¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

domingo, 13 de diciembre de 2020

 Caminarás dubitativa, pero al final siempre te encontrarás en el abismo del miedo. El profundo e impresionante abismo del miedo, donde precipitarás una mirada y solo recibirás oscuridad, como quien tira una piedra esperando escuchar un cercano choque contra el agua y al contrario solo lo oye lejano, muy lejano. Pero cuando miras el abismo del miedo, en realidad no recibes nada. No hay roca que se estampe contra el agua, solo eres tú y esa inmensidad que lo contamina todo con su profundo peso. 

Qué arduo trabajo resulta, a veces, esa emocionalidad humana, que todos guardamos con tesón bajo el arropo de cientos de máscaras con las que maquillamos esa cuidadosa realidad que proyectamos al entorno. ¿En qué momento decidimos escuchar más al miedo que al amor, que a la esperanza o que a la ilusión? Y ahí estamos, taciturnos en un mundo que en ocasiones pierde su color. 

Cuando uno siente miedo, todo lo demás se espanta y nos encontramos vacíos, solos, ausentes y en crisis.

Nadie puede venir a rescatarnos de nuestra propia batalla contra nuestros miedos, nadie puede ahuyentarlos, minimizarlos, atraparlos, amarrarlos, contenerlos, disminuirlos... Es un trabajo individual, que requiere de valentía y de humildad. Qué emoción tan fea, tan intensa, pero tan buena maestra. 

domingo, 6 de diciembre de 2020

La obligada felicidad como enfermedad:

 


El optimismo y el positivismo son conductas y expresiones, a menudo, confundidas. Pero sin duda la naturaleza humana nos lleva, de manera natural, a no estar siempre optimistas ni tampoco a estar siempre positivos. Forma parte de la vida. Desgraciadamente vivimos en una realidad desnaturalizada. 

Esta no es la primera vez que escribo sobre algo así, pero me parece un tema necesario para refrescar y tenerlo presente en los tiempos que corren. Huxley, en uno de sus libros, hace mención a la libertad como el mayor afán del ser humano... Desde su reflexión, que no recuerdo literalmente, nos empuja a un signicativo pensamiento ¿quién es más libre? ¿el que solo busca una ilusa felicidad o el que siente el devenir de la vida de manera natural? Experimentando también todo aquello que no es fácil, obteniendo desde ahí otra importante belleza. 

En nuestro momento actual casi todo lo que nos rodea nos direcciona hacia la felicidad, una felicidad convertida en la mayoría de los casos en perfección y materialismo. No es sólo consumir por consumir, es consumir por el hecho de llenar el vacío. Y no solo es comprar lo material, nos hemos puesto precios bajos a nosotros mismos. Nos sentimos condenados a encontrar así la felicidad. Nos sentimos influenciados a no vivir lo "real" y lo "profundo" de la existencia. 

Existir es difícil desde que el ser humano tiene consciencia de si mismo y esto no es algo que deba apenarnos o asustarnos. Existir implica un montón de cosas complicadas, a veces no son alegres, y otras tantas cosas mucho más ligeras y livianas, que a menudo son las que nos dan una felicidad más efímera. Adictos a esa nube que nos ahoga y que nos hace olvidarnos de lo importante, recorremos nuestra vida desde el sendero de la "obligada felicidad" convirtiendo esta obsesión en una desagradable enfermedad que nos agota. 

Nos sentimos culpables si lloramos. Nos sentimos culpables si nos levantamos con el pie izquierdo. Nos sentimos mal con nosotros mismos porque no hemos sonreído lo suficiente, no hemos sido lo suficientemente alegres, dicharacheros, espontáneos, porque no nos hemos aprendido los mejores chistes a compartir en la oficina, porque no hemos hecho reír lo suficiente... Ponemos nuestros objetivos de bienestar en cifras, que tarde o temprano, podríamos conseguir alcanzar (según la vida de cada uno) y pensamos "qué desdichados aquellos que no tienen ese coche último modelo, ese smartphone tan molón o esas cifras redondas que llegan con el nombre de nómina". Y ahí, sucumbidos por lo superficial, nos olvidamos de sentir realmente. 

Se nos olvida el valor de las pequeñas cosas. Se nos olvida abrirnos con la gente, empatizar o ser más humanos. Se nos olvida amar, si el amor no está ligado a algo material... Damos demasiada importancia a regalos y muy poca a segundos que no volverán. Pero al margen de todo esto, lo más preocupante de todo es esa desconexión con lo natural, con lo natural de ser humanos. 

Nos aterroriza sentir. Como si sentir fuese una condena para la mente, para el cuerpo y para el alma. Nos aterroriza llorar, como si llorando fuésemos a rompernos en mil pedazos, cuando en realidad llorar arregla más de lo que pensamos. Nos aterroriza caminar por esas partes tan profundas de nosotros, donde habitan las partes menos atractivas, a pesar de su belleza. Si lográsemos comprender que precisamente esos caminos son los que nos llevan a nuestra libertad, tiraríamos abajo esa estructura de pensamiento que nos ata a una falsa felicidad como propósito. 

No se trata de estar infeliz siempre, pero es cierto que de la infelicidad han nacido obras maravillosas y pensamientos y reflexiones filosóficas que nos ayudan a entender muchas cosas. No se trata de estar enfadado siempre, pero experimentar el enfado nos ha permitido también madurar y cambiar sociedades... El enfado por las injusticias ha levantado más pueblos que este opio que consumimos de felicidad falsa. Se trata de saber navegar en el devenir de las emociones, sin vomitarlas con una repugnante cara de asco, sintiéndonos avergonzados por poder experimentarlas o haberlas creado dentro de nosotros.

Al final, como siempre digo, somos niños aprendiendo a ser adultos. Lo seremos toda la vida, a pesar incluso de rebosar cantidades enormes de sabiduría. Porque entre sabiduría y sabiduría se encuentra la vulnerabilidad y la fragilidad que no caracteriza, dos polos que emanan de los sentimientos y de las emociones. 

Todos sentimos dolor, todos sentimos inseguridades, todos tenemos terror a ser dañados y a menudo relacionamos ese daño con amor, con confianza o con otras emociones. Todos queremos estar lo mejor posible, en muchas ocasiones huyendo de nuestros propios demonios... Los demonios de lo humano, de lo sentimental, de lo sensible... Y en el fondo, no muy al fondo pero en el fondo, lo que realmente anhelamos es libertad, libertad personal, libertad de poder sentir y ser, sea en compañía o en solitario. 

Y es que esa libertad la sentimos aún más cuando hemos logrado descargar la congoja que nos asfixiaba, que cuando nos empecinamos a ser los más felices consumiendo cosas vacías, sin compromiso y sin una realidad objetiva de valor. Relacionado con esto, estas conductas también nos llevan a restar importancia a las conexiones humanas y a las relaciones. No sólo nos hemos puesto a buscar, como locos enceguecidos, la felicidad en aquellas cosas que podemos obtener con cierta inmediatez y que pagamos con un dinero que ha puesto cifra a un valioso tiempo que jamás recuperaremos, también nos hemos puesto a consumir relaciones vacías como una forma de sentirnos lo más salvaje y libres que podamos, quitándole importancia a los humanos, a nuestras emociones y a las suyas. Un mundo que favorece conexiones vacías, como un amor líquido que jamás se quedará a los pies de nuestra cama si caemos gravemente enfermos. Un amor líquido, que no nos acompañará en nuestra evolución personal. Un amor líquido, con el que no podremos hablar de nuestras inquietudes, no podremos compartir nuestro sentir, ni podremos contar con él cuando necesitemos del consuelo más profundo. 

La obligada felicidad como enfermedad se muestra con un sinfín de caras en estas sociedades donde lo auténtico, lo real, lo que nace del corazón... Es desterrado para poner en su lugar lo vacío y lo que sin duda nos corta realmente la libertad. Y sin libertad, querido lector, jamás hallará una dicha plena, algo más jugoso y más enriquecedor que una falsa felicidad.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

La efímera belleza del tiempo:

 


La efímera belleza del tiempo que avanza sigiloso convirtiéndose, rápidamente y de manera inevitable, en pasado. Soy muy consciente de todo el tiempo que he perdido, a pesar de mi juventud. Cuando me di cuenta de que había tirado un año de mi vida sin vivirlo, sufriéndolo más que disfrutando, caí en la cuenta del valor tan increíble que tiene cada minuto irrecuperable. 

Desde entonces me propuse hacer algo más con cada segundo. Me propuse valorar la presencia de los que amo, ser cortés con su existencia y apreciar con gratitud cada segundo que comparten conmigo. 

La efímera belleza del tiempo es lo que te recuerda que han pasado más años de lo que crees, te das cuenta al ver la foto más antigua de tu galería. Te das cuenta cuando un recuerdo intrusivo cruza por tu cabeza. Te das cuenta cuando te miras al espejo. También te das cuenta cuando te escuchas hablar o cuando miras a tu entorno y ves el cambio que hay en ellos, ese que tanto te cuesta reconocer a ti pero que también está en tu interior. 

La efímera belleza del tiempo nos hace estar más presentes, pero solo si somos testigos presentes de su avance. Y es que el tiempo nos empuja a aprovechar las cosas de verdad. El mismo tiempo nos sana y nos vuelve a llevar hacia caminos de aventura, de amor, de atrevimiento, de decisiones... Y lo único que avanza es, como siempre, el tiempo. Es interesante cómo hemos intentado huir constantemente de esa realidad, porque nos acongoja la verdad que esconde el tiempo, y es que todo tiempo tiene un fin y un final y en ambos polos nos sentimos incómodos. Sin embargo, la disyuntiva de esta situación se encuentra en que si uno es capaz de valorar el tiempo, exprimirá aún más su propia vida y su propia existencia, he ahí la belleza del tiempo, la cual a su vez es efímera como el propio tiempo.

No resulta extraño escuchar a nuestros mayores hablando de su pasado, como si fuese algo que ocurrió ayer. Las arrugas de su piel nos indican que esa historia tiene como mínimo 20 o 30 años, aunque en sus recuerdos esté imborrable y con la frescura que desprendía en aquel momento.

A menudo me ocurre que por mi manera profunda de vivir las cosas muchas personas de mi edad se sienten sorprendidas, miedosas, inseguras... Al escucharme hablar de esto. Sin embargo yo lo hago como una ofrenda, un regalo de quien desea que abras los ojos. Quién tiene consciencia sobre algo, puede sacarle más poder, más valor y disfrutarlo mejor. 

Si te dijesen cuándo vas a morir, dejarías de procrastinar las cosas y a las personas que te importan por otras decisiones que no suman ni aportan calidad de vida. Ese es el truco, no lo sabemos, solo somos conscientes de una certeza: el tiempo avanza. 

El tiempo avanza y es por eso que deberíamos vivir más. El tiempo avanza y es por eso que deberíamos amar más. El tiempo avanza y por eso que deberíamos abrazar más, bailar más, esforzarnos más... Pero que esto no lleve al lector a una vana idea equivocada de un "carpe diem" irresponsable. No va por ahí la intención de este texto. Intento acompañarle a observar las cosas que tienen un valor más emocional y sentimental, precisamente esas cosas que infravaloramos en un mundo de materia superficial, de inmediatez y de ligereza. 

Hemos llenado nuestro tiempo de vacíos, no de personas. Hemos llenado nuestras conexiones de superficialidad, no de profundidad. Nos hemos puesto una venda en los ojos, pero el tiempo avanza. Avanza con su belleza y también con todo aquello que rechazamos de su avance.

El tiempo nos lleva a despedidas, esperadas e inesperadas. Nos lleva a la vejez, donde a menudo nos sentimos orgullosos por haber vivido un pasado donde preveníamos o nos arrepentimos por haber vivido un pasado sin pensar más allá del ahora. El tiempo nos lleva a un instante donde quizás nos paramos a pensar en como habrían sido las cosas si fuesen diferentes. Y nos lleva a madurar. 

El tiempo es uno de nuestros compañeros más fieles, siempre está ahí, nos enseña sobre humildad, sobre perdón, sobre progreso, sobre errores, sobre sabiduría, sobre amor y también sobre nosotros mismos. El tiempo es el maestro que nos hace ver la vida y la muerte, mientras nosotros seguimos caminando. Y esto no es malo, uno no se debe aterrorizar por lo natural y por lo inevitable, uno debe ser consciente de que esas cosas ocurren para poder sacar el mayor partido de lo que ahora tiene. Sólo así comprendes la efímera belleza del tiempo. 

lunes, 30 de noviembre de 2020

Mujeres y humor:

Uno de los actos más revolucionarios, y que durante mucho tiempo fue señalado y condenado, es el de una mujer con iniciativa para hacer reír y capacidad para crear un contexto gracioso. 


El humor está muy sexualizado, prácticamente desde que el ser humano es lo que es. Porque la mujer siempre ha sido delegada, relacionada, empujada... Hacia lo más "sutil", lo más frágil, lo que solo llama la atención con su belleza, nada de usar el ingenio, nada de usar la inteligencia, nada de superarse a si misma, nada más allá de las establecidas cadenas que el sistema ha impuesto.

En los últimos años existe una revolución, latente, en el mundo del humor de mano de muchas mujeres. Lejos de inundarnos con un humor suave, apto para todos los públicos y cándido, como mucha gente espera de un producto hecho por mujeres y para mujeres, estas humoristas se animan con algo más y rompen la tan tóxica y paralizante idea de que la mujer no puede hacer reír con el absurdo, con lo soez, con lo vulgar, con lo idiota o con lo sexual. 

El humor es un acto, un signo y una demostración, de inteligencia. Sin duda quien sabe reírse, incluso de si mismo, está en otro nivel de inteligencia. El humor ayuda a gestionar ideas, sentimientos, emociones... Y a relativizarlo, eso nos libera de los pensamientos intrusivos. El humor añade chispa, pero además nos ayuda a pensar de otra forma. Las maneras en las que el humor se ha ido mostrando en cada sociedad han avanzado de acuerdo a las libertades y a la evolución de cada sociedad. Los humores son diferentes según esa influencia de país, de lugar de procedencia, de cultura. Como acto, signo y demostración de inteligencia el humor no era bien visto si se llevaba a cabo a través de las mujeres; incluso en los rituales de ligoteo la mujer es la que ríe y el hombre quién le hace reír. 

Por suerte esto está cambiando. La confundida imagen de que la mujer no puede reír o hacer reír desde lo absurdo, que tiene que estar cuidando su imagen sobre aquello que le hace soltar una carcajada, está transformándose. La mujer, como el hombre, desde su plástica inteligencia tiene la capacidad para reír y hacer reír desde lo más tonto hasta lo más inteligente. No tenemos que estar guardando una apariencia sofisticada que nos asfixia y nos impide reír de todo, la mujer puede utilizar el humor de la misma manera que un hombre y disfrutar en igualdad de condiciones.

Una mujer tiene la misma capacidad que un hombre para hacer reír desde el escenario, ya sea hablando de los últimos y más ridículos polvos que ha echado, hasta pasando por la burda imitación, pero desternillante, de algún personaje público. Y es que en el momento que nos impidieron todo eso, nos separaron sin duda de una forma fundamental de expresión y conexión. 

Reír, hacer reír, tomarse las cosas desde el humor, consumir productos cómicos (monólogos, programas televisivos o de radio, series, películas...) es una esencial manera de conectar con el mundo, no sólo de forma individual, también compartiendo. Porque resulta esencial que, por ejemplo, en amistades o relaciones sentimentales los implicados compartan las mismas formas de humor, la risa es el lubricante natural por el cual penetra la felicidad. Saber reír de las mismas cosas es sin duda un placer indescriptible. Hacerse reír mutuamente y conectar, desde esa dialéctica al mismo nivel de humor, es un pegamento maravilloso para todas las relaciones sociales. Y de todo eso, de todas esas implicaciones y de muchas más que me he dejado en el tintero, es de lo que nos separan cuando se clasifican las formas de humor como masculina y femenina, dividiéndolas e impidiendo cruzar las falsas fronteras construidas por los estigmas sociales que hemos ido heredando. 

 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Sensibilidad e independencia:

 

La sensible inocencia de un niño le empuja a proteger un gato de la lluvia con su propio paraguas.

A menudo se asocia la sensibilidad con un concepto débil, frágil y estrechamente ligado a la codependencia. El mal pensar genérico nos hace creer que todas las personas sensibles son frágiles, poco resolutivas, necesitadas de apreciación externa, sin capacidad para encontrar soluciones, sin ímpetu para tomar decisiones, sin valor... Como almas en pena que necesitan sí o sí del empuje de otros para caminar en su propio sendero. 

Se asocia sensibilidad con un perfil delicado, donde una persona puede llorar constantemente, duda de si misma o no tiene la voluntad ni la capacidad para defenderse o poner límites. Es como si asociásemos la sensibilidad a todo lo que nos convierte en alguien incapaces, hasta un punto donde pensamos que las personas sensibles no pueden hacer nada. Pero esto no es así.

Yo voy a partir desde mi propia percepción, que puede ser parecida, igual o diferir de la percepción del lector que me está presentado ahora atención... Sí, puede que Ud. y yo tengamos una opinión diferente en esta cuestión. Me gusta considerar que la mayoría de personas son sensibles, cada humano con su grado de intensidad o profundidad, algo que no les convierte en alguien mejor o peor, simplemente en alguien diferente. 

La sensibilidad es la capacidad para sentir, sin ella no podríamos querer, encariñarnos, defender lo que nos parece injusto, no podríamos empatizar... La sensibilidad también nos empuja a construir nuestra vida personal, nuestros lazos sociales, nuestras conexiones emocionales. Teniendo en cuenta esto, podemos imaginar que como decía todos somos sensibles con sensibilidades diferentes, con niveles distintos. Hay personas que se caracterizan por tener una sensibilidad a flor de piel, pueden proyectarlo/exteriorizarlo o pueden llevarlo por dentro.

Sensibilidad no es solo llorar por una situación emotiva, muchas personas son sensibles y apenas lloran. Sensibilidad es sentir, lo quieras compartir, mostrar, expresar o no. Por otro lado, la codepencencia y la sensibilidad pueden coincidir en un perfil de persona o puede que no, pero ambas características son divisibles la una de la otra. Sin embargo, desgraciadamente, nos han hecho creer lo contrario y eso ha empujado a que intentemos ser lo menos sensible posibles, porque no vaya ser que por sentir nos pongamos a depender y eso sería la ruina de nuestra existencia. 

De forma objetiva habría que analizar la dependencia. Y me explico, para todo se necesita depender aunque según la cantidad la dependencia es sana o insana. Dependemos del sentido de pertenencia que es el que nos empuja a "sentirnos parte de algo" en la familia, en el grupo de amigos, en el equipo deportivo, en el equipo de trabajo e incluso en una relación sentimental. Sé que muchos, empujados por el miedo y el desconocimiento, al leer esto negaran rotundamente... Les doy un consejo: no nieguen nada con rotundidad, déjense sorprender por la vida. 

Ahora que entendemos que existe la dependencia sana, porque está ahí y es lo que nos empuja a sentirnos parte de algo (forma parte de la naturaleza humana) seguiré desmigándoles sobre la sensibilidad. La sensibilidad es fundamental para un mundo más empático ¿saben quienes carecen de sensibilidad? Psicópatas, narcisistas y perfiles parecidos. 

La sociedad nos hace asociar solo algunas formas demostrativas de sentimientos como sensibilidad y muchas de ellas, como decía, las etiqueta de algo negativo para nuestro propio desarrollo. Considero que estamos en el momento más importante de nuestra vida para de-construir esa forma de pensamiento y transformarla en algo más evolucionado. En resumen considero que existen tantas formas de sensibilidad como de personas hay en el mundo y que ser sensible no está reñido con aprender a ser independiente, individual y resolutivo de forma saludable. 

Es más, me atrevo a decir que muchas personas que son independientes, resolutivas, fuertes... Y que lo han demostrado a lo largo de su vida, son a su vez personas con una alta sensibilidad. Porque precisamente la sensibilidad es la que nos empuja muchas veces a la superación, pero también a la colaboración, a la ayuda, a la transformación, a la re-construcción... Sentir las cosas es lo que nos enseña, de buena y mala manera, a tomar mejores decisiones de forma autónoma y decidida. 

Me parece prioritario dejar de vincular conceptos y perfiles humanos, creo que es urgente y esencial comprender las cosas por separado y no confundirnos más. Las personas sensibles también maduran su sensibilidad, tienden a ser introspectivas y responsables emocionalmente, procuran adelantarse a acontecimientos emocionales y por eso son precavidos. 

La codependencia es una necesidad por falta de confianza en uno mismo y falta de valoración personal, que muchas veces se ve proyectada como una desbordante cascada donde el individuo busca desesperado en el exterior lo que no es capaz de aceptar en su interior (o de aportarse) ocurre en personas que no saben estar solas, personas que sienten un vacío que les aterroriza. No todas las personas sensibles son codependientes, ya que muchas aman su soledad porque les ayuda a poner en orden sus pensamientos y a gestionar mejor las emociones y las emociones de las que se han impregnado en sus entornos. 

lunes, 23 de noviembre de 2020

No cuantifiques el amor:

 

Una madre se sacrifica para tirarse años de misión y así conseguir el dinero que dará una vida mejor a sus hijos. El sacrificio es también una forma de amor cuando se hace por un bien mayor. 

Somos el resultado del amor. Del amor que ponemos en nuestras acciones, del amor que nos sentimos hacia nosotros mismos, del amor que otros sienten también hacia nosotros, del amor que sentimos hacia otros. Una parte importante de nuestras acciones y decisiones se basan en amor, otras no y nos gustaría que fuese que sí para poderlas justificarlas con lo que da más "razón de ser" a nuestra existencia.

Necesitamos formas de amor en nuestra vida, aunque vivimos acojonados, sin embargo nos empapan a diario. Vivimos acojonados, acongojados, miedosos... Porque asociamos la palabra "amor" a una única realidad, rígida, inmóvil, sólida... Sin embargo, amor son muchas cosas, algunas puede que ya las conozcas y otras puedes que las vayas a conocer ahora. 

Las formas de amor son inescrutables e infinitas, empezando por el amor que nuestros progenitores o tutores han puesto en nosotros, pasando por otros gestos como la generosidad de los que nos rodean, la ayuda que nos ofrecen quienes nos valoran, la apreciación de nuestros amigos o el cariño de nuestra pareja. Hay muchas formas en las que el amor está presente, desde un sincero y honesto "Hola, ¿cómo estás?", hasta un hermoso "deseo que hoy tengas un buen día". Formas de amor también son cuando alguien nos recuerda nuestro valor personal, sobre todo cuando nos ve de capa caída, taciturnos y embriagados por la tristeza. 

Las buenas intenciones también están impregnadas de amor. Los detalles en lo cotidiano rebosan amor. Que alguien se presente en nuestra casa con un pack de cervezas y una divertida película para pasar el rato, es otra forma de amor. La mayoría de los seres humanos tenemos la capacidad de amar, ocurre que hemos asociado el verbo amar, y el sentimiento, a una única verdad absoluta, despojándolo de su innata polivalencia para aparecer en cualquier instante de nuestra vida. Todas nuestras relaciones personales se basan en formas de amor: el compañerismo, la amistad, las parejas, la familia... Todas ellas son estructuras que se consolidan en formas de amor. 

Las formas de amor también son los agradecimientos, las risas, el cuidado físico, las llamadas, los mensajes, los buenos deseos, las caricias, los abrazos, los besos y el sexo. El sexo es una de las formas donde el humano puede explorar la forma más física y salvaje del amor. Existen tantas formas de amor, de demostrar afecto, como de personas hay en el mundo.

 Desgraciadamente seguimos cuantificando el amor, lo hacemos cuando ponemos una etiqueta de "mejor amigo" a alguien que queremos, lo hacemos cuando preguntamos si nos quieren mucho o más, lo hacemos cuando intentamos introducir algo etéreo, pero sentido, en unos moldes de hormigón establecidos por nuestra incapacidad para vivir sin etiquetas. 

No cuantifiques el amor, el amor se da en la medida que se puede en cada circunstancia, con cada persona o animal y en cada momento. El amor cambia, las formas de amor cambian, ellas se adaptan a nosotros y nosotros nos adaptamos a ellas. El amor no desaparece, solo cambia de lugar, solo se transforma en otra forma diferente. Dicho de otro modo, una amistad puede evolucionar a un amor en pareja y un amor en pareja puede evolucionar a una amistad. Ahí el amor no se ha ido, se ha cambiado de ropa pero sigue presente. Todos tus vínculos, todos lo que te importan, están nutridos con amor, porque no podría ser de otra forma. 

No cuantiquéis el amor, solo podemos vivirlo. No imaginéis el amor como las películas donde te enseñan que todo es un camino de rosas, el amor es un ejercicio diario contigo mismo y con los demás. Todos los días decides amarte, quererte y valorarte, todos los días das pasos para tu mayor bien, para mejorarte, para superarte... Igual haces con las relaciones que te rodean, tú decides seguir alimentándolas y cuidándolas por el amor que os une. Es una decisión diaria, empujada por nuestra parte más sensible, por nuestra parte más humana. 

Asociamos con rapidez el amor como una decisión loca que nos empuja a hacer cosas absurdas, como si eso fuese lo único a lo que nos lleva. El amor a los amigos te lleva a crear una familia, a base de decisiones, que son el respaldo y la compañía en tus momentos de dureza, quienes te protegen las espaldas en las trincheras de la vida. Y así con todos los amores de tu vida. No es una idea utópica o absurda, no es un cuento infantil, porque lo cierto es que lo que nos empuja a sentir cariño hacia los demás es el amor y sin cariño no hay amistad, no hay confianza, no hay uniones, no hay conexiones. 

El amor nos hace madurar y crecer. Todas las formas de amor nos llevan hacia esa meta, nos guían por ese sendero. Porque conforme más años tenemos, somos más capaces de diferenciar qué es el amor para nosotros y qué no, somos más conscientes de cómo cuidarlo y protegerlo, también de qué formas de amor encajan mejor con nosotros. Ya no nos vale cualquiera, la madurez de la vida y hacia la que nos ha llevado también nuestro amor propio nos hacen darnos cuenta de que nuestros deseos, decisiones, nuestra alma o nuestra esencia encaja en unas u otras formas de amor, y no en esas donde tantas veces nos habíamos esforzado por hacer "click".

Amor también es sacrificarse. Sacrificarse para uno mismo, pero también sacrificar algo que te importa para los demás. En la vida vas a tener que aprender a vivir entre el polo del egoísmo sano y el polo del desapego o sacrificio, a veces tendrás que soltar cosas, dejarlas ir o dar en abundancia hacia otros; la paradoja del amor y de sus infinitas caras. 

 No cuantifiques el amor, no lo hagas tampoco en años, ni en meses, ni en días... Se puede sentir amor por las personas durante toda la vida, incluso aunque ya no las veas más. También se puede sentir amor verdadero durante un instante, durante años, durante días... Y que luego ese amor cambie de nuevo. El tiempo es relativo y muchas veces, para las cosas que realmente importan, el tiempo es irrelevante.

No cuantifiques el amor pensando que amabas más a unas personas que a otras, porque el amor no tiene una báscula donde le puedas poner un peso y desde ahí un valor de mayor o menor, tampoco tiene una unidad de medida, ni una unidad de magnitud o numérica. El amor escapa a esos esquemas lógicos repletos de cálculos. No se quiere más o menos a la gente, se la quiere diferente. No se ama más o menos a la gente, se le ama diferente. 

Hasta que no logres entender esto, no podrás ser testigo consciente de cuántas formas de amor entran en contacto contigo a diario y cómo al interactuar contigo dan un valor incalculable también a todas tus experiencias, incluso a las cotidianas. 


sábado, 21 de noviembre de 2020

Personas que son sanación:


No podemos dividir a los que amamos de lo que han vivido, aunque nos moleste. Ni ellos pueden dividirnos a nosotros de lo que nosotros hemos vivido, aunque les pese. No se puede separar el "ser" de lo que éramos y vivimos en aquel entonces, sin embargo, sí podemos introducir luz en nosotros y en ellos. Nada es inmóvil dentro de nosotros, incluso aunque forme parte de un pasado que ya no podemos modificar.

Resulta que ese sentir en nuestro interior aún está dispuesto a una nueva transformación. En ocasiones ocurre que nos hemos empecinado tanto en querer transformar algo, que al no encontrar resultado hemos arrastrado una amarga sensación de frustración y de cansancio, pero ¿quién podía adelantarnos que algunas de esas marcas en nosotros existen para otros? Dicho con otras palabras, a veces esa "magia" de la vida (para aquellos que aún están abiertos para, hacia, algo más en la vida, separados de los significantes lógicos y que a veces resultan vacíos) tenía un plan tan bien cosido que en el fondo hasta la vivencia más dolorosa parece tener una conexión directa con algo que nos ocurre en el futuro y en ese futuro hay "otros"; "otros" que observan lo que somos, lo que fuimos y posiblemente lo que creerán que seremos. 

Otro(s), que con sus intenciones introducen luz en nosotros, en una realidad donde nos tocó soportar un sufrimiento y ahora "otros" comparten dulces bálsamos que nos calman. Y quizás ahí encontraremos esa razón de lo que ocurrió... Porque los capítulos de la vida se siguen de cerca, inter-conectados a través de nuestra propia existencia y conforme sigamos existiendo serán todos esos "capítulos" consecutivos y relacionados. 

 Hay personas que llegan a nuestra vida como un poderoso rayo de luz, no se sabe durante cuánto tiempo estarán porque la vida es caprichosa y nosotros, a veces, aún somos niños en pañales tomando decisiones de adultos. Llegan personas que sin decir nada lo están diciendo todo. Personas que sanan, así como las hay que hieren, pero las primeras nos hacen conectar con algo nuevo que en un camino áspero y duro resulta como la fragancia de una flor salvaje, inesperada, con la que nos hemos cruzado una mañana que decidimos hacer senderismo por el campo. No es un aroma que reconozcamos, no es el picazón de una ortiga que nos irrita... Esto es algo nuevo, una forma de amor que entra en nosotros y nos ayuda a conectar con el entusiasmo aunque solo sea por un segundo. Es una forma de esperanza que nos aporta brisa fresca.

Porque igual que existen personas que hacen daño, que duelen y destruyen, también las hay que sanan, que construyen y que aportan. Y quizás, todas aquellas personas que te destruyeron solo estaban haciendo hueco dentro de ti para que otras llegasen y que con la innata conexión humana te ayudasen a construir algo nuevo, algo que no podrías haber empezado a edificar dentro de ti si no se hubiese creado ese hueco, ese vacío, con aquella amarga destrucción. Quizás tenemos un espacio limitado dentro de nosotros.

                     - quizás todo estaba mágicamente planeado para que estés en este presente y no antes. 
 


sábado, 29 de agosto de 2020

Lo único que deseo es que alguien me diga que todo irá bien. Sentir que soy suficiente.

Toda una vida intentando llegar a todo lo que todos me han condicionado y nadie se ha parado un segundo a observar mi autenticidad.

"Haces esto mal" "No lo haces bien" "No llegas a lo que espero de ti" "Tu cuerpo tiene imperfecciones" "Eres una bala perdida" "Estás fracasando" "No eres suficiente" "Se te da mal"...

La sensación agónica en un mundo que no me recuerda ni una sola cosa buena de mi, es real. 

Solo quiero un abrazo que me haga sentir recompuesta. La sensación de que mi existencia vale para algo más que para recibir críticas hasta por aquello que hago altruistamente. 

martes, 11 de agosto de 2020

Mar.

- Mallorca -

Navegaremos en otros océanos. Nos sumergiremos en otros mares. Surcaremos otras olas. Nos empaparemos de la sal de mil lugares diferentes. Agua salada, sagrada, como la que hay en una mirada. Nos sentiremos hijos del agua, como siempre fuimos y nunca creímos ser. Fluiremos, como fluyen las corrientes, frías y calientes, mientras azotan el fondo arenoso y levantan a su paso un irrepetible y efímero cuadro pintado por la madre naturaleza. 

Volveremos nadando, bucearemos, nos quedaremos suspendidos en la superficie simplemente dejándonos llevar. Y sentiremos como todas las cargas se disipan, se deshacen, desaparecen. Y así romperemos cualquier desilusión que nos atrapa el alma y nos acongoja el corazón. 

El agua salada nos hará llorar y saborear la vida, nos purificará por dentro y por fuera... Y durante ese instante de danza en un elemento del que hemos emergido pero del que nos hemos separado, desaparecerán todas esas piedras mentales que nos mantienen cautivos, atrapados. 

Compartiremos espacio con seres que parecen de otro planeta, escucharemos el rugido de los antiguos dioses que ponían a los humanos a sus pies y cantaremos nanas profundas de sirenas que lo único que buscan es un amor que no salga corriendo. Veremos las reglas no escritas de un mundo completamente distinto, mientras en el más profundo de los silencios podremos escuchar lo más importante de nuestra existencia: nuestro propio corazón latiendo. 

Iremos hacia otros rumbos, como las tortugas que recorren cientos de km en búsqueda del propio propósito de su existencia. En nosotros el sol nacerá y se ocultará, cada mañana y cada noche, será el mismo sagrado ritual. Lo que ahora nos parece un lugar para ahogarnos, nos parecerá entonces un lejano recuerdo sin sentido. 

Nos mojaremos sin cesar y en las noches sin luna nos dejaremos cautivar por el brillo de infinitas estrellas parpadeando sobre nuestras cabezas, mientras la marea nos mece en un suave vaivén. 

Ojalá todo me pareciese tan fácil como disfrutar del mar...

miércoles, 5 de agosto de 2020

Necesitamos abrirnos y amarnos más:



Hemos normalizado lo más endemoniado del mundo: el refuerzo negativo. Vivimos esperando esa puñalada, ese dolor y lo tenemos tan integrado que es como si fuese parte de nuestra rutina. Lo positivo nos genera rechazo, desconfianza... Como la caricia que un perro recibe después de una vida de maltrato. 

Y es que esta sociedad se ha perdido demasiado en si misma y en su deshumanizada naturaleza, hemos dejado de nutrir lo importante y parece que nos da igual cómo eso repercute en el interior de aquellos que están con nosotros. Pero llega un día en el que nuestro interior, harto de esa falta de cariño y de amor, explota porque ya no puede más... Y es normal. 

No somos consecuentes de la cantidad de veneno que tragamos a diario porque lo justificamos, pensamos que eso debe ser lo común y que es inevitable. Veneno en ambientes personales, profesionales... Que poco a poco van mermándonos y llevándonos también a envenenarnos a nosotros mismos, de forma autómata y sin necesidad de que nadie nos empuje a ello. 

Estamos acostumbrados a que no nos digan nada bueno de nosotros y pensamos que no lo necesitamos, nos enfriamos con esa actitud sin darnos cuenta... Pero llega un momento que con tanta carencia lo único que quedan son durezas. Nos miramos al espejo y ni siquiera somos capaces de reconocer que hemos perdido brillo en la mirada, como si la tristeza se hubiese instaurado en la profundidad de nuestra esencia sin poner fecha límite para abandonarnos. 

Nos hablan mal jefes, compañeros, vecinos, gente por la calle, familiares, algunos amigos... Casi de manera reiterada y esputando una cantidad de odio, asco y rechazo que no es normal. Hemos dejado de desear los buenos días caminando por la calle y nos parece extraño y sospechoso, así como peligroso, si una persona desconocida nos saluda con una sencilla sonrisa. Nadie nos recuerda qué hacemos bien y entre tanto machaque se nos olvida a nosotros mismos también recordárnoslo, así creamos una nueva versión de nosotros; dubitativos, agotados, emocionalmente heridos, inseguros y dañados. 

Estamos acostumbrados a los ruidos estridentes, a los silencios incómodos, a la excusa para no sentir, a huir cuando algo parece profundo, a quedarnos sobre superficies contaminadas, a llorar mucho más que a reír. Estamos acostumbrados a caminar abatidos, con tiros en nuestro interior y a enseñar los dientes si una mano amiga se acerca a ayudarnos para darnos un poco de amor. Vivimos en modo automático, desilusionados, sin ganas, intentando separarnos lo máximo posible de los demás porque tenemos miedo a que "los demás" sean quienes decidan separarse de nosotros y antes de caer heridos por eso, nos aislamos en nuestra propia cueva de protección. Nos pasa a todos. 

En ocasiones nos volvemos adictos a los productos melodramáticos que hablan de sufrimiento, consumiendo en bucle mil productos de dolor, de desamor, de desilusión, de tristeza... Como si no pudiésemos estar ni un solo segundo sin esa dosis. Y finalmente, ocurre que nos sentimos asfixiados por esa sobredosis innecesaria de negatividad. Para cuando queremos darnos cuenta nos hemos vuelto pálidos, opacos, grises y no recordamos el último ataque de risa que nos dio, ni la última vez que disfrutamos como niños. Para cuando queremos darnos cuenta ya no podemos mirar con los ojos del alma, ni asombrarnos por las cosas pequeñas, ni disfrutar los detalles que no tienen precio pero tienen un valor incalculable. 

Deambulamos con excusas, con pesos, con cargas, con frenos y con miedos... Y todos ellos parecen llevar las riendas de nuestra vida. No nos permitimos darnos una oportunidad más porque pensamos que así es mejor, sin arriesgar y en nuestra zona de confort donde nadie puede venir a hacernos daño, pero tampoco nos pueden venir a sentir, a cuidar, a amar, a acompañarnos. 

Estamos agotados mentalmente y también "corazonadamente", este duelo de titanes en nuestro ser nos pasa factura, nos envejece antes de tiempo y nos lleva a paralizarnos por completo. Es en esa paralización donde seguimos tolerando lo intolerable y seguimos huyendo de lo único que quizás nos estaba aportando un poquito de luz entre tanta bruma densa. 

A veces no tenemos problemas grandes exteriores, pero tenemos tanta falta de amor del entorno que eso nos genera un problema mucho más grande. Porque anhelamos ese apoyo, esa luz y esa sensación, no somos adictos... Somos humanos sociables que viven en comunidades, que necesitan conectar para dar un sentido a su existencia. No somos sequoias canadienses que emergen solitarias en altas cordilleras montañosas donde observan cómo sale el sol o cómo ruge el océano a lo lejos, somos seres con piel y como siempre digo... Lo que nos late por dentro es un corazón, no un hueso. 

Nos tratan mal y agachamos las orejas. Nos tratan bien y nos alejamos. Sumergidos por completo en ese circulo vicioso pasamos años y el tiempo no se recupera. Y lo único que queremos es cariño y el que diga que no, se miente a si mismo. 

A todos nos sienta bien que nos digan que somos valiosos y suficientes, porque nos hace sentir descansados... Toda una vida luchando por dar lo mejor de nosotros, aunque sea con palos de ciego, para que nada ni nadie nos diga que lo estamos haciendo bien. Las palabras que oímos y leemos no son solo meras palabras sin sentido, son la forma en la que otras realidades interactúan con nosotros. Con las palabras uno también crea, genera y consigue cosas. 

A todos nos sienta bien que nos digan que nos quieren, porque precisamente eso da un sentido extra a nuestra vida. Me hace reír la gente que me dice "a mi me da igual que no me quieran" yo sé que eso no es cierto, de hecho normalmente quienes dicen eso son quienes más necesitan ser queridos. Cuando un hijo o una hija recibe de sus padres un "te quiero" una parte dentro de si se siente aliviada y sanada automáticamente, pero hemos nacido en un mundo donde ni se dice ni se demuestra y parece que cada día eso está más de moda. 

A todos nos sienta bien que nos digan que somos importantes, que no estamos solo de paso, que hay algo más que nos hace estar aquí. O que nos digan que somos buenos profesionales, grandes amigos, buenos compañeros, buenas personas... Cuando conseguimos hacer que alguien tenga un día mejor, aunque sea solo con las palabras, nos damos cuenta de lo que aquí estoy escribiendo y que no se tiene en cuenta tanto como deberíamos. 

Nos estamos deshumanizando a pasos agigantados y me preocupan especialmente esas nuevas generaciones que nazcan en un mundo donde la gente no sepa apoyarse los unos a los otros. 

Tendríamos que poner de moda amar de nuevo. Y no amarnos solo a nivel pareja, amar todo. Amar a tus amigos, amar lo que haces, que te amen a ti por quién eres y cómo eres, que ames las cosas que a priori parecen insignificantes, que ames el hecho de la que la gente te está ofreciendo algo que no te va a recuperar jamás: el tiempo. Pero sin embargo, lo que prima es la competición, el pisar al otro, la lucha constante, el imponer, la ausencia, los ghostings, la falta de responsabilidad afectiva (no solo en pareja, también con amigos o familia), la falta de empatía, el egoísmo, la falta de comunicación... Y por supuesto, las corazas. 

Hasta Milan Kundera en su libro "la insoportable levedad del ser" deja por escrito que el amor es algo fundamental para la vida, para el hecho de vivir. Porque quizás el amor sea la única medicina efectiva para la consciencia humana. 

lunes, 3 de agosto de 2020

3 de agosto:


Leon el profesional. 

Y aunque el tiempo pase, habrá heridas que sigan sangrando. Una vez que se rompe la parte más valiosa de ti, nada vuelve a ser igual que antes de ese suceso. Porque entre tanta rotura y batalla, lo que realmente estamos buscando con nuestros pasos son lugares donde estar a salvo, sentirnos protegidos y poder respirar mientras alguien nos cubre las espaldas por un instante, luego volveremos otra vez a esa zona de conflicto, pero mientras por un segundo necesitamos esa protección, ese cariño. 

Valientes aquellos que no han perdido la humanidad, a pesar de la adversidad. Valientes aquellos que no han perdido los principios, a pesar de los golpes. Valientes aquellos a los que les cuesta horrores seguir caminando, pero no se rinden ni se lo plantean. Valientes aquellos que incluso hartos, hechos jirones y destrozados, cuando te miran a los ojos te sonríen y te preguntan cómo estás, a pesar de que quienes merecen esa pregunta son ellos antes que nosotros. Valientes aquellos que aguantan con su mejor temple y no pierden esperanza. 

Todos hemos sido revoleados varias veces en el pasado hasta llegar a este presente, convirtiéndonos entonces en personas muy diferentes. A veces echamos un vistazo a los recuerdos, a los cuadernos, a las memorias, a las fotos... Y cae de golpe y porrazo la realidad de cada suceso. Volvemos a sangrar de nuevo donde nos hirieron, volvemos a sentirnos abatidos, volvemos a sentir esos pedazos que se rompieron y que pensábamos que ya no teníamos o que se habían ido. 

La vida no es un camino de rosas para nadie que merezca la pena, es una prueba continua de voluntad, intención y principios. Es un examen para el alma y para el corazón. Nos rompemos, nos recomponemos como podemos y salimos de nuevo al sendero y así infinitas veces hasta que ya no estamos más aquí.  Nuestros espíritus son valientes por elegir esta experiencia por encima de cualquier otra, por habernos traído hasta aquí, porque aunque pensemos que no... Siempre estamos preparados para todo aquello que pueda venir. 

El mejor regalo que podemos recibir es un lugar donde sentirnos completamente seguros y poder entonces ir cosiéndonos, poco a poco, con lo que aún nos quede, con lo que no se ha esfumado. El mejor regalo que podemos ofrecer es permitir a los demás abrirse frente a nosotros y hacerles sentir que es un lugar sagrado, un encuentro importante, una conexión valiosa... Y que no serán juzgados por sus brechas, sus heridas, sus cargas, sus llantos, sus miedos, sus pánicos, sus inseguridades, sus percepciones... 

La vida muchas veces es, literalmente, una mierda pero sería mucho más llevadera si entre todos nos cuidásemos con empeño para sentir que aunque estemos a cachos, aunque nos falte de todo, aunque no podamos con lo que vamos cargando... Hay alguien que nos abraza y nos permite apoyarnos hasta recuperar fuerzas de nuevo y devolver ese valioso gesto haciendo lo mismo. 

Si no hacemos esto, solo somos zombies perdidos dando tumbos sin sentido dañando por el odio almacenado, por la falta de amor, porque nadie nos ha dejado expresar con honestidad nuestros sentimientos y estos quedan presos en nuestro interior pudriéndonos conforme pasa más tiempo. 

domingo, 26 de julio de 2020

El alud de Kali:


Me han dado tantos palos que aún quedan moretones hasta en zonas inexistentes de mi ser. Se me rompió la sonrisa del alma con una innumerable cantidad de hostias, se fragmentó mi motivo de existencia al poco de tomar consciencia de mi misma y hay una parte de mi que murió y que jamás volverá. Quizás sea esa a la que siempre echaré de menos. 

A pesar de los daños y a pesar de los años, siempre me propuse ser la mejor versión de mi misma y desgraciadamente no es algo que pueda cumplir a diario. Todo esto me hace bailar entre el miedo y el amor, en un vaivén no apto para personas que sufran de vértigo.

Adquirí patrones que detesto porque fueron los únicos que me mantuvieron a flote, empecé a fumar a la edad de los 26 años porque la vida me consumía tanto que quise tomarme algo que me diese una pausa entre tanta guerra, a pesar de destruirme por dentro... Ya me sentía llena de escombros.

A nadie le recomendaría pasar ni por la mitad de lo que he pasado. Dentro de mí vive una bestia que lo único que le importa es que salga lo menos herida posible, cuida con recelo lo más importante de mi, porque es lo único que me queda. 

Empecé vidas desde 0 y las perdí con mucha más facilidad que como las construí, dejé mi confianza en manos que escondían puñales y he visto la traición detrás de la palabra familia. La soledad siempre ha sido una fiel compañera y gracias a ella, a pesar de mi carácter sociable, me he mantenido curándome las suturas del alma. Me gusta pensar que hay un cambio en mi, pero a veces creo que quizás es solo una falsa ilusión. 

Me he esforzado por no rendirme del todo cuando me quedé sin nada y aún hoy no siento cual es ese lugar donde encajo, como una pieza en este inmenso puzzle. Todo me llega directo al corazón y es que a pesar de las corazas y del radicalismo, lo cierto es que lo vivo todo tan intenso que parece como si las paredes de mi interior fuesen de papel de fumar. Dejé de serme fiel y sé lo que duele, es como una sensación de auto-rechazo y un castigo que se arrastra de por vida, porque esos recuerdos jamás se olvidan. 

Con pena, reconozco que cuando me sobrepasa algo soy un alud que embiste todo, escupo arrasando con lo que hay por medio. Aunque he de decir que jamás lo escondí, llevo tatuada en la piel el símbolo de esa parte de mi. No me hace mejor, pero intento consolarme sabiendo que dentro de mi hay dos yo: Kali y Adi Shakti. 

Kali, salvaje e irrefrenable. Adi Shakti con la luz más constructiva del mundo, la más potencial, la más poderosa desde esa claridad. 

A veces soy incapaz de sostenerme cuando el miedo se convierte en una ansiedad que me quita el poco calor que me mantiene estable. Y en contra parte, intento hacer del mundo un lugar mejor o aportar la comprensión que tanta gente a mi alrededor necesita. No me enorgullezco de mis propias sombras y de mi parte oscura, pero al menos soy lo suficientemente fuerte como para reconocerlas. 

Si me siento especialmente enamorada de mis amigos es porque todos ellos han visto todas mis caras y aún en el camino siguen conmigo, demostrando una intachable lealtad que está por encima de cualquier comprensión humana. Me llenan de amor recordándome lo mejor de mi misma y siempre me devuelven una sonrisa y una escucha activa que tiene un valor incalculable. 

Yo cuando digo algo lo cumplo, porque como muchos de mis amigos dicen "eres el ejemplo de la más pura integridad", pero eso no quita que para que esté ahí todos ellos han tenido que aprender a convivir con Kali para poder disfrutar después de Shakti. Esta metáfora con el hinduismo no es más que el claro ejemplo de luces y sombras que componen la propia vida y nosotros somos la vida hecha humanos. 

Yo he ondeado como la más valiente la bandera a favor del amor, creyendo en hacer todo por esta emoción y he terminado pisoteada sin saber ni siquiera qué había pasado. He perdonado lo imperdonable y he cedido ante lo más cruel. He perdido amigos por esa decisión, algo que no me perdonaré jamás... Y me he alejado, física y emocionalmente, de personas que eran mis pilares de existencia. Perdóname, resulta que ahora el amor me da un pánico que te cagas y cuando todo parece que puede ir por ahí como en un pequeño detalle parezca que no, Kali sale para arrasar con todo aquello que pueda hacerme volver a caer... Generando un caos destructivo. 

No tengo ni idea de muchas cosas importantes en la vida y a pesar de las profundas sabidurías en mi, muchas veces me siento como una niña desvalida y desnuda, perdida en cualquier sitio sin comprender cómo he llegado hasta allí. Me faltan muchas herramientas y posiblemente me sobran otras tantas, que quizás ya no sean tan necesarias.

A veces despertar algunos demonios internos míos es tan sencillo como un sutil gesto que de repente me ocasiona un infierno en mi interior. Me gusta escuchar canciones que hablan de que el equilibrio es imposible, me hace sentir mejor conmigo... A veces luz, a veces sombra, a veces sonrisa y a veces enseñar los dientes. A veces feliz y a veces triste.

No quiero seguir lamentándome, no eres el basurero emocional de mis errores, ni quiero que te conviertas en una lista interminable de cagadas que cometa a nivel emocional. Me hago cargo de eso... 

sábado, 25 de julio de 2020

Sparring emocional.



No somos sparring emocional de aquellos que no supieron vivir la vida desde lo más pleno de si mismos. Y hasta que no seamos conscientes de esto seguiremos atrayendo este tipo de personas, como polillas que se sienten atraídas por la luz o quizás nos sintamos nosotros atraídos por ellos.

Las polillas, en las noches cálidas de verano, se dejan freír en viejas bombillas que aún iluminan los porches de las casas bajas en pueblos y campos. Se chocan incesantes hasta reventar, a pesar de que saben que morirán y finalmente por los golpes o por el calor que desprende la electricidad, terminan fritas, muertas o exhaustas. La paradoja de sentirnos atraídos por lo que nos daña, la falta de valor hacia nosotros mismos... Y cuando ocurre de nuevo, ese amargo sabor de "otra vez".

Llegó un momento en mi vida en el que me di cuenta, no soy el sparring emocional de alguien que desordena sin permiso. Si quieres entrar, límpiate los pies, sacúdete el corazón y vístete con una sonrisa. Porque si diésemos el valor que tiene a cada ser humano, comprenderíamos la inmensidad de la belleza que cada uno porta dentro de su alma. Sin embargo todo parece lo contrario, entre complejos de polilla y desatada inocencia nos rompemos, nos dejamos romper, nos enredamos y nos permitimos herir.

Me faltará un ala, un montón de patas, pero resulta que ahora ya no me apetece perder mi sagrado tiempo en falsas luces, que lo único que hacen es asesinarte en los momentos de tu vida donde todo parece eternas noches de oscuridad. Y aunque caiga en el intento, soy más de buscar flores. Necesito el néctar de la vida, dejar de morir en la hazaña de intentar salvar a quien no sabe apreciar en plenitud los regalos de la existencia. No hemos nacido para sufrir, aunque la vida esté desgraciadamente rebosante de sufrimiento, porque a veces todo puede parecer una soez mierda repleta de purpurina, habrá momentos, segundos, instantes... Que darán un sentido a todas esas cosas que nos hicieron agonizar.

No nos volvamos a perder a nosotros mismos, ese es mi deseo cuando veo cruzar una estrella en el despejado cielo que observo tumbada en la orilla del mar. ¿Existe acaso algo más doloroso que estar vivo y no sentirte contigo? Yo ya sé a qué sabe esa basura, no podría volver a abandonarme, jamás. Prefiero los golpes por ser como soy, que los golpes por dejar de ser.

Me gusta ver las mariposas volando a la luz del día, ellas entendieron todo, no como esas polillas nocturnas... lejos de convertirse en Ícaro, las mariposas comprendieron la belleza de detenerse entre suaves vuelos, con una vida corta pero intensa, aprendieron a nutrirse de lo más hermoso de su entorno. Poder sentir como sus alas se mueven al ritmo de los latidos del universo. Y tomarlo como ejemplo.

El Principito decía "lo esencial es invisible a los ojos" y es que por los ojos nos dejamos embelesar con suaves juegos que poco tienen para aportar... Y si cerramos los ojos y vemos con claridad, distinguiendo qué es luz de verdad, qué es un pétalo y qué es la vida, sin esa adicción a las cosas que no podemos cambiar. Encontrar ese orden mental, conmigo. Compartir cuando siento que he logrado algo hermoso. Y vivir desde la felicidad, porque yo sé lo que es vivir sin felicidad y no quiero volver a esa sensación nunca más.

Me he prometido a mi misma que jamás dejaré de quererme. Y mi amor propio está por encima de cualquier otro amor, el sentido de mi vida nace del corazón que late cada día para mantenerme aquí y ahora. Quiero tatuármelo en la frente para verlo cada vez que me mire al espejo... La teoría la tengo muy aprendida, tocará ponerse con la verdadera práctica.

Sigo sin poder volar, voy andando lenta con las pocas patas que me quedan intactas, trepando por la hierba que crece a mis pies, con la esperanza de transformarme en algo diferente, conservando el deseo de una metamorfosis que supere las leyes de la biología.

Y que no te engañe, aunque ahora sonría, el miedo sigue estando a mi lado, de momento sin intención de abandonar. 



viernes, 5 de junio de 2020

Tipos de "pause":


"Ponlo en pause" te dicen cuando quieren que pares el juego para ponerte a hacer otra cosa. Tu madre quizás te llamaba a la hora de comer y tú estabas enganchado/a a lo que ella llamaba 'la maquinita' y te pedía, por favor, que lo pusieses en pause para poder hacer lo que realmente te correspondía a esa hora. 

Así aprendimos a que uno puede "pausar" o "tomarse una pausa", que en el mundo adulto es transcribe de muchas maneras... Por ejemplo, en el horario de trabajo esa pausa es tu "descanso" donde dejas pausado, interrumpes, la actividad que estabas realizando para poder respirar aire fresco y recargar fuerzas. Tenemos "medio normalizado" el acto de pausar, quizás algo más común en el ámbito de los vídeo juegos, pero sin duda muchas veces pausamos cosas en nuestra vida terrenal y material. 

Una pausa es una interrupción temporal, quizás no tenga un tiempo "ajustado" o "determinado" en lo que se refiere a vida práctica, quizás procuramos que ocupe la menor cantidad de tiempo posible. A veces necesitamos pausar, es como un impulso, una voz animal que nos empuja a ello, algo que nos lleva a esa sensación o sentimiento. 

Pausamos cuando nos recostamos a descansar, incluso cuando dormimos hay cierta sensación de pausa, pausamos cuando dejamos un proyecto a medio terminar lo retomamos días después, generalmente pausamos nuestro horario habitual gracias a los fines de semana, también pausamos nuestras rutinas laborales gracias a las vacaciones... Pero hoy quería hablar desde otro enfoque en relación a los tipos de pause. 

Creo que es necesario que las personas tomemos responsabilidad en relación a aprender a pausar a favor del descanso. Tomar una pausa para descansar, en cualquier ámbito de nuestra vida, considero que es algo fundamental para el bienestar mental, físico y para conseguir una armonía saludable en nuestra vida. A veces es como si no supiésemos y como si algunas situaciones exteriores nos empujasen, obligatoriamente, a tomarnos esos descansos. 

He llegado a la conclusión de que tenemos tan interiorizado y normalizado el hecho de estar "realmente ocupados" o de trabajar tantas horas, que se nos hace extraño tomar una pausa para recuperarnos. Es como si el cansancio, el desgaste y toda la apatía que le puede acompañar se convirtiese en una mala droga de la que nos volvemos adictos. Pero lo cierto es que la vida enseña duro y generalmente la mayoría de personas que viven a ese nivel y con esas revoluciones, se ven al final en circunstancias que les enseñan a través de terapia de "choque" a pausar.

Ese es el principio, al final uno aprende a sacarle el lado positivo a la pausa, a quererla y a coexistir con ella de una forma constructiva y positiva. Aprende a que es algo realmente necesario y bueno, muy bueno de hecho. Nuestras formas de pensamiento cambian en ese momento, pasamos de un programa de producción a un programa de comprensión individual relacionado con el auto cuidado. 

Hay personas que se toman años sabáticos como esas necesarias pausas de las que hablo. Otros se toman pausas para estar más tiempo a solas y conocerse más a si mismos y recortan o reducen su vida social, otros se toman pausas para hacer planes más tranquilos, pausas en las redes sociales... En fin, una gran cantidad de posibilidades que tienen un mismo punto en común: son pausas reales. 

Aquí viene lo interesante de esta reflexión y que quería compartir a través del blog, es cuando creemos que estamos en pausa o llamamos pausa porque hemos parado o porque hemos reducido algo, pero realmente no es una pausa auténtica. En la vida el discernimiento y es saber objetivamente qué es cada cosa es fundamental para todo y en el desarrollo personal también es un pilar esencial. 

Todos en alguna ocasión hemos podido llamar "pausa" a algo que realmente no lo era ¿a qué me refiero? Veréis a veces paramos algunas cosas de nuestra vida o incluso nuestra auténtica forma de vivir para en seco, y lo que realmente está ocurriendo es algo más profundo y más complicado. Puede que n ese momento nos encontremos en un bajón personal, que más que una pausa es una auto-trampa donde estamos cavando nuestro propio hoyo y poco a poco nos enterramos vivos en él. Por eso es tan importante compartir tus sentimientos y conocerte a ti mismo/a, para saber realmente en qué punto te encuentras... ¿es realmente una pausa auténtica o estoy en uno de esos pozos que crean falsas imágenes pero que realmente te detienen la vida de una forma negativa?. 

Y no me mal interpretéis, es fundamental que cada uno conozca la profundidad de sus propios pozos, pero también es importante saber hasta cuándo queremos regocijarnos en ellos y cuánto tiempo merecen, dicho con otras palabras, cada instante que estás dentro de tus pozos es un instante perdido e irrecuperable. Descansar para recuperarse es una forma saludable de invertir tu tiempo, porque el auto-cuidado te devuelve toda la energía que has estado utilizando para realizar algo. Por otro lado, pasar demasiado tiempo en esos profundos agujeros es como exponerse a tirar en un saco roto toda tu energía personal, no obtendrás nada saludable a cambio y puede que el precio a pagar sea demasiado. 

Descansar está bien, llamar descanso a un hábito que realmente es una comodidad en un punto bajo de nuestra vida, puede ser peligroso. 

Este texto es una simple reflexión para que cada lector alcance su propia idea y su propia percepción de si mismo y sea honesto consigo mismo, para sacar aún más partido a su vida y a su presente. 


sábado, 30 de mayo de 2020

La importancia de los viajes sutiles:


La sutileza es apreciable de una forma muy particular; se puede admirar la belleza sutil de un gesto, de la naturaleza, de un instante... Hay un reconocimiento al poderío que habita en lo sutil, tanto para bien como para mal. Sutilmente se pueden comunicar mensajes importantes, dar a entender algo o encender una situación. Una parte muy importante de nuestra forma de comunicación se encuentra apoyada en la sutileza. Ocurre igual con nuestras formas de conexión o nuestras percepciones emocionales y psicológicas. 

Dentro de lo sutil, aunque a priori parezca algo pequeño y sin fuerza, se esconde una cantidad de información y conocimiento muy importante. La sutileza, además, suele llevarse muy bien con nuestro "yo" intuitivo, salvaje y espiritual. 

Hoy quiero compartir algo interesante relacionado con la psiconáutica y la experimentación en relación al desarrollo y la consciencia. El otro día caí en la cuenta de la importancia que existe en los viajes sutiles. De hecho, los primeros síntomas para cualquier viaje psiconáutico se denominan "síntomas/percepciones/sensaciones sutiles". La sutileza es apreciada por aquellos que realmente conectan con el propósito y con las herramientas que tienen a su alcance. La sutileza también tiene sus propios niveles, hay sutilezas ligeras y livianas y otras un poco más intensas, hasta que los síntomas son tan evidentes que dejan por completo de ser sutiles. 

Los cambios sutiles en el cuerpo pueden ser suaves percepciones en la piel, ligeras sensaciones de cambios emocionales, ligero cambio de pensamiento, repentina sensación de un suave y ligero bienestar... En fin, hay una gran cantidad y varían dependiendo de cada persona. 

Muchas psiconáutas buscan solo experiencias intensas, algunas de ellos no se han parado nunca a apreciar la belleza de lo sutil y cómo lo sutil también te conecta con propósitos, experiencias, conocimiento, sabiduría y entendimiento. Mi experiencia personal es que apreciando lo sutil y disfrutando de ese punto, sin buscar algo más intenso o fuerte, he llegado a comprender muchas cosas de mi misma con una claridad y un entendimiento brutal. Igual que ocurre con una práctica sexual, el "climax" no es el único placer de la práctica, valorar el resto de placeres y apreciarlos con objetividad nos abre a un abanico más amplio de sensaciones. También viajar desde lo sutil me ha proporcionado importantes herramientas para sacar más provecho a las experiencias intensas. 

Creo que no puedo ubicar un único motivo para definir"la importancia de los viajes sutiles" y por eso prefiero compartir lo que he ido viendo, lo que me ha pasado a mi. Los viajes sutiles me permiten estar comprendiendo con más apertura mental, mientras mantengo una presencia más terrenal. Eso me ayuda a ordenar mis pensamientos sin que, como puede pasar a veces, llegue un chorro excesivo de información que parezca desordenarlo todo, hasta que después consigues darle forma (aunque a veces no a todo).

La sutileza es como una caricia bien dada en el momento oportuno, como un pequeño beso que se ha podido saborear más que uno largo porque se compartió justo cuando había que hacerlo. La sutileza es como una mirada que dura un instante pero que te hace sentir vivo/a, la sutileza es ese toque especiado en esa receta que tanto te gusta. 

La importancia de los viajes sutiles se halla en la habilidad que terminas adquiriendo para apreciar la grandeza de cualquier forma sutil que entra en conexión contigo. Te permite apreciar aquello que está más allá de un simple gesto. 

También siento que lo viajes sutiles son maravillosos porque, en su mayoría, son percepciones más físicas a las que con los ojos cerrados y meditación se le puede sacar mucho más partido. De esta manera puedes controlar el aquí y el allí con más responsabilidad. Me pareció sentir que los viajes sutiles son una forma de colocar información en nuestro interior sin que resulte excesivamente abrumador, como unos pre-eliminares para más experiencias futuras o para más información a fondo en otra ocasión. 

Las emociones son mucho menos desbordantes cuando estamos en esa percepción sutil y a pesar de lo que la gente cree, aunque en el punto de sutileza de los viajes no existe una evidente división con el "yo", sí que puede llegar a existir un consenso con la mente y con el interior, permitiendo que ambos disfruten esa experiencia desde sus propias herramientas. 

Me gustó apreciar la belleza de lo sutil y al terminar, comprender que esa belleza habita en todo lo sutil que nos rodea. Todas las formas de sutileza que están a nuestro alrededor también desbordan esa belleza y sabiduría. Creo que precisamente las "causalidades" casuales que nos ocurren y las sincronicidades emergen del poderoso canal "de lo sutil", una vía por la que transcurren situaciones, momentos, aprendizajes, experiencias, instantes... Que serán sumamente importantes en nuestro propio camino personal y en nuestra persona. 



martes, 26 de mayo de 2020

Viajar con alas de mariposa:

Imagen que he creado para publicaciones de mi página TAROT SANADOR EVOLUTIVO.

Reconstruirse y demostrar fortaleza y resiliencia es una de las cosas más "básicas" pero más importantes de la vida. Es una hazaña que llevamos a cabo una y otra vez. Sin embargo, en el meollo del asunto es cuando una descubre que los mejores viajes se realizan con alas de mariposa. 

La delicadeza de ese ''metamorfoseante'' insecto es precisamente lo que todo ser humano necesita para transitar por la vida, en todos los sentidos y en todas sus formas. Pasar de la vulnerabilidad de esa profunda transformación, siendo una pupa colgada y "camuflada" entre la vegetación de la naturaleza que nos rodea y que habíamos elegido aquel rincón cuando eramos pequeñas oruguitas, hasta convertirnos en la más "cercana" versión de una mariposa humana. 

Ésta imagen es el resultado de una interesante inspiración que evocó tras un psiconáutico viaje de encuentro, principalmente, conmigo misma y con lo que realmente quiero en mi vida: felicidad. 

Pude observar desde el profundo abismo del atrevimiento como lo más bello del humano es precisamente la humanidad más tierna y la que tanto sobre-protege. Cómo todo se confunde cuando el "yo" y el "ego" se fortalecen y sin embargo cuando se disuelven en un mar temporal de apertura, todo se simplifica. Simplificar, amar, caminar y experimentar, los cuatro pilares de una vida más enriquecida, más llena y posiblemente más feliz. 

Cuando uno se pregunta a si mismo el motivo de su existencia resulta extraño reconocer que es reconocerse a si mismo. Tu existencia primero existe para ti y luego, algo más tarde y de forma más consecutiva, para los demás. 

En un océano de preguntas internas y de complicaciones que se disolvían con facilidad, recuerdo haberme sentido plenamente feliz y libre, era muy libre en aquel instante donde comprendí que demasiada preocupación empequeñece el alma, que quien no perdona termina perdiendo en el juego de la vida, que la rabia es común en la mayoría y es porque en el fondo siempre buscamos amor y a veces en esa búsqueda nos encontramos lo opuesto... Un amargo trago de realidad que a todos disgusta. Atrapar aquel momento y traerlo al presente como una nueva realidad filosófica, material, psicológica y material habría sido una gozada, pero se me escapan esas habilidades (si es que pueden existir).

Que la sombra y la luz es inherente a la vida y que a la par que podemos estar siendo la mejor versión de nosotros mismos, es posible que con otros (o incluso con nosotros) estemos siendo la peor.

Aprecié con admiración como vivimos cerrados y sin embargo anhelamos vivir abiertos de par en par. En un mundo material donde todo se protege con barrotes, cerraduras, candados y cadenas, por miedo al robo, al hurto y al abuso. Nuestro corazón también está sobreprotegido bajo millones de kgs de hormigón compuesto por diversos comportamientos, diferentes patrones, una gran cantidad miedos, acumulación de enfados y la tan complicada desconfianza. Y por si eso fuese poco, parece que avanzamos hacia una realidad más encarcelada, donde se deben cumplir ciertas normas que establece la sociedad para poder denominar todo de una manera concreta, sin permitir su evolución o su libertad. 

Entre tanto pensamiento, alguno más concreto, otros más obtusos... Empecé a recordar personas que quiero profundamente y con el alma, porque realmente les amo. Y me di cuenta de que en esta sociedad tan encarcelada, cerrada y cuadriculada, el "te amo" solo es lícito para parejas, como si alguien no pudiese enamorarse o amar sin necesidad de tener una relación afectiva, romántica o ninguna clase de vínculo parecido... ¿en qué momento se nos ocurrió que era mucho mejor atrapar las emociones con palabras cuyas definiciones no dan para más y vincularlo a una "realidad inamovible"? .


jueves, 7 de mayo de 2020

Los amigos:



Echo mucho de menos a mis amigos. Quizás esta no sea la mejor manera de empezar este post, pero es la más auténtica y la más realista sobre todo a mis propios sentimientos, ya sabéis... me gusta serme fiel.

Será la pandemia, será la distancia, serán los cambios particulares en mi propia vida o no será nada de eso, a lo mejor simplemente soy yo que soy así, pero no veas cuánto quiero a mis amigos. Los amigos son esa gente que te elige con completa libertad de entre miles de cientos de personas y de probabilidades. Te acompañan a su manera y con su hermosa libertad también, y te quieren. Te quieren a su forma: presentes o ausentes, en círculo o en rombo, con palabras o con gestos, en silencio o de charla... Pero bueno, sabes que te quieren y ellos lo saben de ti. Es una de esas cosas que parecía que no había que decir en voz alta y sin embargo ahora, mucho más que nunca, me apetece decirles "os quiero". Os quiero mucho, no un poco. Y me gustaría poder saber aún más de vosotros y que nos re-elijamos una y otra vez, como todas esas veces en las que quedamos y preferimos nuestra compañía a la de otros. Porque precisamente ese "preferir", es la mayor y la mejor muestra de amor en una amistad.

Mis amigos son esa gente estupenda, con sus luces y sus sombras, y algunos tienen unas sombras que agüita... Pero me han elegido como compañera en esta experiencia terrenal y eso me llena de una indescriptible felicidad y bienestar. Me siento muy agradecida y es un agradecimiento que no puedo transmitir ni siquiera con mis mejores gestos.

Los amigos escuchan tus movidas y crecen contigo, algunos pasan a ser parte de tu "club selecto" de personas en muy poco tiempo, porque esas formas de conexión y de amor no entienden de distancias, no entienden de tiempos y no entienden de fronteras. Esas conexiones simplemente se crean y una vez creadas, se notan y se notan mucho y muy bien. Mis amigos son esas personas "del buen querer", ¿qué es del "buen querer"? Ellos saben que yo también estoy creciendo, me perdonan, me acompañan, me guían o simplemente están a mi lado. Y eso es "el buen querer".

Mis amigos me han salvado la vida porque con ellos he descubierto que hay personas que siempre te van a querer, y que son personas con las que no compartes un "enamoramiento" o una "relación de sangre", a pesar de que les ames con toda tu alma. Yo vivo locamente enamorada de que cada uno de mis amigos y de mis amigas. A veces yo no soy la mejor persona, pero la amistad que tengo con ellos me hace creer que quizás si soy una buena amiga.

Los amigos te perdonan en silencio y te ayudan a comprender las cosas que realmente tienen importancia, o que no. Me he reído con ellos, he llorado con ellos, he vivido momentos con ellos y pagaría por vivir muchos más. Recorrería el mundo con ellos... Porque para mi la amistad es el regalo más grande que puedo tener en esta vida.

Yo soy la pesada de todos los amigos que conozco, la intensita, la que siempre está pendiente, la que manda mensajes de amor... Y ellos lo aprecian, me dejan ser sin cortarme las alas y valoran que es mi forma de apreciar lo sagrado que hay en una amistad.

La amistad es esa energía que te permite flotar, estar en comunión con la pertenencia, con la sensación de tribu, con la familia sagrada que has elegido de verdad. La amistad es esa forma de reconocer, de ver, de entender... Que existen muchas formas de amor que te hacen sentirte vital, que te hacen sentir dichoso. Cuando tus parejas te dejan, tus amigos estan ahí. Cuando las cosas en el trabajo no terminan de salir como tú quieres, tus amigos están ahí. Cuando tus planes de futuro se cumplan, tus amigos estarán allí para celebrarlo y disfrutarlo contigo. Cuando no creas en ti, tus amigos estarán allí para recordarte quién eres. Cuando te equivocas, tus amigos están ahí para darte un bálsamo de consuelo en las heridas que quedan en el alma.

Porque a lo mejor tus amigos no te han arropado nunca cuando has tenido frío en la cama, pero sí te han escuchado cuando sentías que estaba algo roto dentro de ti. Y cuando tu madre estaba lejos, tus amigos han llenado un hueco familiar, de protección y de nutrir para calmar tu vacío.

Los amigos son esa magia que te hace brillar los ojos cuando estás sin energía. Porque puedes tener mil cosas en casa, puedes tener cientos de miles de euros en el banco... Pero ¿qué sería de la vida sin la amistad? Puedes vestir las mejores marcas, llevar tus zapatos favoritos, tener la casa de tus sueños.. Pero nada sería lo mismo si no puedes celebrar la vida con amigos.

La amistad es precisamente esa celebración de la vida, del camino, del estar, del presente... Es la sonrisa de quien te admira, de quien te cuida, de quien sigue sumando a tu vida. La amistad es ese lugar mágico donde puedes ser tu mismo, sin condiciones, porque eso es una buena amistad... El lugar donde te muestras tal cual eres y a nadie le importa, es más, lo aman y lo agradecen.


¿Qué sería del mundo sin la amistad? ¿Qué sería de la sociedad sin la amistad? No puedo ni siquiera llegar a imaginarme una realidad así. Yo por mis amigos haría lo más increíble, porque mis amigos son los que me han abrazado cuando ni yo misma quería abrazarme, los que me han querido cuando yo misma me he rechazado, los que me han motivado cuando estaba dándome por vencida... Los amigos están contigo en las trincheras de la vida.

Los amigos te motivan a ser mejor persona, a ser mejor versión... Y lo hacen dándote el amor que a veces ni tu mismo sabes darte. Aportándote el cariño que tanto necesitas en tus días bajos. Un mensaje inesperado, escribiéndote que eres querido o valorado, y ves el remitente... Es tu amigo/a, el semblante te cambia y la vida parece otra a partir de ese momento. Una llamada perdida, un mensaje en el buzón de voz, lo escuchas y es la voz de tu amigo/a, recordándote a qué hora os veréis la caras o apoyándote incondicionalmente en ese proceso de recuperación.

Los amigos son los maestros de la vida que te ayudan a estar mejor contigo, mejor con el mundo entero y mejor con la vida, a pesar de la adversidad inherente a ella. Un amigo puede que no solucione todos tus problemas, pero los problemas son menos pesados cuando podemos hablarlos con alguien que te escucha desde esa lealtad y fidelidad, desde esa integridad que aporta una amistad honesta y real.

Hay muchos amigos en la vida; los que estuvieron, los que están y los que estarán. Aquellos que eran colegas ahora son amigos y aquellos que eran amigos ahora son colegas. Los hay que se han marchado y no volverán y los hay que son firmes, fieles y leales y llevan años acompañándote de la manera que mejor saben y pueden. Los hay en la infancia, en la adolescencia y en la adultez. Los hay que ocupan rápido tu corazón y los hay que con el tiempo han sabido ganarse tu amor, y tú el de ellos. Hay amigos con los que imaginas el resto del camino y en tu cabeza no cabe otra posibilidad.

 A todos mis amigos les doy las gracias, de verdad.