Somos tan jóvenes...
Y a la vez somos tan mayores...
Cómo para perdernos en esta incertidumbre...
De temores y temblores.
Somos escurridizos...
Y a la vez somos tan sólidos...
Como para escucharnos sinceros y sin cerrar los ojos.
Nos hemos escondido...
En mil y una excusas...
Para dejar de amar con ternura.
Y ahora lo más sencillo, de todo esto...
No es anteponerse a lo opuesto...
Lo que más nos libera y luego nos encarcela...
Es quitarse la ropa sin una sola mirada buena.
Somos tan jóvenes y a la vez tan idiotas...
Que hemos decidido propagar una locura rota...
Sin amor nos vencemos a los brazos de cualquiera...
Y llamamos cariño al vacío que hay entre la mierda.
Somos tan cobardes y a la vez tan ignorantes...
Que se nos acaba la vida sin haber amado...
Sin haber llorado, sin haber gritado...
Sin haber sonreído y sin haber tocado...
Sin haber tocado nuestra fibra.
Hola a las redes de contactos...
Y adiós al contacto sincero...
Hola a la excusa perfecta, al muro, al escudo...
Y adiós al cariño, a la palabra, al tacto...
Hola a la comodidad de jugar con emociones.
Y adiós a la responsabilidad...
Y mientras pasan los años esto se echa a nuestras espaldas...
Envejeceremos, nos haremos grandes...
Con una enorme sensación de pánico...
Porque habremos crecido alimentando el miedo a sentirnos amados.
Ama bien, pero ama.
Quiere bien, pero quiere.
Enternécete, suelta las riendas...
Pero comprométete con tu corazón...
Comprométete a no hacer de este mundo un lugar peor.
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