De la pena, de la tristeza, de la melancolía, del "ay como escuece", de ese "no sé que, qué se yo", de la espina clavada, de la herida que sangra, de la yaga que arde, del corazón partío, de los besos de menos, de la ausencia, de la pérdida, del "para siempre adiós", del "nunca jamás", del patrón de mierda que se repite... En general del dolor también se sale.
Da igual que forma le pongamos al dolor. Da igual el motivo. Da igual la razón. Da igual los personajes que han participado, o no, en que eso exista... Todo eso da igual, porque del dolor también se sale.
Como un yonki sale de su adicción a las drogas. Como el alcohólico con un acto heroíco se aleja para siempre del consumo del alcohol. Como el fumador, con su coraje, toma una decisión que cambiará toda su vida y la mejorará... Quiero que sepas que tú también puedes, que del dolor también se sale.
La sensación de dolor genera apego. Nos apegamos a esa emoción extraña que crea tantas sustancias cerebrales diferentes que nos llevan a una zona de confort donde lo maquillamos todo con esa materia extraña, a pesar de destrozarnos. Esta emoción nos mal-inspira y la convertimos en un supremo de nuestra existencia, porque quien no conoce a Dios a cualquier santo le reza.
Hay que desintoxicarse del dolor. Hay que desintoxicarse de la necesidad de la melancolía. Hay que desintoxicarse de ese patrón, arrastrado también por muchos artistas, al que yo llamo "Síndrome de Adele" (si haces clic se te abrirá otro post con mi teoría sobre ese comportamiento que muchas veces nos atrapa).
De la adicción al dolor también se sale. Porque no sé qué es lo que nos lleva a querer arrastrar siempre pedazos rotos como banderas maltrechas en las que nos regocijamos de la peor manera.
¿Sabes cómo se sale del dolor? Sabiendo que aún te queda dicha dentro. Que da igual lo que ha ocurrido, da igual lo que has vivido, da igual lo pesada que te parezca la carga que tanto te empeñas en llevar... Todo eso da igual, porque dentro de ti igual que tienes dolor tienes un montón de emociones más.
¿Y sabes cómo se supera rápido el dolor de que algo no salga como tú esperabas? Bueno, para empezar deberíamos vivir sin expectativas pero estando al tanto de que esto es algo mucho más difícil de hacer que de decir, lo que te recomiendo es que siempre conserves amor hacia algo que sea estático, algo que no se vaya. Y existe, ese algo puedes ser tú o puede ser la energía de la vida en si misma, el cosmos en totalidad o cualquier otra cosa grandiosa e indispensable que hace posible tu existencia en este lugar, en este instante, en este planeta.
Del dolor se sale, igual que se sale de IKEA, con coraje y muchas veces preguntando a otros que saben salir porque ya han salido. No importa cómo de afligido estés hoy, no importa que te parezca algo permanente, inamovible, eterno... No me importa y no debería importarte a ti tampoco porque te aseguro que por propia iniciativa o por empujes de la vida, ocurrirá un mañana donde no estés habitando 24/7 en tu dolor y entonces te darás cuenta: que del dolor uno también se puede desprender.
Si te lo propones es mucho más llevadero, sanador y sabio salir del dolor, desapegarse de esa emoción, por propia iniciativa. El dolor te va a intentar seducir, como suele hacerlo, con una sensación familiar, una brillantez artística, un impulso... Algo que normalmente crees que no haces al menos que te sientas afligido. Sin embargo, es todo mentira, su forma de manipulación es efímera y lo peor de todo es que te está mostrando cosas que puedes hacer igual sin necesidad de estar enganchado a esa sensación. El dolor es un maestro en el equilibrio, la armonía y el crecimiento personal, pero no es un maestro de nada más, no te equivoques.
Del dolor se sale cuando uno decide salir de él. Cuando uno aprende a quitar importancia a las cosas que no lo tienen. Cuando uno confía... ¡uy! Cuando uno confía sale en un pis-pas del dolor. Y sobretodo, por encima de cualquier cosa, del dolor se sale sabiendo que mereces algo mejor.
Mereces lo mejor en tu vida, si te convences de ello te darás cuenta que cada vez te remolonearás menos entre las sábanas del dolor y poco a poco irás otorgándole el lugar, la atención, el tiempo... Que realmente merece.
A si que tranqui, porque del dolor también se sale.
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