ese nombre que aparece en la pantalla de tu móvil y tímidamente sonríes porque ha sido un mensaje inesperado pero bien recibido, porque ha sido una llamada sorpresa pero en el momento idóneo... Porque suena a casualidad, cuando siempre ha sido conexión divina. 

Somos la justicia ante una injusticia. Somos la ética y la moral, somos quienes nos hemos puesto como proyecto de vida y como meta personal la actitud más impecable. Somos las palabras claras. 

Somos las brujas de esta sociedad desarrigada, somos el hogar para aquellos que se han visto desamparados y completamente solos. Somos la conversación que nutre el alma. Somos la demostración de que rendirse nunca es una opción, somos quienes reconocemos lo que nos toca por reconocer y aprendemos del error propio, y del externo, para hacer de nosotras alguien mejor, a pesar de la resistencia de la mente y de la exigencia.

Somos el adiós en el momento que alguien tiene que atreverse a decirlo. Somos la compasión, aunque deseemos en ese momento ser todo lo contrario. Somos el esfuerzo de mejorar lo peor de nosotras mismas, intentando a cada paso lograr superar metas de superación personal.

Somos el círculo, el deseo que despertamos con nuestra sola presencia. Somos “las cosas” lo mejor hechas posibles y si no salen bien, jamás nos podrán decir que nuestra intención no era buena, eso nunca.

Somos la observación, la libertad, las aprendices del desapego y del soltar. Somos en ocasiones la impaciencia maquillada, porque años atrás fuimos mucho más impacientes aún si cabe… Y de poco a poco, sin presiones, estamos aprendiendo a valorar y admirar el proceso del saber esperar, de la santa espera hecha patrón en nuestro camino.

Somos el anhelo de alguien, porque lo sabemos. Y también el deseo de otrxs tantxs... porque lo hemos vivido y nos tocará seguir viviéndolo.

Despertamos, a partes iguales, comodidad e incomodidad… Según con quién nos toque cruzarnos cara a cara.

Somos guerreras, independientes, capaces de enfrentarse incluso contra el peor temporal del mundo y saber, que al contrario de lo que los demás piensan, saldremos ganando.

Somos el amor propio que resurgió después de mucho tiempo permitiéndonos sufrir y que nos hiciesen daño. A pesar de esto, no, no siempre hemos sido, somos o seremos un ejemplo, porque asumimos que por encima de todo somos seres humanos, personas sin un gramo de perfección.

Hemos ido contra nuestros principios hasta que aprendimos que sin los principios uno no puede ser quien es y se pierde a merced del control que otros pueden tener sobre ti.

Hemos sido nuestro peor enemigo, nuestra batalla física y mental, la mayor destrucción contra nuestra persona y el odio hecho persona. No lo negamos, porque parte de lo que somos ha sido una transmutación y un resurgir de un pasado muy tóxico y dañino donde por poco nos fuimos para siempre.

Hemos estado enganchadas a conductas y patrones que nos han hecho explorar fondos oscuros. Adicciones y enfermedades con las que nos hemos presentado, vínculos afectivos destructivos, uniones sexuales que nos hicieron consumirnos, experiencias personales que hemos repetido una y otra vez a pesar de que los resultados siempre eran catastróficos… Sin todo esto no podría haber resurgido en nosotras la necesidad imperiosa por mejorar, por vibrar diferente, por iluminar y sobretodo no habríamos aprendido a comprender ni a ver /vivir de una forma diferente.

Hemos sido atacadas cuando apenas teníamos herramientas para defendernos y hemos perdonado a esos “agresores” para quedarnos cerca y ayudarles cuando no tenían nada más, entonces las caretas se vinieron abajo y los rolles dejaron de tener importancia, entonces aquellas personas vieron la verdad de quienes somos y entonces… Aprendimos lo que es el amor real, el amor de acompañar y perdonar incluso a quienes más has querido a pesar de que, durante largo tiempo, te condenaron bajo una etiqueta y un juicio sobre quien nunca has sido, sobre lo que nunca has hecho, sobre una intención que jamás fue así dentro de ti.

Somos esas raras bien, que caen bien (o muy mal) porque se nos ve sinceras y sin medias tintas, se nos ve de cara y eso es algo que una parte de la sociedad echa de menos porque cada vez hay menos.

Nadie se ha arrepentido en darnos una segunda oportunidad porque hemos demostrado que somos metamórficas y ante todo hemos demostrado lealtad.

Somos maestras y aprendices a tiempo completo, que no desconectan de su humildad y de su humanidad para seguir creciendo sin resistencias.

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