¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

miércoles, 26 de abril de 2017

Benditas sincronicidades: I


**Me he propuesto un proyecto dentro de este mismo blog. Cada vez que viva una sincronicidad importante en mi vida, la compartiré aquí en forma de texto. Quiero ayudaros así a abriros la mente, el corazón, el alma... y que conectéis con una poderosa realidad que ocurre a diario y de la que no somos conscientes hasta que despertamos. Conocer las sincronicidades de otros nos expande a ser capaces de reconocer las sincronicidades en nuestro propio camino.

Cuando mi abuelo murió mi madre me dijo que no me preocupase. En el sentido de que ella sabía que él siempre iba a estar cerca de mi. Y creo que así es, no necesito que nadie me lo verifique, lo sé. 

Yo no creo en la muerte como el final de todo, porque sé que no lo es. Quizás te chirría leer algo tan absolutista en mis textos pero he de decir que aquí sí que me lanzo de cabeza y te digo: respira, que la vida sigue. Quizás algún día os escriba porqué lo sé con tanta seguridad. 

El caso es que bueno, esta última semana se han ido dando determinados acontecimientos que de alguna forma han mejorado mi situación actual. Espero, deseo, quiero y pido que sea al menos por un largo periodo de tiempo. Lo que en realidad ha sucedido es que se me ha otorgado una segunda posibilidad de poder trabajar en un sitio que me gustaba; un buen sueldo y un trabajo que no se me da mal. 

Aquí evidentemente hay muchos factores a tener en cuenta y también uno de ellos y de los más importantes es que yo dejé buen sabor de boca la primera vez que estuve trabajando allí. Pero más allá de esto, quiero que sepáis que para que un acontecimiento se de (por pequeño que sea) hay una serie de alineaciones energéticas, engranajes, colocaciones, piezas y fichas que se mueven a diferentes niveles y con diferentes energías, todo eso da como resultado un suceso. 

Dicho de otra manera; un suceso es por tanto el resultado de complejas estructuras en el espacio y el tiempo, influenciadas y a la vez alejadas de nuestra intervención (sí, ambas cosas). En ocasiones los sucesos tienen paralelismos que nos hacen vincularlos con una realidad que ya conocemos, con una persona, con un pensamiento o con un sentimiento. Normalmente estos paralelismos son mal llamados casualidades. 

Llamamos casualidad al hecho de ir caminando por una calle hablando con un amigo de un proyecto que se llama, por ejemplo, tulipán y toparnos de repente con un mural donde hay pintado un enorme tulipán. Eso es una señal, un paralelismo que nos lleva a conectar con una realidad que nosotros estamos creando y con la cual vibramos en sintonía. En esa compleja armonía nacen las sincronicidades. Exacto, las casualidades no existen... son todo complejas sincronicidades que sirven como apoyo, guía, consuelo y que nos llevan a una clarividencia real de nuestra existencia, destino y camino. 

Con esta información es mucho más fácil que entendáis mi historia, sí, la de esta última semana. El caso es que al comenzar en este nuevo trabajo, que para mí como os decía ha sido de nuevo un regalo, me he encontrado con una magnética sincronicidad que me ha conectado con esa realidad que me decía mi madre, aquello de que mi abuelo siempre iba a ayudarme aún estando en otro plano. 

Cuando mi abuelo vivía uno de sus mayores temores era que su única nieta (nieta de género femenino) no tuviese la solvencia económica y la capacidad suficiente para sobrevivir por si misma y poder expandirse al mundo. Mi abuelo siempre me amó con todo su corazón, porque a pesar de que de alguna forma siempre he sido la oveja negra de mi particular granja familiar, jamás he sido una mala persona y sé que él lo sabía. 

Mi abuelo no necesitaba expandirse mucho con palabras, te lo decía todo con una mirada y con actos. Lo que más le gustaba era la compañía de los suyos y eso le llenaba de una satisfacción que solo se podía sentir estando cerca suyo. Y conmigo siempre tuvo un cariño muy grande. 

La verdad que no me ha faltado de nada por su parte y tampoco por parte de ningún familiar. Estemos mejor o peor, cuando lo veo con perspectiva y siendo sincera me gusta cada persona que me ha tocado como familia y eso es algo que he aprendido de mi abuelo. 

Desde pequeña me cuidaba mucho, me daba todo lo que estaba a su alcance y jamás me dijo no. Me mimaba como él sabía, me compraba churros para desayunar y dormía conmigo cuando no quería dormir sola. 

Bueno, os cuento esto para que entendáis su amor y porqué es posible que aún sin estar físicamente sea capaz de mover cielo y tierra para seguir dando a los suyos todo lo que merecen. Mi abuelo era leo y es importante que prestéis atención a esto porque aquí comienza la información concreta sobre la sincronicidad que me hace sentirme actualmente arropada, conectada y que sé que todo va a ir bien en mi vida.

Sí, él era leo. Con su pelo de leo, abundante, y sus ojos azules. Nació el 5 de agosto. Sé que hay muchas personas que han nacido un 5 de agosto ¿pero cuantas posibilidades hay de que yo me encuentre con una de ellas y encima en la nueva oportunidad laboral que se me ha otorgado? Y si a eso le sumamos que otro compañero nació el 4 de agosto ¿cuántas posibilidades hay de que dos compañeros cumplan años el mismo día o tan cerca de mi abuelo? ¡Venga! He aquí una sincronicidad, un paralelismo que me relaciona con aquello de que él jamás me iba a dejar desarropada ni sola. Escribir esto hace que se me salten las lágrimas. 

Tengo asumida la muerte de mi abuelo, no me mal interpretéis, sé que físicamente lo que queda de él es todo lo que corre por las venas de aquellos que vinimos después, de aquellos con los que compartió genética (que no es poco). Pero cuando sé que la vida es tan enorme, tan magnífica, tan mágica y tan poderosa... cuando se abren esas puertas de las realidades que a diario no queremos observar, a mi se me expande el pecho y se me saltan las lágrimas. Una explosión de energía y algo que me retumba diciendo "¡VES! ¡LA VIDA ES UNA MAGIA MUY COMPLEJA!" y es esa complejidad la que despierta mi asombro y mi agradecimiento hacia el universo.

No sé como explicarlo con palabras, siento que se queda pequeño, pero ojalá aquellos que leáis esto podáis sentir la misma energía, las mismas emociones, la misma tranquilidad y la misma conexión que siento yo escribiéndolo y compartiéndolo. 

Gracias a las benditas sincronicidades. 

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