¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...
martes, 6 de diciembre de 2016
LIBÉRATE DE LA CULPA:
Las decisiones se toman constantemente, a diario tienes que decidir si ir a la derecha o a la izquierda, si vestirás con calzado marrón o negro, si prefieres bolígrafo rojo o verde, si vas a comer pasta con tomate o con aceite de oliva, si elegirás postre o no, si irás al gimnasio o si por hoy lo dejas pasar... Como ves, estamos rodeados de tomas de decisiones constantes.
Algunas de estas decisiones son de manera más consciente, pudiendo depositar en ellas una intención clara y planificando algo en relación al futuro, otras son más banales y no requieren de tanta atención. Las decisiones son esos pasos que al final nos llevan a ser quienes somos, porque te aseguro que no serías la misma persona si hubieses estudiado otra carrera, si no hubieses cambiado de trabajo o si por algún motivo no hubieses roto esa relación... y eso, eso es realmente bueno.
Son las decisiones las que te llevan a darte cuenta de que este presente que vives era ese futuro que tanto temías, tomas decisiones sobre donde invertir tu dinero, que caprichos darte, qué tono de voz utilizar o donde centrar tu mente. Las decisiones te llevan a experimentar y aunque creamos que con ellas lo controlamos todo, lo cierto es que no es verdad. Nosotros controlamos la decisión en sí, responder de forma negativa o positiva, pero lo que ocurra después de esa respuesta puede encajar o no con lo que teníamos pensado, con esa expectativa pre-concebida.
No temas tomar decisiones, al final la vida que caminas está compuesta de ellas. Como te decía, a veces tomamos decisiones de manera inconsciente, como elegir siempre el mismo camino de vuelta a casa, tomar siempre el mismo autobús, desayunar a la misma hora o llamar a mamá siempre una vez al día... dentro de esa rutina, a la que estamos acostumbrados y que desborda de decisiones, ocurre la magia de la vida... porque dentro de las decisiones que ya forman parte de nuestra zona de confort, hay otras, más o menos grandes, que se alejan de esa zona y nos llevan a experimentar grandes situaciones en nuestra vida... momentos que sin duda nos inyectan un gran conocimiento sobre nosotros mismos y una madurez que no tiene precio, e incluso me arriesgo a decir que en esas decisiones del día a día, las que ya forman parte de nosotros y de nuestros horarios habituales, hay magia incandescente, latiendo, que nos puede hacer encontrarnos con una persona que cambie el rumbo de nuestra historia o un suceso que rompa todos los esquemas y nos haga experimentar libertad.
La vida, de todo tipo de animal, está compuesto del resultado de la suma de un montón de decisiones que hilan y cosen con tesón nuestro el destino y los siguientes pasos. Las decisiones condicionan y a la vez liberan, nos introducen como protagonistas en un precioso vaivén de contrariedades sumamente necesarias para llevarnos al crecimiento que nos merecemos, un crecimiento que nadará con libertad entre nuestra mente y en aquello que podremos transmitir a las futuras generaciones.
Pero en ocasiones arrastramos una insana y destructiva emoción en relación con las decisiones que tomamos... nos sentimos culpables por tener tal capacidad, por poderla disfrutar, porque añadimos más responsabilidad a la vida de la que realmente tiene. No nos educan con saber que hay decisiones buenas y otras un poco menos buenas (a priori) pero que al final todas las decisiones son esenciales y son maestras... nos educan con una carga de responsabilidad hacia nosotros mismos y nuestro camino, nos educan con un peso a la hora de tomar decisiones que nos lleva a no saber digerir lo que puede ocurrir después, parece que estamos programados a vivir siempre esperando que cada decisión convierta en realidad nuestras expectativas. Esto ocurre porque nadie nos ha dicho que a pesar de que la vida en una gran cantidad de ocasiones sea dura, hay maneras mucho más sencillas de digerirla y de entenderla. Incluso a pesar de las cosas complicadas, asumir la vida es mucho más sencillo... y la cosa es que esta sencillez nace de la simpleza de vivir, precisamente, sin expectativas. Partiendo de esa ecuación, podemos tener entonces en mente que tomar decisiones, en la mayoría de las ocasiones, es mucho más fácil.
Es muy importante que cuando queramos iniciar algo en nuestra vida nos liberemos de la culpa a la hora de elegir que pasos dar. Esto debemos tenerlo a cuenta con nuestro día a día... y es algo primordial para entender que hay decisiones que hemos tomado que estaban destinadas a hacer que nos equivocásemos, porque los aciertos y las equivocaciones son maestros del mismo palo; inevitables, superables, integrables y liberadores.
Suelta de tu mente la culpa por haber tomado decisiones o haber llevado a cabo determinados actos en tu vida, aléjate de realidades alternativas que no se han cumplido... sé más benévol@ contigo mism@ ¡no estamos aquí para arrastrar pesadas cargas y mochilas que nos descompongan! ni para mantenernos tan rígidos, no hemos venido para mutilar nuestra conciencia con cosas que no son tan densas ni tan dolorosas, ni hemos venido para hacer de un grano de arroz una montaña de problemas que al final son humo... hemos venido a asumir, aceptar, integrar, liberar y entender que la sencillez de nuestro camino depende única y exclusivamente de cómo nos tomamos las cosas, del control que ejercemos sobre nuestras emociones y ante todo... de cómo de sanada tenemos la condena de la culpa.
Simplifica tu vida entendiendo que todas las decisiones te están llevando, sin lugar a dudas, a un futuro mejor, porque siempre te espera algo mejor: una persona mejor para tu camino, un aprendizaje mejor, un trabajo mejor, una vida mejor, una casa mejor, un momento mejor, un viaje mejor, un proyecto mejor, un presente mejor que ese futuro que habías pensado.
No tienes mucho tiempo para amarte, empieza ahora que la vida es más corta de lo que imaginas.
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