¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

miércoles, 12 de abril de 2017

P A R A N O I A


La realidad se deshace entre pensamientos, sentimientos y sensaciones físicas. Tienes dos opciones; la primera es dejarte llevar por esa lluvia repentina y la segunda es verla pasar delante de tus ojos, manteniendo, a poder ser, la voz de la cordura que te hace seguir presente dentro de tu propio cuerpo, responsabilizándote y sin perder la consciencia sobre quién eres y qué es la realidad. Esto es más o menos lo que sientes cuando eres consciente de que estás en un estado paranoico; desplome de lo que hasta ahora era toda (o casi toda) tu cordura y bombardeo interior, que parece infinito, epicentro del resto de tus emociones, actos, pensamientos, necesidades y prácticamente toda tu vida.

Tengo la sospecha de que existen diferentes grados de paranoia. Y dentro de esta sospecha, además, crece mi propia teoría de que todos hemos pasado por algunos estados paranoicos aunque nos cueste aceptarlo (si al final el ser humano está como las maracas de Machín).

La paranoia te separa de una realidad para introducirte en otra. Introduciéndote de un espejismo a otro porque... ¿Quién dice que la vida que vivimos es real al 100%?. Hay tantas cosas irreales e ilusorias que nos rodean constantemente, que nos impregnan con su sibilina manera de conquistarnos y manipularnos. En si mismo el capitalismo es un sistema basado en ilusorias necesidades que se han convertido es adicciones primarias. Si eres capaz de ver esto, quizás seas capaz de desmigar otros pedazos de tu momento actual y de tu vida.

Recuerdo un ataque de paranoia que me dio hace más de 7 años. Ya he escrito en varias ocasiones que yo soy una persona con una fuerte característica, sobretodo hacia mi misma y es la admirable habilidad del control. Da igual cómo esté, jamás voy a rebasar los límites que puedan poner en peligro o dañar a otras personas. Esta es una bonita manera de relacionarte con el prójimo, pero en ocasiones se carga como una losa. Y no está tan relacionado con la empatía, es más mi auto-juicio de tener que hacer bien las cosas para no ser una mala persona.

La paranoia te hace saltar a un estado donde el mundo que te rodea esta fuera de sí, aunque mejor dicho dentro de ti mismo el mundo está fuera de si y ahí nace todo. El pensamiento repetitivo y una imperiosa obsesión por una idea, sentimiento, necesidad... Es parte de lo que se centró aquella experiencia conmigo misma.

Aquello me generó un sufrimiento y durante las horas que duró la situación me aislé por completo, precisamente para evitar hacer daño a los demás. Me encerré en un cuarto de baño y me puse a examinar el porqué de aquellos sentimientos, pensamientos y estados alterados. Tengo que especificar que esto no ocurrió porque sí, digamos que tomé demasiado hachís y esto me ocasionó una experiencia, que a priori puede ser negativa, sin embargo nada más lejos de la realidad. Toda esta vivencia me hizo despertar con otros ojos, sobretodo afinando aún más mi habilidad analítica.

Me observaba desde fuera, a mi misma, encerrada en un bucle infinito de repetición donde temía, entre otras cosas, perder el control y literalmente matar a alguien. Precisamente porque escuchaba y "veía" una repetición constante de diferentes situaciones inexistentes. Pero esa paranoia me llevó a comprender la belleza del autocontrol que existe en mi.

Precisamente este autocontrol es también quien me lleva a ser capaz de hacer análisis objetivos de mi persona y a aceptar, cuando sé que son acertados, análisis que otras personas me hacen. Por otro lado, este era un gran extremo, donde se supone que cualquiera puede perderse a si mismo. A pesar de ello, fui fiel a mi sentimiento de cuidar a los demás aunque tuviese una imperiosa y extraña necesidad por volverme loca de remate. Aquello era ya un estado de locura, que estaba "cercado" por mi misma, de lo cual me siento muy orgullosa. Aquí descubrí la poderosa fuerza que existe dentro de uno, cuando tiene claro quién es al margen de los acontecimientos y de las situaciones exteriores. Al margen incluso de "ingredientes" que nos afectan directamente, como puede ser el exceso de una droga que te sienta mal.

Entiendo que no todo el mundo puede llegar a ese razonamiento y más en la situación que yo me encontraba. Comprendo que no todo el mundo es capaz de encontrar serenidad incluso cuando tu cerebro parece bombardearte desde lo más profundo, tentando a tu fortaleza mental y espiritual. Sin embargo para mi aquello fue una revelación en toda regla y conforme más pasan los años y vuelvo atrás en el recuerdo, conforme más lo examino, más aprendizaje obtengo y mejor me siento conmigo.

Después de aquella experiencia me di cuenta que eso era solo el reflejo, más extremo, de la paranoia existente en todas las personas. Todos tenemos una semilla de paranoia que se enciende y apaga a su gusto y en la intensidad que le place, y digo que le place y no que nos place porque la mayoría no sabe ni que eso existe.

La paranoia es lo que te lleva a pensar que las personas te la pueden jugar. También es lo que te hace aferrarte a refranes como "piensa mal y acertarás...", es lo que te hace encerrarte en ti mismo o tener la terrible pesadilla interior de que se repita de nuevo una situación que para ti ha podido ser desgarradora. La paranoia te separa del equilibrio contigo mismo y con tu entorno, porque te construye tantas pajas mentales que acabas por creer que eso es la realidad y que ahí se halla una verdad absoluta.

Es paranoia aquello que tienen los que están obsesionados con que la gente les va a hacer daño, con que tienen que cuidarse mucho y muy profundo por si alguien les absorbe lo que son. La paranoia habita en el miedo, en la rabia y sobretodo te engaña diciendo que si eres vulnerable, todos, sin excepciones, tomarán esa vulnerabilidad para machacarte hasta no dejar ni un solo pedazo intacto.

Entiendo que hay paranoias más "justificadas". Por ejemplo, las personas que hemos sufrido abusos sexuales podemos arrastrar durante toda la vida una paranoia que nos hace construir una fortaleza de protección hacia los demás, sobretodo hacia el genero que nos hizo aquel abuso. Aquí existe un trauma, los traumas son como cicatrices aún más profundas. Mucho más. Como un rift infinito que se abre dentro de tu persona, una frontera que marca un antes y un después en tu personalidad, en tus recuerdos, en tu forma de crecer y todo ello en tu vibración energética. Entonces esa paranoia sirve como un método de sobreprotección, que hasta cierto punto es comprensible (o quizás justifico que es comprensible porque lo vivo en primera persona).

Sin embargo no soy capaz de justificar la paranoia de aquellos que se obsesionan por otras cosas que no tienen tantas raíces, por aquellos que no son capaces de disfrutar de la vida sin pensar que hay mucha gente que les quiere hacer daño o que todo lo que hacen, en todo momento, corre riesgo de que otros lo roben, manipulen o abusen de ello.

Y digo que no soy capaz de justificar la paranoia en estas personas que NO ESTÁN DIAGNOSTICADAS, si no, que como comentaba antes tienen la semilla que todos tenemos y a veces dejan que salga interfiriendo en una realidad que para ellos podría ser mucho más enriquecedora. Con ese sobrecogimiento interior ¿quién se expande ante la vida?.

Entiendo las personas que están diagnosticadas y que la paranoia ya ha cruzado los límites de la cordura y comprendo, por supuesto, que necesitan compasión y tratamiento, ambos al mismo porcentaje de importancia.

Si queréis hacerme caso; observar durante varios días a las personas de vuestro entorno y después disponeos a observar la sociedad. Vais a alucinar con la cantidad de pilares que se apoyan en la paranoia como un método de manipulación, estructuración, influencia y gestión.

Generar paranoia en los demás es demasiado fácil y hacer que esa paranoia tome el control de la vida, es aún más sencillo. Yo es como lo sentí, cuando lo viví en primera mano a un nivel tan alto. De hecho, en aquel momento lo difícil era mantener la cordura y decirme a mi misma que aquello no era real... ¿cómo vamos a ser capaces de decirnos a nosotros mismos que una parte de nuestra vida y sistema no es real? Que es humo de una paranoia inyectada desde el primer momento que venimos al mundo. Está tan arraigada a nuestra vida, a nuestro mundo cotidiano y rutinario que nos llamaríamos locos simplemente por imaginarlo.

¡Ay Matrix! que bien encajada estás en la vida, te han hecho con la forma y el tamaño adecuado para pasar desapercibida. Y cuanto te quiero, porque aunque seas en ocasiones una especie de condena perpetua, eres una realidad maestra de nuestras habilidades, y sin ti, la otra cara de la moneda no podría ser posible.

Bienvenido a la realidad de que vives en estados mentales desequilibrados de los que casi nadie quiere oír hablar, pero que precisamente esa montaña rusa, tan delicada y eficaz, es también la que forma parte de todas tus grandezas.


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