Hay que cagarla de vez en cuando, para ser capaces de vernos en la mierda. En serio, y no hay nada tan malo.
Hay que liarla un poco, en algunas edades y con algunos temas, llegar exhaustos, meter la cabeza debajo de tierra y aprender, como un ser sintiente; dónde está la herida y cómo afecta el entorno cuando aún hay algo que sangra y que no queremos ver.
Tenemos que chillar por la calle, coger un pedo que ni Alfredo, llamar a tu ex y dos opciones tienes: o le sigues amando o lo mandas lo más lejos que puedas, por suerte yo soy super mala para memorizar números y no tengo teléfonos de exs, pero llamo a personas que son importantes y lloro o chillo o imploro al cielo.
Hay que ser experiencia en esta vida, buena y mala, tanto la vida como la experiencia. Mucho más que un ser que anda, mucho más que una persona. Hay que sentir, no callar, hay que abrazar, aprender a perdonar y por Dios bendito, hay que cargarse el orgullo ¡zamparlo con patatas!. Hay que darse la oportunidad de conocer a quién creías conocer, de sobrepasar el límite y de volver derrotado por ti mismo.
A veces hay que destrozar lo que eramos para sacar afuera lo que somos, hay que dejarse vencer, hay que estallar, hay que vomitar. Hay que avergonzase para luego saber trazar esa vergüenza como riqueza, como sabiduría y como risa.
Hay que leer entre líneas, hay que tener tiempo para agotarlo. Hay que sorprenderse de que en un intervalo que percibes como pequeño avanza toda la noche y tú con una copa en la mano.
En ésta vida hay que probar la propia vida, es necesario sentirse solo, rendirse y vencer. Luchar y parar. Hay que saber con quien follar, a quien amar, con quien hablar y a quien observar.
Hay que ser menos apariencia y más realidad. Hay que ser reales, compuestos, inspirados... ser como el aire de los pulmones, la sangre de las venas, el latir del corazón, lo que sale y lo que entra.
Hay que tener miedo, aunque a veces eso pueda ser de cobardes, porque al final quienes tienen miedo y lo vencen se convierten en héroes de su propia existencia. Hay que entender la fragancia efímera del latido, del verdadero significado de estar vivo.
Hay que conocer ciudades desconocidas por la noche, hay que ser sinceros y a veces tercos, hay que sentir la rabia y transmutarla cuando estemos preparados. Hay que vivir sin odio, con recuerdos y con lagunas mentales, con esos lapsus que nos dejan vacíos de aquello que los demás sí han visto.
Hay que mostrarse humanos, pedir ayuda y demostrar el auxilio. Hay que abrazar a un desconocido, ofrecer lo que tenemos.
Hay que desequilibrarse para saborear el verdadero significado del equilibrio y la armonía, hay que vivir en primera persona la desgracia, el fracaso, la desilusión y la frustración, para cuando todo eso cambie poder también experimentar en primera persona el triunfo, la ilusión, la paz.
Porque en esta vida, lo único que se pide es que vivamos sin arrastrar constantemente la culpa. Porque vivir es arriesgarse, un "all in" en una partida de póker que durará todos los años de nuestra vida.
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