Imagen: Susanna Majuri |
Mojadas guirnarlas que decoran pieles de terciopelo, danzas, bailes y sosiego de un oleaje salvaje y una fruta madura.
Tempestades venidas a menos, cortos sorbos y líneas rectas, introducción a la vida de un adulto, despedidas de los tramos intermedios, miedos e inquietudes. Nubes y congojas...
Los puntos cardinales que tatuaste en mi alma me dejan hueca por dentro, me dejan en calma. Las orillas desesperadas por una nueva caricia del mar, los besos que no se han dado, el pasado que sirve como refuerzo para el presente y mentiras sobre un futuro incierto. Se repiten las situaciones, los pasos siguen siendo los mismos porque aún llevo ese calzado que no he cambiado, las plantas de mis pies añoran caminar descalzas entre todos los critales que desgarran mi alma... el arte es la única salida para una persona que se encuentra desbocada.
Miro atras y me pregunto porqué entonces sí y porque ahora ya no, miro atrás y me pregunto porqué del ahora... a la par comienzo a entender el motivo de mi soledad perpetua, donde encaja mi pieza del puzzle, donde suenan las campanas de tu vida; voy pidiendo quererlo saber pero cierro los ojos muy fuerte, porque saberlo puede ser perderlo.
Me cautiva la idea pero la realidad es otra: me cautiva el honor, lo verdadero, lo de corazón... me intriga lo que no se dice, lo que se esconde de mala manera, lo que creo que hay detrás de ese velo que te arropa.
Siendo sincera prefiero todo el dolor de golpe, los cuenta gotas sólo contribuyen a construir absurdas ilusiones que finalmente terminarán por precipitarse para dar la bienvenida a la cruda realidad; cuando sientes que tu alma no es una, que son dos, cuando sientes que la mitad de esas dos empuja hacia la izquierda y la otra mitad en sentido contrario...
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