¿Sabes? todo hay que sentirlo, notarlo, palparlo en lo más profundo de tu ser...

lunes, 23 de julio de 2018

Las guerras del amor:



Toda relación pasa por procesos, en cada proceso desempeñamos un papel fundamental hasta que la relación madura. Es como un torbellino de aire, lluvia y marea salvaje, mientras todo se va colocando, las cabezas se van conociendo, los corazones se acomodan y las consciencias se comparte entre ellas lo que más necesitan para seguir desarrollandose. Para llegar a éstos deseados puntos de evolución, primero hay que pasar por los desagradables puntos de fricción.

Eso es el amor. Un proceso vivo, no estático, que pasa por diferentes etapas primordiales para poder seguir con su propia vida. Cuando el amor es estático se apaga, desaparece. Cuando las personas son estáticas, se apagan en vida y parece como si desapareciesen. El amor vive intensamente dentro de cada uno de nosotros y necesita, crea, diferentes ambientes para explorar la razón de su existencia y también de la nuestra.

Enciende y apaga, nos lleva al límite, nos abraza y nos protege, nos acuna. Y también nos hace enfrentarnos a inmensos y enormes desafíos que ni siquiera podemos explicar con palabras. Nos va desnudando poco a poco, quizás de primeras es una sensación de acercamiento, después viene todo el tacto y lo físico (un primer contacto de intimidad) y poco después de eso, se desnuda lo que más miga tiene: nuestro ser. Entramos entonces a la batalla del amor; hay que ser valientes, sólo los guerreros son capaces de hacer frente al verdadero desafío de la vida y ese desafío es... caer enamorados.

Ahí, cuando cada uno se va desarmando la coraza y cuando cada uno se va rasgando las vestiduras, es como se ve la verdadera esencia de la otra persona: su completo batallón de sombras y su enorme batallón de luces. Mires por donde mires hay esas sombras y esas luces, con sus suaves matices grises, que se encaran o se relacionan con las tuyas propias. Esa es la guerra del amor y existe y es natural porque cada uno de nosotros llevamos nuestra propia condena, pena, tragedia, dolor, herida... Dentro de nosotros.

Cuando huimos de trabajar constructivamente con esa guerra que forma el amor, nos sentimos liberados por un tiempo, sin embargo la cosa amenaza con repetirse en nuestro próximo paso de atrevimiento... Hasta que sepamos estar en paz con esas guerras, hasta que dejemos de idealizar lo que significa estar enamorado y estar en relación, hasta que comprendamos de una vez por todas que la dificultad es también inherente al amor, pero no significa que sean incompatibles, significa que el amor crea dificultades para que nosotros aprendamos a desarrollarnos en terrenos resbaladizos y complejos.

Que no te vendan que el amor es fácil, cuando muchas veces no sabemos amarnos ni a nosotros mismos. Que no te convezcan de que todo es un camino de rosas, cuando ni siquiera es un camino de rosas la relación con la persona que más te quiere de este mundo (tu madre). Que no te hagan idealizar, sin tener los pies sobre La Tierra. Aquí hemos venido a currar duro, a sangrar, a sudar, a vivir intensamente, a sentir sin excepciones. Aquí hemos venido a llorar, a reír y a comprender la belleza de cada uno de esos polos.

Comprender la vida entendiendo la muerte. Comprender la felicidad abrazando la tristeza. Comprender las olas que marcan cada proceso en el que habitamos y que nos habita, como un océano salvaje que nos compone, que somos nosotros mismos, que nos empuja, nos enseña, nos libera.

La vida es en si una batalla continua, aunque algunos quieran hacerte ver que no. Admitirlo supone admitir también que hay más guerras que cuarteles en esto de seguir adelante, de madurar, de comprender y de crecer. Mantenerse con vida, en éste sistema o incluso en plena naturaleza salvaje, es un arduo y complejo ejercicio aunque no seamos conscientes de su magnitud. Mantener el amor, en éste sistema o incluso en otros donde hemos vivido, es un trabajo constante que requiere de esfuerzo, compromiso y dedicación.

Ámate comprometidamente y ama a otros con el mismo entusiasmo, entendiendo que no vivimos en una línea estática y continua... Somos ondas, como la propia vibración que nos conforma.

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