Solo te pido que, por favor, no me pienses.
No te imagines qué pasa o deja de pasar por mi cabeza, por mi cuerpo, por mi vida. No te hagas dibujos sobre porqué estoy seria o porqué no lo estoy. No me pienses, víveme.
Evita hacerte ideas sobre mi persona, sobre quién crees que soy, conóceme y para conocerme hay que vivirme. Víveme con cada palabra, con cada beso, con cada momento y con cada oportunidad. Víveme con cada experiencia, con cada cosa que comparta contigo, con cada nuevo instante, con cada mañana, con cada presente, con cada segundo.
No me pienses, porque es posible que tengas una idea o un concepto erróneo sobre mi. Víveme, eso es lo único real que tienes a tu alcance. No me imagines, no fabriques percepciones subjetivas sobre mi persona. No creas que porque no sonría estoy triste o porque sonría estoy feliz, no funciono así, mi vida en general no funciona así. No es que sea compleja o difícil, es que soy distinta a lo que crees que soy, muy distinta.
Víveme.
Víveme con cada gemido, con cada mordisco, con cada nueva etapa que pueda vivir junto a ti o lejos de ti. Víveme con lo que yo te diga sobre cómo me conozco, que es mucho y muy profundo, no des prioridad a tus ideas porque te aseguro que ellas no habitan en mi interior, ellas no saben quien soy. Es posible que a ti te cueste un tiempo saber realmente quién soy, pero no te asustes por eso. Y no porque sea difícil de leer, es porque seguramente ya has empezado a pensarme, a imaginarme... Y a imaginar todo lo que ocurre conmigo, contigo, con nosotros... Y ahí te estás equivocando, porque no estás siendo real, objetivo, no estás disfrutando del regalo divino que es no pensar y simplemente sentir, conocer profundamente desde el sentir a quien tienes en frente de ti. Sin más historias, problemas, excusas... Sin más. Sin construir efímeros castillos en las nubes que amenazan con vencerse a la mínima que cambie el aire.
Víveme. Víveme presente, sabiendo que hoy estoy a tu lado y sin importante en absoluto el mañana. Víveme valorando el tiempo que te ofrezco, el cariño que te regalo, el afecto que te demuestro... Sin estar esperando nada, simplemente porque me gustas y me gusta hacerlo.
Víveme en este hoy que se convertirá en ese ayer... Víveme a cada instante que pase entre los segundos de la vida. Víveme comprendiendo que a veces me contradigo porque, mientras te vivo y me vives, también voy aprendiendo sobre mi misma, sobre el mundo, sobre lo que hago, lo que digo, lo que siento, lo que cambia... Porque la vida, en si misma, es cambio y yo soy cambio junto a ella.
Víveme amando, si puedes, eso que me hace tan única, tan yo. Víveme sin miedo, no asusto tanto... Porque de verdad, lo que hay dentro es noble, bueno y sobretodo inocente. Víveme comprendiendo que tengo un pasado al que consulto, en muchas ocasiones, para no cometer los mismo errores.
Víveme comprendiendo que a veces me pierdo y necesito que me ayuden a volver a encontrarme. Víveme sabiendo que me cuesta pedir cosas, a si que he optado por no pedirlas. Víveme sintiéndote sano a mi lado, sintiendo que esto es en armonía, sin necesidad de nada más que la presencia atemporal de ambos en una misma franja de espacio.
Te pido que no me pienses, sobretodo para que no te generes expectativas. Te pido que no me pienses para que puedas disfrutar más, sacarle más jugo, ser más feliz, abrazar más, abrirte más, atraer más, comprender más, valorar más y verte más afortunado. Por eso, precisamente por eso, te pido que me vivas y no que me idealices.
Nada de ideas, nada de imaginaciones, nada de pensamientos abstractos, nada de subjetividad... Víveme, siénteme, disfrútame... Y todo esto está lejos, muy lejos, de las nubes oscuras que nacen del pensamiento.
No consultes, no pidas opinión, sobretodo no pidas opinión externa. No necesitas un run-run con naturaleza destructiva. Así no funciona esta vaina, yo no voy de esto, la historia está en vivir. Y vivir, el verdadero significado de vivir, se encuentra en dirección contraria a todas esas rayadas de las que muchas veces nos hacemos adictos. Esas que muchas veces no soltamos.
Te lo digo y te lo diré solo por última vez: víveme antes que perderme por haberme pensado demasiado sin haberme sentido.
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