Vestidos con una enigmática belleza, se mostrarán en el centro de nuestras dificultades y adversidades. Para que abramos el corazón, porque al corazón no se le hace salir de su armadura con suaves caricias, a veces necesitamos más. Un choque real. Yo soy muy fiel a la creencia de que el ser humano sólo es capaz de metamorfosearse y transformarse en ambientes que son radicalmente opuestos a la comodidad, eso implica situaciones difíciles y adversas, complicaciones, cosas completamente inesperadas.
En éstos "hábitat" encontramos a nuestros particulares "maestros del desafío". Un buen maestro será aquella persona que no ha utilizado la complacencia, si no, que ha despertado y levantado todas tus costras y heridas. Son personajes importantes en los embates de la vida.
Maestros del desafío, como cuando entras en guerra con tus padres, con tu pareja, con tus amigos... Todos ellos son maestros del desafío. Y créeme que la enseñanza que se traen entre manos tiene un poder inimaginable y también dentro de cada uno de sus corazones hay una buena cantidad de amor, del bueno, para nosotros.
Son los maestros del desafío los que nos acercan a ser más humanos y sobretodo los que nos ayudan a desarrollarnos. Y son los que nos transmiten unas realidades amorosas y un contacto desnudo y puro con una profunda sabiduría sobre el mundo, sobre nosotros y sobre el universo.
Son maestros del desafío los que nos llevan a vivir adversas situaciones, estén o no presentes, para así demostrarnos a nosotros mismos de qué pasta estamos hechos. La presencia y la ausencia también habla mucho de su papel como maestros en nuestra propia vida. Porque alguien puede ejercer de maestro, incluso después de haberse ido, muerto o alejado. Incluso después de no poder volver jamás. La enseñanza queda ahí y está perenne en nosotros, pero sólo es enriquecedora si nos abrimos a verla con total benevolencia y humildad.
Maestros del desafío son aquellos que nos tocan "la tecla" que despierta nuestros resortes más primigenios. Es entonces cuando embestimos con toda nuestra fuerza, cuando despertamos todo lo más difícil de aguantar que habita en nosotros. Y ellos, esos personajes, están ahí al otro lado y han sido capaces de hacernos ver, cara a cara, lo que se nos da tan especialmente bien maquillar y ocultar.
La vida es en sí misma también una maestra del desafío, pues precisamente, y valga la redundancia, es a través del desafío como nos enseña a seguir viviendo, creciendo, desarrollándonos... Es como nos abre las puertas del aprendizaje continuado. También es como nos moldea, nos pone en ambientes favorables para nuestra construcción, nuestra destrucción y nuestra re-construcción (alguna que otra vez te tocará destruirte, no temas, es una fase natural como muchas otras).
Sin nada, como las circunstancias, y sin nadie, como las personas, que nos desafiase... Nosotros no creceríamos del todo, no encontraríamos tampoco nuevas personas, ni nuevas experiencias... Y realmente no hallaríamos, finalmente, uno de los destinos más importantes de nuestro ser: el destino para nuestra esencia y nuestro alma.
Cuando las cosas no salen como esperamos o cuando las personas no son como creemos (o las cosas con ellos no se dan como imaginábamos) se crean diferentes desafíos, éstos desafíos, dificultades e inesperadas circunstancias, trazan un sendero inhóspito y nuevo. Es a través de este camino como nosotros también vamos avanzando en pro de un destino mayor y más acorde a nuestro tamaño, a nuestra vibración, a nuestra naturaleza. Aunque a veces sea como algo horrible que parece hundirnos en la más absoluta miseria, es en éste pozo de dificultad donde encontraremos realmente la luz que nos merecemos, porque no nos merecemos otra, ni una que alumbre menos o poco... Nos merecemos una luz, una esperanza y una realidad, de acuerdo al esfuerzo que llevamos a cabo cada día, a la altura de nuestro trabajo constante, de nuestras intenciones, de nuestra capacidad para aprender y enriquecernos. De acuerdo a la nueva versión de nosotros mismos, esa realidad que vamos creando poco a poco cada día.
Son todos estos maestros del desafío los que merecen nuestro más absoluto y enorme agradecimiento. Con ellos, tú no serías posible y esa realidad que te abraza ahora (más la que te abrazará mañana) tampoco se habría dado.
Las ausencias y las presencias, las personas que están y que no están, las cosas que se dieron y las que no, las cosas que salieron y las que no, los amores y los desamores, los amigos y los ex-amigos, los familiares vivos y los que marcharon, los contratos y los despidos, las noticias inesperadas y desagradables que nos obligan a improvisar, los nuevos "holas" y los inevitables "adiós", la abundancia y la carencia, la felicidad y la tristeza... Todos los lados de la vida se dan en importantes márgenes de "desafío" porque incluso lo más precioso de nuestra vida, sea lo que sea, ha nacido de nuestra capacidad por cumplir un desafío, por cruzar una meta, por superar algo.
Tanto lo que nos parece "bienestar" (y todo lo que ello conlleva: personas y momentos) como aquello que nos parece "malestar" ocurre en una atmósfera compleja para que nos autosuperemos, seamos conscientes y realistas con lo que realmente deseamos. Sucede, siempre, llevándonos a diferentes límites. Y todo ello ha nacido de un combate, constante, con la vida.
Hay que tenerlos muy bien puestos (los ovarios y los cojones) para enfrentarse a ésta realidad de materia y sacar jugo de cada enfrentamiento, necesario y esencial, para encontrar quienes somos. Quizás éstos maestros del desafío, disfrazados de personas y de sucesos inesperados, no dejen de ser herramientas primordiales para encontrar y hallar quienes somos realmente nosotros. Quizás toda ésta vida de ventaja que se nos da, al final no sea más que un juego sin muchas respuestas pero con un único propósito: saber quién eres tú.
Que todos estos maestros del desafío despierten lo "más difícil de ti" y te hagan vivir situaciones complejas, para que realmente te encuentres contigo, más desenvuelto, más evolucionado, más proactivo... Y siendo como realmente eres, admirando eso y no creyéndote la mentira que, seguramente, te has ido contando hasta ahora. Te deseo lo mejor de lo mejor en la vida y espero que todos estos hechos, muchas veces inevitables, te lleven a una experiencia aún más abundante y enriquecedora y de ésta manera te despojen de resistencias y máscaras y te lleven a ver quién eres, cuáles son tus verdaderas capacidades y cómo de lejos puedes llegar... Más lejos incluso de lo que puedes imaginar.
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