Hoy he tenido una conversación que me ha inspirado a escribir esta entrada, espero que os ayude y que me ayude:
Ama mis heridas, si me amas a mí. Ellas estarán ahí el mismo tiempo que yo este aquí, junto a ti y en este mismo intervalo podrán resurgir, podrán flotar, podrán esconderse y podrán reaparecer inesperadamente.
Yo soy como tú, una persona hecha de materia maleable; tanto en el alma, como en la mente, como en el corazón y como en la piel, que todo lo recubre.
En esa composición se encuentran mis traumas, mis experiencias imborrables y mis cricatrices, que solo intentan disimular lo que hubo una vez: la profundidad de la herida, lo que sangró que ahora ya no sangra pero sigue ahí, para siempre.
Hay días que ellas resurgirán con los vientos del pasado a mi mente y mi cabeza, a mi ser, que intentarán como monstruos volver a hundirme, hacerme retroceder en mis pasos... y en esa guerra interna me ofuscaré profundamente mientras intento lidiar con el presente que también marca, de buena y mala manera, continuamente.
Soy un ser de barro hecha de recuerdos, de pasado, de dolores y de alegrías... pero es importante que aunque no soy la víctima de nada solo la protagonista de todo, sepas que a veces los dolores resurgen, porque las heridas en el corazón, en la esencia profunda y en el alma... a veces son como lesiones que no se han recuperado de todo y ese ligamento, ese hueso, esa articulación... vuelve a recaer.
Déjame mostrarte lo más bonito de mi pero antes de que te hagas cien mil ilusiones, expectativas... quiero que sepas que mi parte brillante no enmascara nada aunque convive diariamente con esa parte de piel tierna, de reconstrucción, de pasado, de escombros, de hambruna para el amor, de sufrimiento para el cuerpo, de pena, de rabia y de la liberación en intervalos.
¡No te voy a engañar! Hay heridas donde cabe un puño entero y otras que apenas escuecen, pero todas ellas me han convertido en la guerrera de mi propia vida, en la superviviente de las batallas que se forjan en el tic-tac de la rutina diaria.
Yo en mi completa esencia soy el resultado de mis dolores y de mis tiritas, de mis lesiones y de mis triunfos. Pero contempla bien lo que sangra porque es el mayor obstáculo que encontrarás en mi persona.
Debes ser consciente de que si eres capaz de amar a diario esos dolores, que a veces renacen, que afloran como bichos muertos de hambre... te daré todo lo que tenga a mi alcance y seré fiel también a toda tu esencia y a tus propios dolores, a tus propias pérdidas del pasado y a tus propios renaceres de las sombras.
No puedes amar la parte que brilla sin prestar atención a la fortaleza que ha resurgido de la parte más fangosa de mi experiencia.
Y amarme supone un compromiso, de estar ahí, de no flojear, de airear y de besar... de ser capaz de observarme derrumbarme sin añadir prejuicio a mi angustia. Amar supone quedarse junto a mi incluso cuando muerda rabiosa al mundo y entender, ver la raíz de lo que escuece profundamente en mi.
Si quieres amarme, antes de amar lo más bello de mi,... antes si quiera de besar mis curvas, de penetrar mi cuerpo, de acariciar mi piel... ¡Adéntrate en amar mis heridas!.
Si eres capaz de saltar a esos abismos sin huir despavorido, sin sentir temor, sin añadir más carga y más crítica, estaré ahí para ti, seré la compañera de tus aventuras, la sanadora de tus heridas... la amiga que te ayudará a llevar mejor el peso de la vida.
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