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sábado, 1 de febrero de 2014

El cuento de las aves que vuelan y los seres humanos:



En un mundo colorido, lleno de animales, de estrellas, de paisajes increibles: colinas de color morado, lagos rosas, cielos amarillos... vivían los seres humanos junto con otros seres y animales.

Era una época donde, cada uno superando sus propios obstáculos, rompiendo cadenas, etiquetas relacionadas con el tipo de criatura que eran... conseguían dones, capacidades.

Así es como Dios les motivaba a seguir adelante y seguir mirándose por dentro, así es como auyentaba los miedos y promovía la valentía.

No era una competición puesto que no se buscaba ascender a un puesto en común, era una forma de ir creándoles aún con más empeño pero que la intención de esas mismas criaturas se viese reflejada en lo que serían el día de mañana.





Un día Dios propuso la misma prueba para todos los animales que allí se encontraban, a cada uno si la superaba les daría un don diferente, los dones que hasta ahora habían conseguido los animales eran muy dispares: los felinos fueron consiguiendo agilidad, los lobos y perros consiguieron el don de ser fieles por encima de cualquier cosa, los peces consiguieron el don de respirar en el agua y no depender de salir a la superficie para poder seguir nadando, las abejas el don de transportar la magia de las flores en sus patitas, los conejos el don de poder construir preciosas casitas escarbando bajo tierra, los ciervos el don de saltar de una manera tan liviana, los caballos el don de la libertad al poder galopar... el ser humano había conseguido el don de observar, el don de escuchar, el don de tener un tacto tan sensible en cada rincón de su cuerpo, el don de la palabra... pero aún a todos les quedaba un don por conseguir. Esa prueba que propuso Dios era la última prueba para obtener todos los dones, la prueba más difícil... requería no pensarse mucho la situación, actuar impulsándose uno mismo y simplemente dejarse llevar dominando los miedos. Se trataba de saltar al vacío de un acantilado, Dios aseguraba que ninguno de ellos saldría dañado y todos confiaron en esas palabras excepto el ser humano.


Primero saltaron los felinos, que consiguieron el don de caer de pie, después saltaron los caballos, que consiguieron el don de la nobleza, los cánidos consiguieron el don de sentirse uno con el grupo, los zorros consiguieron el don de la astucia, las cucarachas consiguieron el don de brillar incluso en lo más oscuro, las gallinas consiguieron el don de la protección, las avestruces consiguieron el don de la velocidad... hasta que finalmente solo quedaban, para realizar aquella prueba, las aves que ahora vemos volando en nuestros cielos y los seres humanos. Éstos últimos cedieron su puesto a las aves, que con un poco de nervios se propulsaron hacia abajo consiguiendo tan magnifico don de volar... Dios, testigo de que aquellas aves habían hecho un gran esfuerzo superando sus obstáculos e imponiendo aquella prueba a todas sus zancadillas, les dijo "y es por vuestra valentía que seréis portadores del vuelo, un gran ejemplo de que uno sólo puede ascender por el aire, mantenerse ahí y disfrutar de esa libertad si es lo suficientemente valiente como para superar sus miedos y aferrarse a la confianza"; pero alli estaban los seres humanos, sin atreverse a dar ni un sólo paso y lo peor de todo sin tener intención de hacerlo. Todos intentaban convencerles, diciéndoles que aquello que Dios había dicho de que ninguno saldria herido era cierto... pero los seres humanos interpusieron su ego, cabezonería y miedos a cualquier otra cosa.

Dios que como madre no podía hacer otra cosa, a pesar de aquella rotunda negación y falta de participación les obsequió con su don: el don de amar, pero les advirtió de una cosa: "vuestro don no está completamente abierto, porque no habéis permitido que así sea, porque no habéis querido tener valentía ni corage suficiente para que así sea... a si que se irá despertando conforme crezcáis, conforme avancéis con vosotros mismos y con vuestro entorno... no sin antes, que el mismo don os vaya interponiendo la misma prueba: tener la capacidad suficiente para superar los miedos y poder amar realmente".

Ahora los seres humanos, que han olvidado esa historia, miran a las aves que vuelan anonadados, convirtidolas en símbolo para muchas cosas que rodea a su civilización... y por extraño que parezca, han tenido a las aves que vuelan como simbolo de libertad admirando cada vuelo, cada impulso y sobretodo cada fuerza que tiene un puyuelo que salta de su nido para comenzar a tocar las nubes y ellas, las aves que vuelan, que no han olvidado esa historia; con sus cantos intentan animar al ser humano a saltar ese acantilado, mientras el ser humano está cada poco tiempo enfrascado en una lucha de amor y miedos e impidiéndose amar realmente.

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