¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

lunes, 26 de marzo de 2018

Midriasis del corazón:

Midriasis: aumento del diámetro o dilatación de la pupila del ojo.

Todos seríamos un poquito más felices si todos estuviésemos un poquito más abiertos. La posibilidad que habita tras la puerta que se abre es más grande que el presente de estar cómodo sobre un pensamiento inamovible y una circunstancia de confort. 

Ocurre que para esto hay que tener muchas ganas, estar muy motivado o tener una fuerza mayor, suprema y con personalidad, para interponerse a la presión de la sociedad que muchas veces va a intentar arrastrarte hacia el lado contrario. También para interponerse a la incertidumbre, al vértigo, al miedo... 

Abrirse al mundo no es un acto fácil, pero es un acto de verdadera valentía y sobretodo de fe con la vida. Vive mejor quien deposita parte de su fe en saber que la vida, de alguna manera, colaborará para ayudarle a progresar... Y ese pensamiento quizás nos lleve a una forma aún mayor de conducta, de hábito mental: pronoia. En psicología, pronoia (en griego previsión, plural pronoiai) es la creencia de que el mundo o las personas, en general, conspiran a favor de uno mismo.​ Es el sistema de creencias opuesto a la paranoia.

Todos seríamos un poco más felices si cuando estamos abiertos nos aprendiesemos esa lección: la lección de apertura. Y una vez aprendida la ponemos en práctica, cada cual con sus reglas y su sentir, con sus herramientas y sus capacidades. 

Y que todo lo que es vida y habita en nosotros se dilate y expanda, de una forma magnífica y maravillosa, la única manera de poder abrir los brazos cuando uno quiere acoger a alguien, la única manera de no sentirse piedra en una jungla de hormigón, cemento y metales. Mientras la mirada se expande sin enfocarse en lo que los ojos ven pero el sentimiento sí se centra en lo que el corazón puede percibir, es entonces cuando da lo mismo lo borroso, lejano o cercano que parezca todo... Hay algo, superior, que te da una calma, en el momento del aquí y el ahora. 

Quizás ésta puede ser una de esas fórmulas mágicas y universales que realmente nos pueden ayudar a encontrar quienes somos, pero sobretodo quienes no somos. No somos nuestras emociones, sin más y sin motivo, tampoco somos nuestras corazas, nuestros pinchos y la explicación de porqué habitan en nuestra piel, en nuestra conducta o en nuestra actitud... No somos el enfado de ayer, la preocupación de hace un año ni la pena que podamos sentir en algún mañana... Somos un efímero instante, voluble y temporero, al que llamamos presente. 

Acoger esa idea como una forma de vida puede ser liberarnos de muchos años de cargas descontroladas, de muchas puertas cerradas, de rincones oscuros donde hemos habitado como palacios dentro de nuestra persona... Y quizás todo, definitivamente todo, sea precisamente abrirse, expandirse, dilatarse, ampliarse, agrandarse, aumentarse, extenderse... Para luego recuperar la forma natural, sin ser la misma persona y sabiéndote transformador de ti, del tiempo y de la experiencia que cada instante te rodea. 

Firmo para que cada ser humano halle la manera de experimentar su propia midriasis del corazón. Algunos llaman a eso amor ¿cómo lo llamarías tú?.


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