(No seremos los que fuimos, ni somos quienes habíamos pensado ser, quizás es esa complicada simpleza la que le añade un detalle especial a la vida.)
No me importa que eches raíces si luego no me las arrancas de cuajo.
Puedes crecer a mi lado y a la vez dentro de mi, hay hueco para ambos, soy de corazón holgado.
Eres la pluma más liviana que he observado en este mundo de ventiscas, el mar en calma en un temporal de océanos embravecidos. Eres la incógnita, la pregunta y la certeza, la curiosidad que mató al gato.
Causalidades, como te gusta a ti llamarlas, son las que se unieron para encontrarnos. Yo, en pleno proceso de floración individual y tú, sin buscarlo, te has encontrado con una sorpresa más.
Me gusta la magia que quiere emerger de tu interior, quizás sea esa parte de ti la que me observa en silencio incluso mientras duermo... lo hiciste el otro día y lo has hecho más veces... ¿serán en esos momentos cuando las dudas te pueden? Existen diferencias, porque somos diferentes.
Pero resulta que cuando me coges de la mano nuestros dedos encajan, como cuando me besas desprevenida o me abrazas. Resulta que hay cierta armonía cuando me tumbo en tu pecho y me dejo vencer por el sueño y tú sigues siempre tan activo y tan despierto... Hay cosas muy iguales, como mis curvas que parecen corresponder solo a tus palmas, algunos pensamientos que son totalmente parecidos y ante todo esa atracción física, mental y espiritual que nos hace sentirnos cerca, incluso cuando no nos vemos ni nos sentimos.
Ya te lo dije, te lo repito de nuevo: el otro día me propuse aceptarlo todo, sin condiciones ni peros, su verdadera naturaleza sin maquillajes ni evitando lo que al final, con el tiempo, siempre sale. No me importa que a veces seamos como el día y la noche... no me abruma mi oscuridad, ni tu fuego salvaje, ni las cosas que se olvidan con 30 segundos de besos y caricias... porque lo importante, lo verdaderamente importante, es que a este mundo hemos venido con una capacidad: crear a nuestro antojo... y a mi se me antoja tu boca, tus manos, tus palabras, tu voz, tu risa, tus pensamientos cuando salen entrecortados con tus carcajadas... Se me antoja tu actitud bandida, tu mirada canalla, tu cariño hacia mi sin decir ni media palabra, tu valor como persona íntegra, tu alma humana, tus ideas claras, tus puños en alto, tu sutileza cuando sabemos que me protegerías ante cualquier ataque que yo sola no pudiese lidiar... Se me antoja tu persona, tu entidad, tu inteligencia, tus anécdotas, tu confianza plena, tu ilusión escondida con esmero para no sentirte vulnerable y también se me antojan tus pánicos, tus agobios, tus enfados, tus heridas que aún sangran, tus aperturas de corazón sin medias tintas cada vez que te lo pido, tu sinceridad, tu transparencia...
Si como humanos hemos venido a crear, creemos pues... ya que entre tú y yo hay aún mucha anécdota por escribir/vivir.
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