¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

martes, 12 de julio de 2016

Mentiras de jarabe


Me descubrí a mi misma intentando mantener el vergel de mi propio interior, regándolo con tesón para otros que no eran yo.

Me deshice de mis ropas rotas, de mis sonrisas tontas... porque llegó un oscuro otoño que nunca pasó del todo, los árboles se deshojaron, las flores se marchitaron... y a pesar de otoño las lluvias también faltaban, los suelos se agrietaban y la vida que tanto me propuse en sembrar, cuidar y regar... se deshacía en polvos que se llevaba el viento, como las palabras faltas de gestos.

Fue entonces cuando al contacto con la realidad las ilusiones se disiparon y los sueños se desaceleraron... y me vi allí, tendida en medio de un secarral, pensando que todo el tiempo fue en vano, pero no solo con eso si no todo el tiempo así en general.

Las muñecas que son de hierro se rompen por dentro y es precisamente lo que a mi me pasó, me rompí por dentro. Opté entonces por la falsa costumbre de mentirme nada más amanecer, quizás así pudiese ver las cosas de otra manera, me afiancé en mis propias mentiras de jarabe y las hice reales escribiéndolas en un papel y repitiéndolas una y otra vez.

Y pesar de tener un colibrí a todo color, tatuado cerca del pecho como un ángel guardián, olvidé por completo su significado para centrarme en la rutina vacía de otro día más, es así como me sumergí en algo que ni siquiera comprendía convirtiendo parte de mi ser en un robot inerte, capaz de hablar desde el mayor narcisismo que jamás hallé en mi hasta entonces.

Porque el dolor a los bravos y valientes les vuelve rabiosos y les enfrenta al amor poniéndoles en riesgo de muerte y es que el dolor transforma las flores de la primavera en los desiertos del verano.

Ahora es eso dentro de mi, cientos de pequeños colibrís enfrentados con una misma meta: intentar hacer resurgir flores de lugares que están infestos de verdades que son como puñales en la garganta, en el pecho, en la cabeza y en el cuerpo... tienen tanto afán por verme resurgir, que no sé como decirles que de ahí no va a germinar nada más, que aquello ya es infertil pues el veneno de la cruda realidad ha sido más eficaz que las propias barreras de creer en un mundo más cálido, más cercano, más valiente.

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