¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

lunes, 2 de enero de 2017

VIEJOVENES DESTRUIDOS...


Yo soy de esa generación que se inventa vocablos sentados en el sofá de su casa, con el portátil más moderno a mano y después atendiendo mil notificaciones en Instagram. Soy de esa juventud que conoce personas por internet y luego se lleva el chasco cuando se ven en persona, de los de polvo rápido y fácil y adiós a las pasiones de antaño... ¡cuánto arte se habrá construido gracias a esas pasiones!.

Soy de ese grupo de habitantes del planeta que desde jóvenes se defienden en más de un idioma y los mezcla y remezcla en un mismo párrafo, de esos que hemos traducido nuestro puesto de trabajo porque suena más "underground" (¿véis? lo que os decía hace un rato). Soy de esa generación que viaja desde jóvenes, que no le teme a los aviones, que gracias a Dios ya no hace falta pasaporte para ir a tomarte unos vinos a Francia y un poco de pasta a Italia.

Soy de esa parte de la civilización que ha crecido teniendo atrás un mundo cultural super-enriquecido, y si te ha tocado la lotería con tus padres habrás podido escuchar grandes de la música como Janis Joplin, Frank Sinatra, The Beatles, Queen... (si no has tenido esa suerte lo siento por ti). Soy de esa generación de "a las 8 en casa" y no sabías cuando eran las 8 e ibas preguntando por el barrio la hora para llegar a tiempo, la generación de las tardes jugando, de dedicatorias en la agenda y en todos los cuadernos, de mirar asombrados a los mayores del cole (los mayores que quizás solo te sacaban 2 o 3 años)...  La generación que amenazaba con llamar a su hermano mayor como única fuerza protectora, la generación que ha visto Star Wars en la televisión pública en un aparato con más culo que pantalla.

Y aunque se dice tanto de nosotros, a día de hoy se dice también tan poco.

 Estamos en el limbo del crecimiento profesional, muchos han debido renunciar a la compañía de los de siempre por poder sobrevivir y los que no podemos o nos negamos vivimos en una atmósfera un tanto extraña. Hemos querido aprender del error ajeno o del error familiar y a tanto hemos llegado que rozamos un clínico hermetismo emocional... Sí señores, yo soy de esa generación de los que abren blogs y se esconden detrás de una pantalla porque no tienen valor para decir exactamente lo mismo a la cara, de los que anhelan una revolución cultural y conocen los verdaderos motivos de la guerra, de los que fueron criados con una ilusión que les arrebataron poco después de la mayoría de edad, de los que tienen que hacer malabares para llegar a fin de mes si vives independiente, soy de la generación de los 20 y tantos que no pesan pero parecen que actualmente son más densos, la generación que piensa que mandando un emoticono por Whatsapp ya lo has dicho todo, la que teme los km cuando se trata de amor, la que no piensa en la muerte, la que hinca codos (o no) para intentar algo... Soy de esa generación que pronto probó los placeres del alcohol y del sexo, aunque es una pena que los que vienen después los prueben aún más temprano.

Yo nací en la generación de los padres desenamorados, de las rupturas habituales, de las escenas de sexo en las películas para mayores de 13, la generación de las tertulias de mierda por la tele, de las prohibiciones, de los constantes cambios en el sistema educativo, cultural y de sanidad... La generación que más casos ha visto o conoce de cáncer y de otras enfermedades, la más informada sobre las enfermedades de transmisión sexual y sin embargo la más arriesga a ello... La generación del "no sé, me da igual..." o la generación de me ahogo en un vaso de agua, la generación de me falta sangre en las venas para defender hasta el final de mis días un ideal, la generación que odia la filosofía sin darse cuenta que la filosofía es el regalo del pensamiento humano, la generación que llama arte a la basura que se acumula en mentes vacías, la generación que es incapaz de superar con dignidad la ruptura con una persona que realmente solo restaba en tu vida...

Vengo de esta generación a quienes llaman "viejovenes" con tantas variantes y etiquetas diferentes, con tanta necesidad de definición que existen "tribus" urbanas y suburbanas para todos los gustos. Vengo de una generación con vacíos que llena sin saber mirar más allá de sus selfies, de su ego y de su ombligo (y yo aquí me incluyo sin sentir vergüenza).

Pero escribo esto para hacerme pensar, para haceros pensar... ¿en qué estamos fallando? Porque parece que queremos complacer a los que parecen que están esperando de nosotros y nos quedamos, siempre, en ese punto medio que ni es para ellos ni es para nosotros y así nos conformamos.

Yo creo que nos estamos fallando a nosotros mismos, que nos hemos acostumbrado a las facilidades de ser más inhumanos y que en vez de ver asombrosos aprendizajes en los errores de quien nos han precedido, los hemos usado como ladrillos para construir nuestro propio mundo, creo que hemos encontrado cierta facilidad en escribir un Hashtag en Twitter (tanto para escribir una queja como para sentirnos apoyados por algún ídolo de masas al que seguimos) pero parecemos bobos porque nos negamos a buscar la solución a nuestros propios problemas y a los problemas del mundo, que aunque intentemos huir, también son nuestros.

Vengo de esa generación, de viejóvenes destruídos, que les falta pasión y brillo, que han olvidado el amor en un cenicero lleno de colillas y de restos de algunos porros humedecidos, que ya no escriben post-its para alegrar el día, que esperan detalles sin dar nada a cambio... ¡es más! que esperan cambio sin hacerlo ellos mismos, que se quejan de la misma fiera a la que a diario alimentan. Vengo de esa generación del postureo con la pizza, del postureo con las relaciones (que al final no terminan en nada), del miedo al compromiso, del miedo a la aventura, del miedo a independizarse con cuatro duros ¡como Dios manda! para experimentar todos los sabores del vivir... Vengo de esa generación incapaz de desatascar una lavadora, que le cuesta Dios y ayuda encontrar la pareja de los calcetines, que cuando les rompen el corazón anhelan las lentejas de mamá... Esa generación que se cree libre y sin embargo está rebosante de prejuicios, futuro de un mundo que parece venirse abajo, una generación conscientemente inconsciente, y en todo lo referente a ser atrevidos, estamos en coma.

La generación de la abundancia de sexo con mil relaciones esporádicas, de la huida de conocerse a uno mismo y conocer a quien se ponga a tu lado con buena voluntad, la generación que promulga mucho y que luego hace poco...

Vamos a ponernos en pie, con nuestros más y nuestros menos, si hemos destruido cadenas no podemos sentarnos a esperar, hay muros más grandes que han caído en un pasado en el que ni siquiera estábamos pensados... Hay guerras que han formado el presente que ahora tenemos entre las manos, hay sangre en banderas que hoy se besan, hay hechos y deshechos... y nosotros somos los protagonistas de todo ello, con una obligación: hacer el mundo un lugar mejor.

Menos comodidades de mundo de fantasía entre redes sociales y más realidad, acercando el hombro cuando se pueda y entendiendo que sin movimiento no habrá nada que merezca la pena.

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