REALIDAD. |
Siempre hay un abismo cuando de avanzar se trata. Los caminos terminan en pedregosas aperturas donde debemos saltar con la confianza de llegar al otro lado, como si volásemos o pudiésemos controlar las distancias.
Al final te haces a ello, recorrer ese camino y ver como las cosas se van convirtiendo en finales que de nuevo tienes que superar, una rutina que nos condiciona y a la vez nos convierte en lo que somos: humanos con mil senderos por experimentar.
Hasta ahí todo es normal, es lo correcto y forma parte del ciclo de la vida. Quizás el asombro se encuentra cuando hallas ese tipo de abismos, pero aún más grandes y peligrosos, dentro de tu ser, en tu interior más profundo. Imagina que ya te habías hecho a la idea de que lo que eres es lo que habías visto hasta ahora, un pequeño islote en la inmensidad de un océano. Sin embargo y por arte de magia algunas situaciones generan una nueva realidad y esa realidad es que para seguir viviendo debes irte de ese islote, la única manera es saltando. ¡Salta! Pero... ¿a dónde? Debes ir hacia el otro lado, la tierra que habías camino se desquebraja y desaparece con cada uno de tus pasos, todo se viene abajo, se derrumba sin que tú puedas hacer absolutamente nada más que observar y tomar la decisión. En este momento el tiempo no juega a tu favor, parece divertirse apuñalándote con cada uno de los segundos que lo componen. Y tú te desangras mientras esperas obtener la valentía suficiente para dar el paso. Sin embargo conforme más esperas más se pronuncia y separa ese trozo de tierra que, al contrario de donde te encuentras tú, parece seguro y sólido. Además mientras pasa esto, tú a cada momento te vas sintiendo más desgastado porque el pensamiento continuo y el miedo te van corrompiendo.
¿Qué nos pasará? Es posible que como protagonistas estiremos cada instante por esa asfixiante sensación que parece hasta dejarnos sin fuerza física.
Y mientras todo esto ocurre dentro de ti/mi, por fuera las caretas son interesantes. Es muy complicado poder compartir y explicar cómo sientes que todo se viene abajo y que eso está mostrando tantas vulnerabilidades que prefieres esconderte antes que enseñarlas al mundo.
"¿Por qué te escondes?" Te preguntan algunos, que ya te han visto el plumero. Tú sientes cada roca caer dentro de ti, absorbidas por un agujero oscuro, el mismo que compone el fondo de esa brecha que te separa de una realidad que ya no puede formar parte de ti y de otra realidad que a cada instante parece más difícil de alcanzar. Mientras sientes esto piensas en la respuesta: me escondo porque así siento que soy más fuerte.
"¿Segura?..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario