Y es que entre nubes de humo y humo de enredos, surgen pensamientos y estados que de ninguna otra manera logré obtener. Más allá de esto, determinados tormentos me explicaron la diferencia, entonces te das cuenta que para el corazón es más cercano y bueno si sueltas, si no interpones medidas, si te doblas y no mantienes tu rigidez, si te quedas desnudo. Porque detrás, no muy lejos, se encuentra el paraíso y la pradera, un orgasmo eterno para cada uno de tus días.
Es una de esas cosas que no van de mano de las caricias, no es un ellos ni un ellas, no es que me corra en las sábanas de franela, ni tampoco es imaginarlo mientras me ducho... Es un placer diferente, aunque el concepto parezca el mismo. Un bienestar que nace de una libertad, un pleno viaje de dentro hacia fuera, recorriendo la rueda del amor, la vida, el cosmos... arcano mayor número 10, que te explica que la cosa no es tan sencilla y sin embargo es todo un vaivén, un colocón que nos limitamos a pulir creándonos preocupaciones.
He aquí la condición indispensable de la vida que nos hemos pasado por el forro "¿cómo hallo el placer sin aplanar el camino?" te dice tu ego chulo y desbocado. Perdona, no querría yo incomodar a esa parte de tu psique pero ¿y si solo por esta noche finges que amas eso? ¿qué eso? Pues que como es natural, subes, bajas, caminas recto y de nuevo adrenalina en otra subida y otra bajada, porque esa es la facultad inherente que crece en esa esquina del cosmos.
No querría yo meterme donde no me llaman ni decirte u obligarte a hacer con tu vida otra cosa distinta a la que tienes en mente, pero solo por esta noche permítete quitarle peso al asunto, bebe un trago de algo, ríe con alguien (aunque sea contigo mismo) y vacía el coco que tanto te está taladrando.
Porque estamos tan acostumbrados a pasarlo mal, a ser infelices, a poner cadenas, a interponer ultimatums, a compartir nuestras quejas, a establecer reglas, a incomprender los límites ajenos... Que se nos ha olvidado que aunque mal acostumbrados no es eso a lo que hemos venido.
Salimos corriendo si alguien nos trata bien, buscamos constantemente un error si pasamos una racha en la que somos muy felices. Nos da vértigo volar porque nos acostumbramos al condicionamiento básico de nuestras cadena. Hemos olvidado las segundas oportunidades o que realmente venimos al mundo para hacer el amor y por ello convertimos en absolutismo ultimatums que destrozan algo que seguramente nos estaba haciendo crecer.
De tanto compartir las quejas no sabemos ni compartir lo bueno. Pusimos tantas reglas que nos sentimos siempre obligados y por último, nos centramos en un "egombligismo" (dice ser de convertir al ego en tu ombligo) que ya no sabemos mostrarnos viendo primero al que tenemos enfrente, sintiendo y compartiendo comprendiendo sus límites y limitaciones sin obligarle a salir antes de que nos pida ayuda.
Creo que lo estaba haciendo mal, hasta ahora. Y también creo que muchos como yo también lo están y estaban haciendo mal... No comprendía la vida sin toda esa observación, no comprendía el camino si no mantenía todo bajo control, no aceptaba el hecho de la ausencia de reglas mentales partiendo de un único concepto "el respeto" y me calé todo eso bajo la piel hasta convencerme de que mantenerlo todo bien amarrado era la manera de vivir más tranquila y estable.
Cuando ante mi se destapó una realidad, que ya llevaba ocurriéndome con pequeños detalles desde hacía unos meses, caí en la cuenta de cuánto tiempo había perdido haciendo lo contrario. Y es que sin control hay más placer, más tranquilidad y más estabilidad. Porque el placer, sano y desde el corazón, aporta a la vida una paz y una sabiduría que no se encuentra ni en los libros más jugosos.
"Sin control hay placer" me dijeron no hace mucho, con esa frase tan sencilla las piezas de mi rompecabezas encajaron de nuevo... Y a esta frase le acompañó otra, de la misma persona, "porque lo que tú quieres es hacer el amor".
Y sí, eso es lo que quiero, un amor placentero. Es lo que me curro cada día conmigo. Y me hago el amor sin tocarme en la entrepierna porque amigos... Existen tantas formas de hacer el amor, como de reír, comer oreos, ver una película, respirar, bailar, cantar o chuparse los dedos.
Y de esto hablaré otro día, aprovechando la santa inspiración que siempre llega cuando me acuerdo de su sonrisa en un high de hierba fresca.
En mi trabajo, Amy, hay que solventar problemas en cuestión de segundos. La actitud habitual es tenerlo todo controlado de antemano para tomar la decisión sin arriesgar demasiado, sólo en la parte que se descoloca... Eso dice la teoría, eso es lo que la mayor parte de mis compañeros intentan hacer.
ResponderEliminarYo hace mucho que me di cuenta de que no sirve para nada tener todo controlado durante todo el tiempo. Al final, cuando algo se descoloca, no se descoloca solo, sino que arrastra muchas otras transformaciones. Así que prefiero vivir en un cierto caos que no se desmande. Vamos, que del hipercontrol he pasado a poner en práctica un lema que últimamente empieza a hacer fortuna, entre risas, en mi trabajo, yo les digo que tienen que "aprender a navegar en el caos". Y es lo que yo hago todos los días por lo menos durante un rato.
Y fuera del trabajo, también.
Segunda confesión: Soy feliz.
Besos, guapísima.
Muchas gracias por tu comentario.
EliminarMe alegro de que además de compartir la misma perspectiva, la disfrutes y entiendas.
Al final la vida es un caos. Un caos organizado y complejo... Hemos nacido de una explosión que ha llevado a un montón de acontecimientos... Ahí lo dejo.
Un abrazo muy fuerte!