Si nos duele decir las palabras más básicas, porque nadie nos ha enseñado el poder que tienen, imagínate expandirse abriendo el corazón a través de un lenguaje hablado.
Intentamos simplicar algo tan sagrado y complejo como la comunicación y pretendemos, en muchas ocasiones, que quien escucha lo que decimos adivine por fuerza divina qué pensamos, aunque se contradigan ambos (y si llegase la posibilidad de que ese interlocutor sea tan intuitivo).
Hay un grave error y es que nadie te ha explicado que existen unos "básicos de palabras" principales que son, en gran medida, los que ayudarán a desarrollar tus capacidades comunicativas y a quitarte de encima el miedo a una comunicación sincera, real y fluida. Esas palabras van desde un "te amo", pasando por la capacidad de pronunciar "lo siento", siguiendo por pedir disculpas desde el corazón"perdóname" y por reconocer la grandeza de cada situación momento, cumplido... con un hermoso "gracias". Sin embargo, este paquete que además tiene una sonoridad y una vibración sanadora increíble, no es el único que forma parte de "los básicos de palabras" ese fondo de armario necesario en el interior de cada corazón humano.
Hay un grave error y es que nadie te ha explicado que existen unos "básicos de palabras" principales que son, en gran medida, los que ayudarán a desarrollar tus capacidades comunicativas y a quitarte de encima el miedo a una comunicación sincera, real y fluida. Esas palabras van desde un "te amo", pasando por la capacidad de pronunciar "lo siento", siguiendo por pedir disculpas desde el corazón"perdóname" y por reconocer la grandeza de cada situación momento, cumplido... con un hermoso "gracias". Sin embargo, este paquete que además tiene una sonoridad y una vibración sanadora increíble, no es el único que forma parte de "los básicos de palabras" ese fondo de armario necesario en el interior de cada corazón humano.
Otras expresiones, palabras y frases como "lo reconozco", "te eché de menos", "estoy aquí", "no estás sola", "cuenta conmigo", "llevas razón", "creo que...", "eres valioso", "no te rindas", "eres importante"... Son ejemplos de esos "negros/blancos" tan necesarios para que vistamos nuestra vida exterior del mismo color que nuestros sentires.
Esta es una de esas pequeñas puertas que al reconocerla, observarla y trabajar con ella te lleva a otra puerta, un poco más grande y que te introduce mucho más dentro de ti mism@ y de tu responsabilidad contigo y con tu entorno.
Al final resulta que lo más "enredado" que veo es que como somos incapaces de decir cosas tan sencillas y tan profundas, no podemos pasar a un nivel mayor que es el de abrirse en canal y compartir pensamientos y sentimientos sin arrastrar pesares, mal estar, miedos y agobios. Simplemente utilizando la profunda y milagrosa herramienta de la comunicación.
Tenemos este don innato al que estamos atrofiando con nuestra incapacidad para, entre otras cosas, amar. Y es que el hablar, sobretodo el hablar bien, el utilizar el tacto con el lenguaje, el llegar al otro y el expandirse a uno mismo... Está muy relacionado con el amor, porque por si no lo has percibido esa descripción que he hecho encaja a la perfección con la descripción del amor sano. Porque uno debe amarse lo suficiente como para dejar claras las cosas y otros deben amarte lo suficiente como para no salir huyendo por tus palabras.
Supongo que una de las cosas que más nos aterroriza es despertar a nuestra bestia escondida o incluso despertar otras bestias que no sean la nuestra propia. Y al final nos introducimos en un ciclo vicioso donde por H o por B no decimos lo que realmente queremos decir, siendo infieles a nosotros mismos y generando algo muy diferente y desarmónico con lo que realmente deseamos y anhelamos.
Es momento de reconocer que no pensamos tan fuerte como para que los demás sean capaces de escuchar lo que no nos atrevemos a pronunciar. Ahora también es momento de reconocer que debemos ser valientes y que no hay otra forma de superar este obstáculo, esta resistencia que además se contagia. Es momento de limar estas asperezas, estos callos por el que dirán o simplemente por falta de confianza y seguridad. Y es momento de comprender que si algo no se pronuncia, es más fácil que no se haga realidad... ¿Cómo va a saber alguien que lo amas si no eres capaz de decírselo? Nadie tiene la obligación de adivinar qué es lo que pasa, que se lo que se siente, que es lo que vive... En tu fuero interno.
¿Cómo va a descubrir alguien que en realidad lo echas de menos? ¿Cómo va a enterarse alguien de que sientes mucho aquel error? ¿Cómo va a llegar a la vida y al conocimiento de alguien que te arrepientes? ¿Cómo va a comprender alguien que no eres capaz de decirle? Si acumulas tanto dentro es posible que termine todo por pudrirse y pudrirte. Y además también es posible que, como te decía, termines encontrándote situaciones que para nada querías vivir, despedidas inesperadas, malos tragos, malas experiencias, más carga en la mochila, un te quiero que se queda en los labios y quema como el hielo del polo o un adiós que nunca se dijo porque... Porque ni valor había para despedirse y al final todas las puertas entreabiertas llevándote de nuevo a situaciones que se repiten y patrones que parecen adherirse para siempre en tu vibración, reconduciendo tu destino y haciéndote pasar una y otra vez por la misma situación.
De verdad... Revisa los básicos de tus palabras, ese fondo de armario de la comunicación que habita en ti, porque de ahí afloran el resto de palabras, gestos, realidades... Que necesitan ser pronunciadas y con las que debes hacer las paces y reconocer la importancia que tienen y tendrán siempre con tu vida.
Ya sabes, más vale prevenir que curar... Y comunicarse de corazón a corazón es la mejor previsión. Te aseguro que curar un corazón roto por no hablar sanamente termina siendo mucho más amargo que una conversación entre cafés recién hechos.