Violar (Del lat. violāre).
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Es difícil escribir sobre una realidad que muchas mujeres esconden bajo capas de otra actitud, entre esas mujeres me encuentro yo. Es muy complicado expresarse sin buscar huir de éste sincero sentimiento y dolor que se siente profundo, pero es importante tener la valentía de escribir sobre ello, utilizar el coraje femenino para sanar.
Cuando uno habla de violaciones, generalmente se tiende a imaginar sólo las violaciones físicas o las violaciones de las leyes pero realmente, cómo bien el diccionario expresa, es un concepto que puede abarcar mucho más. La perspectiva desde la que yo hablo es sobre la violación emocional, donde una mujer puede sentirse deshecha por dentro (ya sé que también puede ocurrirle a los hombres, pero éste blog en concreto se centra más en las mujeres, es mi proyecto personal pido disculpas si algún hombre se siente ofendido por ello), lo más duro de todo no es eso, es cuando además ha sido conseguido a base de insistencias que cómo resultado a dado una falsa afirmación (ya sea por la necesidad de agradar, de hacer sentir bien a los demás o del miedo).
Las violaciones a las que yo me refiero y que en algunas ocasiones por muy doloroso que suene podemos incluso realizarlas nosotras contra nosotras mismas, son aquellas que nos obligan a ser quienes no somos, a forzar la máquina “emocional” que nos complementa, decir “sí” a aquello que realmente queremos decir “no”, procurar que entre líneas se comprenda esa negación… lo peor de todo es la situación consigo misma que vive una mujer después, arrastra la culpa de haberse sido infiel a si misma, habiendo permitido profanar todo lo que ella es o habiéndose amarrado a una necesidad de justificación cuando algo dentro de ella le dice “es que tenías que haber dicho que NO”.
Éste tipo de situaciones no sólo se ven en las relaciones de pareja, también amistad, trabajo, conocidos… cualquier entorno donde permitimos que los demás quiebren lo que somos aunque nos neguemos a ello, aunque no les demos permiso para ello. Nos mostramos perdidas, quebradas, nos sentimos desdichadas, nos odiamos a nosotras mismas por permitir lo sucedido (quizás éstos conceptos pueden sonar muy extremos, pero es que me pongo al extremo de una realidad que si se deja “a su aire” puede terminar realmente mal). Éste tipo de situaciones pueden repercutir en nuestro propio cariño hacia nosotras mismas, en nuestra personalidad, en nuestra autoestima… hasta que nos hace perdernos, nos hace ser quienes no somos y perder nuestra magia, nuestra alegría y sobretodo, nos hace perder el sentido.
Es un claro ejemplo de lo poco sagrado que vemos el libre albedrío, y es tú libre albedrío ese NO que quieres decir en ese momento pero que dejas caer entre líneas… voy a contarte un secreto: cariño, sólo lee entre líneas aquel que quiere, es mucho más efectivo ser sincero, claro, conciso... aunque nos de inseguridad, miedo o vergüenza hacerlo pero es que esa es la brecha por donde se cuelan este tipo de violaciones.
Si es un NO desde el principio que lo sea incluso hasta el final, que sean los demás los que se cansen de insistir en intentar cambiar lo que has decidido, dale poder a tu decisión, al momento de tomarla, a tu libre voluntad, date poder a ti misma para evitar que vuelva a ocurrir… ve sanando tus heridas, evitando sufrir más, no permitas que los demás transformen aquello que tú dices o haces de manera que al final sea como ellos quieren. Conforme más valor vayas dando a tus decisiones, menos se irán repitiendo éstas situaciones y más lejos tendrás a ésta clase de “violadores emocionales” que pueden ser de ambos sexos y estar disfrazados de amigos.
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